Damien convirtió su castillo en una muralla oscura y despreciable, rodeada de un fuego aterrador que arde incandescente, cubriendo las paredes con la luz infernal del infierno. El sonido de los lamentos de los humanos torturados se dispersa como ecos a través de todo el reino de fuego.
El rey del infierno ha dictado una nueva política: concentrar su mundo en una esencia más allá de la tierra, rodeado de raíces profundas. La oscuridad brota del suelo, mientras el infierno abraza a todos los pecadores impuros. Una capa larga cubre el cielo, separando el paraíso de Dazzling y la crueldad de los Punished.
El reino de fuego, cubierto por la maldad, se ve secuestrado por cadenas que se funden con la carne de sus habitantes. Los Dazzling caen y se incorporan a la inclinación del respeto, enfrentando al gobernante del reino. Frente a Artemisa, una esencia de un destino blanco se oscurece lentamente, llenando sus figuras con el calor infernal mientras las quejas de sufrimiento llegan a sus oídos. Artemisa, incapaz de bloquear las emociones, siente cómo se derrumban como una avalancha de dolor, cayendo hacia el suelo con lágrimas de tristeza que se funden en el piso quebrado.
— No negaré la responsabilidad. Libera a mis Dazzling, sus almas no deberían padecer este tormento.
Damien se acerca al rostro de Artemisa, besando su mejilla y sujetando su cuello con la otra mano.
—Si al liberarlos no es una atadura para ti, entonces negaré su destino y los condenaré a la jaula del dolor.
—Si cumplir el contrato salva a mis hijos, lo haré. En el momento en que mi presencia ya no sea necesaria, te olvidarás de mí como un día abstracto.
—Cuando culminemos el destino de nuestro contrato, arrancaré de ti tu corazón, y de mi pecho, no quedará rastro para recordarte.
—Si aceptar este contrato es mi castigo, no dudes que estoy dispuesta a cuidar de ellos. Si permanecen aquí, yo seré su esperanza.
Damien agarra la muñeca de Artemisa y, con paso lento, la lleva de vuelta al castillo.
—Cuando la próxima luna roja se alce en el cielo, será el día de la despedida.
— No esperes de mí bondad ni amor. No ocurrirá.
— Entre más te niegues a mostrarme tus sentimientos, más complicado será cada día que pases conmigo bajo este castillo.
—Soportaré cada látigo de sufrimiento, cada castigo, cada dolor. Pero jamás dejaré a mis Dazzling.
Damien se acerca a ella, susurrando cerca de su oído.
—Visita cada panorama. A las tres de la tarde comienza nuestro almuerzo. Te espero, puntual.
—No voy a asistir.
—Debes hacerlo. Pronto sabrás el motivo.
Artemisa, atónita por tal acto indeseado, sufre por compartir la tutela de un fuego embriagador, lleno de castigos y lamentos. Las palabras de Damien siempre reflejan una imagen que no logra comprender, rodeada de actos aterradores.
El tiempo pasa, y la mente de Artemisa se ve consumida por la oscuridad. Sin luz de fe, solo encuentra un mundo aterrador que refleja la desesperanza.
Cada paso la adentra más en el castillo. Al subir las escaleras, se encuentra con pasillos iluminados por luces rojas flotantes en el techo, mientras los ecos de los lamentos llenan el aire. Camina con lentitud, adentrándose en los sonidos del sufrimiento que brotan desde el horizonte.
Al tocar las paredes carmesí con morado, se siente embriagada por una sustancia alucinógena que penetra por sus dedos y palmas, envolviéndola en una líquida sustancia que se absorbe por su piel. Su mente se convierte en un laberinto embriagador, dando vueltas en su sentido común.
Al fondo, se abre una sala principal de color escarlata, con marcas de desgarros en el suelo de roble. El cuarto parece interminable. Velas amarillas, sujetas con farolas, rodean diferentes caminos. En cada entrada, esqueletos sostienen carteles de humanos condenados, con brazos extendidos en posición arrodillada, cubiertos de una pigmentación roja en sus huesos.
***
Marcus Thenderson
Castigo por toda la eternidad: Remordimientos por homicidios y violación
***
Artemisa no puede visualizar más allá de los esqueletos inmóviles. De repente, una figura se aproxima desde la oscuridad, lentamente.
—¿Quién anda allí?
—No eres bienvenida en este lugar. Pensé que lo conocía.
—No soy consciente de las atrocidades de este sitio —Artemisa se acerca—, pero me niego a huir.
—¿Te encuentras mareada? Vámonos hacia afuera.
—No interfieras en mi misión. Aún no, Damien. Voy a liberar a estos seres del pecado.
—¿De qué hablas?
—Sé que eres tú. —Saca una afilada espada de su túnica—. Te quitaré la vida. ¡Oíste!
—No soy ningún conocido tuyo.
—Vas a conocerme. Eres arrogante. —Apunta con el filo—. Muere. —Lanza una línea inclinada hacia su pecho.
—Detente. Te vas a lastimar.
—¡Basta! ¡Déjame en paz! ¡Te lo suplico! —Cae al suelo arrodillada—. Tengo que acabar con todo.
—Tranquila. Soy el mayordomo de Damien. Todo va a estar bien.
—No quiero estar atada. No soporto la penumbra. No... —Susurra —anhelo... —Murmura, agotada —No. —Se derrumba y pierde la conciencia.
***
Al despertar, Artemisa siente la agonía interna del sufrimiento. Cada lágrima infernal que cae sobre la tela acolchada expresa su incapacidad para escapar. El dolor se convierte en un castigo constante, el trauma de la independencia e incapacidad de amar, un peso en su pecho que se niega a aceptar.
—¿Estás bien, Artemisa? ¿Cómo te encuentras? —Limpia su frente con un pañuelo mojado.
—No quiero saber nada de ti. —La empuja.
—Trato de cuidarte.
—¡Déjame en paz! —Lanza una almohada hacia su rostro.
—¡Te espero abajo! —Sale de la habitación.
Dentro de cada arrepentimiento que ha causado el poder divino, Artemisa se niega profundamente a enamorarse de Damien. En su corazón, el sentimiento es confuso e incomprensible, una lucha interna imposible de expresar.
ESTÁS LEYENDO
The Art Of Artemisa (COMPLETO)
FantasyEl paraíso, envuelto en magia y sueños colmados de bondad, despierta como ráfagas de luces incandescentes que iluminan una felicidad despiadada y feroz. En el interior de la Reina Artemisa, la esperanza brota del pecho con la intensidad de una super...