The Art Of Artemisa (COMPLETO)

Capítulo 11

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Artemisa tuvo que salir del castillo por un momento, su semblante sombrío y diabólico reflejaba los motivos aterradores de una verdad envenenada por el misterio. Mientras se encontraba atrapada en las paredes de la prisión, sin escapatoria, debía esperar pacientemente el regreso de Damien.

El engaño que había estado ocultando por tanto tiempo comenzaba finalmente a revelarse. Con cada paso, se aproximaba al cumplimiento de su oscuro juego. Baños de incertidumbre la envolvían, mientras su mente firmaba un contrato aniquilador que borraría todo rastro de Dazzling, con la única misión de apoderarse, de alguna manera, de los reinos del paraíso y el infierno. Su tarea más reciente era hacer que la divinidad se enamorara eternamente de él, encerrarla en una burbuja de lujuria, tal como había logrado en el pasado cautivar el corazón y el alma de Artemisa, una mujer llena de esperanza y bondad. Pero detrás de la máscara de Damien, se escondía una terrible acción del rey demonio, cuyo único propósito era regresar al paraíso. La puñalada final vendría con la llegada de Adriana, la reina de la penuria, quien, en su venganza, podría desterrar todo lo que Damien había logrado.

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Cuando el Rey Demonio existió por poco tiempo, se le conoció como el líder de los Punished, un ser lleno de una prodigiosa mentalidad, digno de ser creación de los inmortales. El padre de Artemisa, Federik Castillo, le entregó a Damien el infierno, pero con un motivo peculiar: amaría a su hija por toda la eternidad y gobernarían juntos. Sin embargo, se mantuvo en silencio sobre su origen. Tras la entrega, tanto él como Artemisa rechazaron este destino con arrogancia, pues eran muy diferentes, como la oscuridad y la luz. Los años pasaron y dejaron de ser niños desobedientes. El sangriento legado de su padre pasó a Artemisa, quien, al ser coronada reina del paraíso, mantuvo una norma efectiva: la distinción entre santos y pecadores.

Damien comprendió su misión a la perfección cuando Artemisa le encomendó una tarea más amplia. Aceptó sin dudar, dispuesto a ser el Dazzling que custodiaría el infierno, ya que su amor por ella era tan latente que con solo mirarla aceptaba cualquier cosa. Sin embargo, con el tiempo, una revelación cambió su perspectiva: estaba sujeto a una regla imposible de rechazar, la mentalidad de amarla eternamente mientras obedecía sin cuestionarla. A pesar de haberlo aceptado al principio, Damien comenzó a desarrollar un odio profundo, sintiendo que su amor por Artemisa era una condena. En su rebeldía, intentó destruir todo lo que había sucedido, buscando sin cesar una manera de asesinar el amor que sentía por ella.

Se unió a sus aliados de Punished para oponerse a Artemisa, pero al final terminó perdiendo en la batalla. Su derrota fue evidente y se castigó durante las horas del día, marcado por su único objetivo: destruir todo lo que había en su mente y corazón. Deseaba tomar un nuevo rumbo, pero cómo podía avanzar sin haber superado su pasado. El tormento lo llevó al limbo, engañado por su propio embrujo.

A pesar de su odio, Artemisa lo custodiaba en el tormento, esperando su cambio. Aunque su pecho seguía dedicado a una sola persona, nunca dejó de quererlo. Con el tiempo, renació la esperanza de que, algún día, Damien cambiaría. No quería recordar el sufrimiento ni el rechazo, sino mantener la ilusión de que algún día serían como antes.

Artemisa esperó tanto, que al final, no amó a nadie más. Jamás dejó de desear su regreso, aunque sabía que lo había marcado de por vida. Damien, por su parte, buscaba una solución para eliminar el sentimiento que aún lo atormentaba, pero no lograba deshacerse de él. Fue entonces cuando encontró una respuesta en otra parte, en una terrible realidad.