Capítulo 15

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La escena se desarrolla con una crudeza desgarradora. Artemisa, atrapada en una vorágine de emociones desbordadas, enfrenta una realidad que no puede aceptar. En un destello momentáneo, un fragmento de su pasado oscuro se revela ante sus ojos: un recuerdo oculto de una fatalidad advertida, una advertencia que llegó demasiado tarde. Sin embargo, su mente rechaza esa revelación, deshaciéndose de ella como si nunca hubiera existido.

Un torbellino de pensamientos la asedia, llenándola de ironías que la encarcelan tanto en su cuerpo como en su mente. Artemisa, una divinidad atrapada en el hechizo de un amor obsesivo, lucha por encontrar la frontera entre la emoción y la razón. Pero ese amor es un veneno que la corroe, un vínculo que no puede romper y que, a pesar de todo, la impulsa a huir de todos, incluso de sí misma.

—¿Quieres escapar? No lo harás. Estás atado a mí, y sin el aire que respiras, yo no puedo vivir.

Su grito de frustración resuena cuando lanza con furia una bandeja de plata contra la pared, dejando un rastro de jugo esparcido que gotea lentamente hacia la cama vacía de Damien. Él, que había estado atado a su voluntad, había desaparecido. Artemisa, consumida por el insomnio y una obsesión destructiva, ya no era la misma. Su reflejo en el espejo mostraba ojeras profundas, labios manchados de un rojo carmesí desbordado, y un cuerpo apenas cubierto por una lencería blanca que contrastaba con la oscuridad de su mirada.

En su desesperación, Artemisa deambula por el castillo, con pasos erráticos y temblorosos. Su búsqueda es un intento febril de encontrar al Rey Demonio, el hombre que envenenó su alma. Mientras limpia su rostro en el lavamanos, el agua fría trae consigo recuerdos lejanos. Un fragmento de su infancia emerge, un instante en el que el corazón podrido de Damien no parecía tan repulsivo ante ella. Lágrimas involuntarias se mezclan con las gotas que recorren su piel.

—Si no puedo tenerte, arrancaré de mi pecho todo lo que me quede de ti.

Decidida, se dirige al armario. Toma un vestido ajustado, diseñado para acentuar su figura, y lo sujeta con fuerza mientras contempla su reflejo. La Artemisa que había sido, bondadosa y pura, se desmoronaba ante el peso de una obsesión que la transformaba en algo distinto. En su mente, los límites entre la fantasía y la realidad comenzaban a desdibujarse.

Mientras baja las escaleras de mármol, sus tacones resuenan con un eco que llena el silencio del castillo. Los condenados, encarcelados tras rejas de hierro, se detienen a mirarla con ojos hambrientos. Sus miradas de deseo se clavan en la figura de Artemisa, que pasa frente a ellos como una diosa caída, indiferente a sus súplicas.

Finalmente, Artemisa se sienta frente a la puerta principal del castillo. Su mente se fija en un solo objetivo: recibir al Rey Demonio como su rey y amante. La noche avanza, y el frío cala en su piel, pero ella permanece inmóvil, con las manos sobre los muslos, esperando, arrodillada.

Pasadas horas, la oscuridad se rompe. Damien aparece en el umbral, su presencia majestuosa y aterradora. Artemisa se lanza hacia él, cruzando sus brazos alrededor de su cuello, buscando desesperadamente un beso que él rechaza con un movimiento firme de su mano.

—¡Vas a prohibirme este deseo! Este apetito por ti no puede ser detenido.

—Las respuestas siempre han estado frente a ti. —Le extiende una copa de vino oscuro. —Bébelo. Necesitas saber la verdad.

Artemisa, con ojos febriles, toma la copa.

—Todo por ti, pero primero... —Se inclina hacia él, buscando un beso que Damien vuelve a evitar.

—El error que cometí contigo no tiene perdón.

—Entre más te rehúses, más difícil será escapar de mi afecto. —Lo empuja contra la pared, sujetándolo por la camisa. —Eres mío. No puedes negarme. Siempre insinuaste que debía ser tuya, y ahora que te deseo... —Jadea, excitada —¿me rechazas?

El enfrentamiento entre ambos encierra una tensión eléctrica, un choque entre el amor obsesivo de Artemisa y el remordimiento contenido de Damien. La escena culmina en un clímax emocional que deja a ambos personajes al borde del abismo, atrapados en un vínculo que los consume.

The Art Of Artemisa (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora