Capítulo 2

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El semblante del apocalipsis del infierno se deleita en las auras escarlatas visualizadas en el estrellado mundo de meteoritos y tierra flotante. Se eleva con fiereza, su impacto desploma las montañas del viejo calabozo cubierto de mortales impuros codiciados por sus vicios y codicias, el malévolo corazón corrompido de su alma oscura.

Artemisa se encuentra rodeada de un aura espectral de emociones de lujuria y placer, con una capa de piel epidérmica que le eriza los cabellos en advertencia y peligro. Le corroe el nervio, exigiendo valentía y audacia.

En el fondo, conocía su verdadero ego cubierto del sentimiento de revelar a la bestia manipuladora del Rey del Infierno. Dejándose fluir en el mar de pasión.

—¿Qué obra anhelante deseas de mí?

—Sabes que el mundo nocturno ha guardado mi silencio, se ha ocultado en la fosa de mi perturbada sonrisa. —Se acerca con sutileza— Cada maldad impactada en este reino no es similar al colapso de nuestro mundo juntos. —Sujeta con su mano derecha la mandíbula de Artemisa— Juntos creamos el abismo y el altar. ¿Acaso lo olvidaste?

—Éramos inocentes de mente santa cuando tus manos, cubiertas de pecados, me cubrieron el pulso sombrío.

—En el fondo de la brecha entre lo santo y lo profano existimos los dos. Juntos creamos...

—Jamás he abandonado a mis súbditos ni a la humanidad por el Rey del Infierno —Lo empuja— El recuerdo fue nuestra ruptura.

—Tu razón no he podido negar. Sin embargo, la idea de nuestra conexión... —Suspira, aliviado —Pronto descubrirás el significado del embrujo entre nosotros.

El cielo cubierto de neblina negra se abre junto con las tierras flotantes. Entre la brecha, entra la luz divina de color ámbar, un rayo palpitante con ángeles cubiertos de sangre que caen sin alas hacia el mismo infierno carmesí. Sollozan con ferocidad y verdad hacia el choque de impacto en el suelo de los impenitentes.

Los Punished se abalanzan hacia los cuerpos frágiles de la gente santa. Son cubiertos por manos sedientas de deseo; les arrancan las plumas que aún mantienen en su columna vertebral, con fuerza les abren y los órganos se vuelven visibles. Los ángeles han caído desde el cielo y se han incorporado al fin del averno.

Artemisa recibe una señal telepática de una conexión sagrada contra el reino del cielo. Su expresión se convierte en una mirada vacía ante la terrible acción del Rey del Infierno, quien manipula la responsabilidad de unir ambos reinos.

—¿Cuál ha sido el trato de nuestro acuerdo?

—Recuerda que tú me arrojaste del paraíso. Me abandonaste cuando podíamos haber convivido juntos.

—Yo te relegué del paraíso que preparé para los dos. Tu egoísmo, tu superioridad sobre todos, era insoportable. De ti ha nacido la maldad en tu corazón. Aquello que creíste con bondad y esperanza.

—Tú me dejaste caer cuando te enamoraste de mí. ¿Mi amor por ti era sofocante?

—Tales razones me llevaron a condenarte a castigar a los seres vivos, siendo tu cometido la frivolidad con ellos. Solo así podrás librarte de mi ferocidad.

—¿Qué error he cometido, cuando mi afecto me has negado? Siempre te he amado, pero niegas con contundencia nuestra pasión.

—No debes amarme.

—Tú me debes un contrato que debes cumplir.

—Todo te he dado, pero jamás asumiré ese contrato.

—Los ángeles del cielo caerán sobre nuestras cabezas, y los demonios nos cubriremos con todo el deseo de sus cuerpos. Sus sutiles y débiles alientos no están en contra de mi voluntad.

The Art Of Artemisa (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora