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"Aprendan de los infortunios, porque aquel que no lo hace no es humano".






No estaba de humor cuando me desperté.

El sabor amargo en mi boca no desaparecía, tampoco el sueño que atormentaba mi mente con miles de agujas incrustándose por cada parte de mi cabeza. Mi desayuno sólo consistió de leche y cereal y yo solo, mi madre volvió a sus habituales horarios largos de trabajo. Me sentía miserable.

Ya estando en la universidad, pensando en que haría para este fin de semana, mis pensamientos se vieron ofuscados por el ruido familiar de la moto de YoonGi. Me acerqué parar poder verlo. Después de esa pesadilla, me era imposible no despegar las imágenes de su cuerpo ensangrentado y herido. Quería escuchar su voz para olvidar todo eso. Su cercanía me haría bien.

Cuando se quitó el casco, me miró con una sonrisa que iluminaba hasta los días más grises. Mis ojos captaron en su cuerpo unos cuantos tatuajes que antes no estaban allí. Unas rosas pequeñas adornaban la parte derecha de su cuello. Había unos números romanos en el inicio de su muñeca izquierda tan grandes que podía leerlos desde mi posición. Se leía: "V + lll + MCMXClll". Habían unas púas enroscadas en su brazo izquierdo y en la mera unión de las clavículas una cruz simple de líneas.

Mi cuerpo sufrió de una fuerza electromagnética a tal grado de acercarme mucho más a él. No me saludó en ningún momento, pero su rostro neutro me decía que las cosas por él momento estarían en paz. Curioso y distraído por sus nuevos tatuajes, repentinamente me besó cortamente en la mejilla. Mis mejillas rápidamente adquirieron un tono rosa. Ante eso, los murmullos ya no fueron tan intensos, pero sí las miradas curiosas y unas cuantas despectivas.

Tras su nueva apariencia no pude evitar soltar algún cumplido.

–Me gustan, te quedan bien.

Sin pensarlo, deslicé uno de mis dedos por los números romanos apreciando la textura de su piel y su frialdad característica. Le sonreí en el acto.

–¿Esto fueron las cosas importantes que tenías que hacer ayer? –lo tomé de la mano y entrelace nuestros dedos, a él no pareció molestarle, pero deshice nuestro agarre al sentirme tan fuera de sí al hacerlo, más por una cuestión de orgullo.

Comenzamos a caminar juntos hacia el interior de la universidad en lo que seguíamos hablando.

–Sí y no. Me ocupé de unos cuantos asuntos y después fui a tatuarme –explicó.

–¿Dolió? –formé una mueca.

–No para mí.

¿Se había tatuado en otro lugar de su cuerpo?

Las imágenes mentales de su cuerpo no dejaron de transcurrir en totalidad durante mis horas de clases y mucho menos en los entrenamientos de básquetbol, donde él en un punto alejado en las gradas me miraba con deseo. Y a causa de ello, le expliqué de mi situación con mi madre, probablemente para que captara la idea de que estar solos en mi habitación no sería un buen sitio para cometer nuestros actos y que lo mejor siempre sería su departamento, o ya dados otro lugar. Él me dio la alternativa de que podía ir sin problemas todas las noches sin que mi madre se diera cuenta, pero decidí que era demasiado obvio y era mejor alterar el patrón de sus visitas nocturnas. Tendríamos que cambiar todas esas cosas para que él no fuera descubierto. Pensé en la opción de presentar a YoonGi con mi madre, que lo conociera y viera que era una persona de suma confianza y en quien no podía dudar. Llegar a eso me haría tener más paz, ya no habría mal entendidos con mi madre y habría más visitas incluso por las mañanas. Esperaba que YoonGi y mi madre hicieran una buena mancuerna.

B I T E  ||YoonMin|| +18 [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora