Capítulo 21

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Damien

La única solución que le quedaba era enfrentar los límites de su existencia, donde su propósito se enredaba en la telaraña de un sufrimiento autoimpuesto. Durante siglos, Damien se había negado a admitir que su propio monstruo, aquel que él mismo había creado, debía ser destruido. Solo así podría redirigir el destino que amenazaba con consumirle. Pero ahora, la respuesta parecía tan clara como dolorosa: solo Artemisa, la diosa de la bondad y la armonía, podía ser su salvación. Aquella figura divina que durante tanto tiempo había evitado confrontar, ahora era la única salida.

—¿Cómo pude ser tan ciego, tan cruel, que arrasé con el afecto que me tenías? Mi maldad, mis palabras, y mis cadenas te destruyeron. Ahora lo veo... —Suspira, destrozado —me arrepiento de todo. Quiero que vuelvas a mi vida.

Las lanzas sagradas caían del cielo, como una tormenta de cometas llameantes, buscando su corazón. Pero Damien no era una simple criatura; su fuerza residía en el deseo ardiente de proteger a quienes amaba. Con agilidad sobrenatural, esquivó cada ataque. Sin embargo, los dazzling—guardianes celestiales de Artemisa—no se detuvieron. Invocaron a una bestia divina: un ave de siete alas majestuosas que rasgaban las nubes. Sus garras, afiladas como cuchillas, rasgaron el hombro de Damien, dejando un surco profundo que comenzó a sangrar.

El ave abrió su pico, liberando un aliento somnífero, una neblina dorada que hacía sucumbir a cualquier ser que la respirara. Damien retrocedió, pero sus pensamientos lo traicionaron: aquella criatura era una de las muchas bestias que él mismo había ayudado a crear junto a Artemisa y su padre, en un tiempo que ahora parecía pertenecer a otra vida.

En aquellos días, el paraíso y el infierno no estaban separados por odio ni luchas; eran el laboratorio donde lo imposible tomaba forma. Sus manos creaban vida, uniendo materia viva con materia oscura, esculpiendo las almas que habitarían el universo. Pero ahora, esas memorias estaban manchadas por la traición y la culpa.

Damien comprendió algo crucial: los supremos, aquellos seres elevados que gobernaban desde las sombras, jamás tendrían un cuerpo físico que pudiera contener su esencia infinita. Ellos eran los verdaderos arquitectos de las barreras que separaban el amor de la destrucción, las mismas que ahora lo alejaban de Artemisa.

La línea del tiempo fluctuaba con cada decisión que Damien tomaba, cada acción lo alejaba más de la reina de la bondad. Pero el fuego de su corazón, ese que ardía solo por ella, lo empujaba hacia adelante. Artemisa, con su cuerpo delicado y su espíritu puro, era la encarnación de todo lo que él deseaba. Era perfecta, intocable, un sueño que lo volvía loco.

—Todo está en mi contra. El paraíso conspira para impedir nuestro matrimonio. Pero ahora lo entiendo: no era mi maldad ni mis planes los que nos separaron. Fue su envidia. Artemisa no es mi enemiga; ella es una pieza más en un juego que alguien más está controlando.

Las palabras resonaron en su mente. La traición que los había alejado no era suya ni de Artemisa, sino de un poder que buscaba destruirlos a ambos. Desde antes de sus nacimientos, alguien había movido las piezas para enfrentar a la bondad y la maldad, disfrazando la envidia como virtud.

—¿Quién sería capaz de engañarnos así? ¿Quién querría acabar con el mundo... y con nuestro amor?

Se ocultó bajo un puente, esperando la llegada de la noche. El silencio lo envolvía, pero su mente no descansaba. Con cada minuto que pasaba, más se afianzaba en la certeza de que debía encontrar a Artemisa. Su corazón traicionado ardía por ella, y aunque el arrepentimiento lo consumía, también lo impulsaba a buscar el perdón.

—En algún momento, nuestra cruzada era inevitable. —Se llevó las manos a la cabeza, intentando contener el peso de la culpa.— Tu sufrimiento me lastima más de lo que jamás podrías imaginar. Cuando te alejaste, me di cuenta del vacío que dejaste. Ahora lo sé: no hay destino más cruel que vivir sin ti.

The Art Of Artemisa (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora