Capítulo 20

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Adriana

Los días habían transcurrido desde el terrible suceso que marcó su vida. Desde lo más profundo de su ser brotaba la inseguridad y el desconcierto, atormentada por no confiar plenamente en el Rey Demonio para gobernar ambos reinos. La indecisión de seguir sus pasos la hacía dudar de si algún día podrían vencer a la Reina del Equilibrio Armónico. Adriana entendía que entregarse a Damien había sido un error, un pecado que ahora cargaba como una cruz, al no haber sido capaz de ver más allá de la ilusión de su generosidad.

Acostada en su cama, sus ojos recorrían cada retrato de sus hermanos colgados en las paredes que decoraban la habitación. Rememoraba aquellos momentos indescriptibles en los que había tenido que soportar la carga de un mundo de inmortales, un mundo donde ni la muerte ni la enfermedad podían alcanzarlos. Para Adriana, el verdadero infierno no era otro que su propia familia, la cual libraba batallas eternas con los hermanos de la Reina Artemisa. A pesar de todas las diferencias, aún soñaba con un futuro donde todo mejorara.

—¿Cómo me dejé llevar por las emociones? ¿Cómo fue posible? —Se cubrió el rostro con las sábanas, furiosa por el dolor de no ser correspondida. Las lágrimas brotaban de sus ojos, como si fuera una muñeca rota, incapaz de contener su pena—. Tantas veces estuvimos juntos... —Murmura, entre lágrimas —¿para qué? Para que al final no aceptes nuestro compromiso. Soy una estúpida.

Llena de rabia, Adriana cedió al impulso destructivo y arremetió contra las macetas decorativas que adornaban su habitación. Los diversos colores de las flores no pudieron contrastar con la oscuridad de su corazón. Finalmente, fue la pared la que soportó el mayor impacto de su furia.

—Es un excelente día para visitar el reino humano. ¿Adriana?

Adriana, atrapada en su mundo de ilusiones y deseos, imaginaba innumerables estrategias para recuperar al Rey Demonio y volver a ocupar un lugar en su corazón. En su mente se veía gobernando ambos reinos junto a él, aunque esto implicara sumergirse en un amor tóxico y lleno de pecados.

—Sé que estás con esa vieja religiosa. ¡Me engañaste! —Limpió las lágrimas de su rostro con determinación—. ¿Acaso te estás enamorando de nuevo de ella? ¿Qué más tengo que hacer para que estés conmigo, Damien?

—Creo que debería venir en otro momento... —Musita —Esto no es buena idea.

—¡Quédate! —Se levantó con fuerza de la cama y se acercó a él, su mirada ardía de furia.

—Soy pésimo para consolar a alguien. Aléjate de mí.

—¡Vámonos al Reino Infierno! Voy a destruir a esa zorra religiosa y al asqueroso rey patético —menciona, cegada por el odio, mientras lo tomaba con fuerza de la camisa.

—Tengo cosas más importantes que hacer...

—¿Acaso no quieres gobernar el reino de Damien? —Sin darle más opción, lo arrastró fuera de la habitación al Elite de la anterior noche.

En los confines del universo, en medio del espacio y del tiempo, existe un archipiélago conocido como Penuria. Este mundo flotante, suspendido por fuerzas desconocidas, impide a cualquier ser vivo tocar su superficie contaminada. El suelo, yermo y desolado, está marcado por la escasez; ni la hierba verde crece allí. El cielo es gris perpetuo, el agua es negra, y los habitantes son seres espirituales cuyo aspecto evoca nebulosas y polvo. Vagabundos silenciosos, no expresan emociones ni inconformidad, condenados a un eterno errar sin propósito, guiados únicamente por su reina.

En los bordes de Penuria, monstruos de piedra patrullan incansables. Su único objetivo: sobrevivir. Estos titanes absorben la energía vital de quienes cruzan su camino, robando su esencia hasta convertirlos en estatuas inmóviles. La atmósfera es fría, como si la misma existencia se hubiera desvanecido. A pesar de la hostilidad, algunos animales han logrado adaptarse. Entre ellos, mosquitos con ocho patas que vuelan entre los reinos para robar la esencia primordial de la vida y acelerar la descomposición de cualquier objeto. Estos seres regresan a la Colmena Madre, donde se nutren de la sangre de animales muertos traída desde el mundo humano.

The Art Of Artemisa (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora