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Amar y dolor van de la mano”.







Cuando abrí los ojos esa mañana, no esperaba encontrarme con YoonGi leyendo un libro sentado en modo indio a un lado de mí. Me tallé los ojos y me senté igualmente a él, me acerqué sin interrumpir y me quedé leyendo a su lado las páginas de El Cuentacuentos de Antonia Michaeli. Estaba dándome mi tiempo de leer cuando supo que terminé y cambió la página. No sé cuánto tiempo pasó, pero nos quedamos así por al menos media hora.

Había esa extraña conexión entre los dos que por el momento ignorabamos, pero éramos conscientes de ella. Con algo de pesadez cerró el libro y quedé intrigado por saber quién era el asesino, pero Bertil ocultaba cosas. Cosas como Min YoonGi que me miraba con un secreto propio de sus ojos, no secretos de vida, no, había algo en ellos que bien pude sentir en mis entrañas. Me mordí la mejilla internamente cuando me atrajo y pegó nuestras frentes, no me había dado cuenta cuánto necesitaba su contacto. Cerré los ojos al tacto.

–¿Dormiste bien? –su pregunta quedó volando en el aire, pero asenti cuando sus labios rozaron los míos–. Otra vez tuviste pesadillas.

Terminé de eliminar ese pequeño espacio milímetrico para unir nuestros labios en una danza lenta y cariñosa. Mi respiración se vio obstruida al momento en el que YoonGi me posicionó en su regazo trayendo consigo masajes suaves por mi espalda baja. Estuve a punto de sonreír sino fuera por su pregunta.

–¿Tuve pesadillas? No lo recuerdo... –dije dudoso mientras le daba un beso esquimal.

–Estabas repitiendo la palabra sangre hasta que cambiaste de posición para dormir.

Abrí mis ojos horrorizado. Me abracé a su cuerpo y dejé mi frente en su hombro.

–¿Hablo entre sueños? –asiente y yo me derrumbo en maldiciones dentro de mi cabeza–. Joder.

–Sólo esta vez y la otra anterior a esta. Pareciera como si mi sola presencia te las provocara.

Estuve a nada de decirle que eso era mentira, anteriormente ya había tenido pesadillas sin siquiera dormir a su lado, pero me abstuve de revelarlo. No quería atormentarme con esas imágenes espantosas de cuando nos habíamos separado por un tiempo.

–Es demasiado pronto para sacar un diagnóstico a mis pesadillas. Tal vez fue tu anécdota de cómo mataste a... Lizzie –volví a morderme la mejilla por haber soltado eso.

Simplemente quería olvidarlo ya.

–Puede ser –su mano me acercó a su cuerpo de infarto y me besó esta vez con más intensidad. Suspiré de manera automática. Me encantaba cuando era desprevenido–. Ahora que la universidad cerró estos días, ¿quisieras hacer algo?

–Estoy preocupado por los entrenamientos... pero me gustaría estar en la cama todo el día, ¿qué dices?

–Suena tentador –de repente se le prendió una idea osada en la mente. Sonrió en grande y me miró expectante–. ¿Qué te parece si jugamos unas cuantas partidas de básquet?

–¿Yo contra ti? –me reí de puro nerviosismo.

YoonGi me daría una paliza. Ya sabía las obvias razones.

–Bueno, estaba pensando que podía invitar a Ezekiel y NamJoon y así igualar los equipos...

Mi cabeza dolió incluso con la sola mención de NamJoon.

–¡No jugaré con NamJoon! –me bajé de su regazo y me quedé parado mirándolo con los brazos cruzados–. Prefiero que sólo estemos los dos.

–Vamos, JiMin. Será divertido. Deja la molestia a un lado y piensa que estás entrenando con tu equipo y no con él.

B I T E  ||YoonMin|| +18 [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora