Capítulo 9

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—Veamos la próxima abrupta cercanía amorosa de Nerea y Damien. —Hace una reverencia, estrechando su mano con una sonrisa maliciosa— ¿Y cómo debo decirlo? ¿Esposa de Damien? —Se queda en silencio un momento— O debería decir, la amante de una sola noche. Dime... —Le entrega una copa de champán— ¿Ya lo tienes a tus pies?

Artemisa permanece en silencio, su cuerpo tenso y rígido, su postura cerrada como un escudo ante las palabras de Adriana. Su rostro, sereno pero con una amenaza latente, observa la copa con frialdad. Los ojos de Artemisa, brillando con una mezcla de determinación y cólera, se centran en la dirección hacia la azotea, buscando una salida ante la molestia que le causa la cercanía de la Reina Penuria. En su mente, se alza una barrera, un recordatorio de la gran diferencia entre los Dazzling y los Punished, entre los seres que buscan el orden y aquellos que se alimentan del caos. La diferencia es clara: el valor de los primeros radica en la creación y el bienestar, mientras que los segundos, como Adriana, creen que el vacío y la escasez son el equilibrio.

—Así que ese fue el motivo. ¿Por qué no me lo mencionaste? —Se aleja de Artemisa— ¿Y en qué plan han quedado ustedes?

—Estoy segura de que esa boquita de prostituta no ha dejado saciada al Rey Demonio. —Absorbe el champán, mirando a Artemisa con desdén— Tienes que hacerlo tuyo. Hazlo... —Suspira, aliviada —o no habrás logrado nada. —Coloca la copa al borde del muro, insinuando una provocación.

—Estoy seguro de que sabe cómo hacerlo. Ella no se niega a esperar. En el fondo, Damien siempre estará enamorado de Nerea. ¿O te olvidaste de lo que pasó hace tres meses?

—Mi tiempo es oro. —La frialdad en su voz es palpable— Y te aseguro que el Rey Demonio no tiene ojos para nadie más, excepto para esa bruja religiosa, llamada Artemisa. —De un solo trago, vacía su copa— Es una estúpida por creer que aceptaré su contrato. Mi trabajo es limitar las necesidades de los seres vivos, y mi objetivo es la escasez. Sin mí, los seres infelices jamás valorarán lo que tienen. Todo está en su lugar, en equilibrio... —Sonríe —gracias a mí.

La copa de champán estalla contra el suelo, y Adriana sonríe con desprecio mientras observa las piezas rotas esparcidas. La Reina Penuria, inmersa en su odio hacia Artemisa, no oculta su frustración al ver cómo la divinidad de la creación sigue opacando su dominio de la destrucción.

—¿No eran las mejores amigas?"

—Esa zorra me robó mi reino. —Su risa se convierte en una burla, una risa sarcástica— Sin mencionar lo que ella dijo. Imagínate, creyó que yo iba a traicionar al Rey Demonio, robar su reino y enfrentarlo a ella. ¡Ja! —Continúa riendo, como si lo pensara ridículo— Sí, claro. Como si fuera tan sencillo olvidar lo nuestro.

—Di algo, Nerea.

El tono desafiante de Élite provoca un eco en la mente de Artemisa. La provocación, las palabras venenosas de Adriana la reina penuria, la historia compartida entre ellas, todo lo que la rodea... la tensión la consume, pero aún así, ella permanece en silencio. Cualquier respuesta que dé, podría ser la chispa que encienda la guerra que ambos reinos llevan tanto tiempo cultivando. Su mirada se endurece y, por un breve instante, parece que toda la solemnidad de su existencia pesa sobre ella.

Los pensamientos de su pasado vuelven a tomar el sangrado mental hacia aquellas despedidas de una vida llena de tantas cruzadas y rumbos cubiertos de descontrol, marcando una salida. Escapar de aquel infierno fue su único lugar, alejándose de situaciones que tanto amaba por no lastimar, por no causar problemas. En su mente tan amable marca eso, pero es contradicho por los que alguna vez formaron parte de su existencia.

The Art Of Artemisa (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora