Capítulo 19

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***

Poema de Damien

Deja derretirme entre tus abrazos,
protegerte con mis manos,
sin dejarte ir de mi lado,
porque solo existimos los dos.

Dime cómo me alejo de lo que siento,
si al verte de lejos me muero,
y sin creer en mi aliento,
me vuelvo esclavo tuyo.

***


Sentirse arrebatado de su propia existencia lo eleva a un lugar que nunca podrá reclamar, pues su rebelión lo condenó a un reino que jamás sería suyo. Su mayor equivocación fue su ira, esa que brotó del amor hacia una divinidad que creía solo deseaba manipularlo, seducirlo y jugar con su dolor. Nunca vio más allá de las sonrisas sinceras, de todo el amor que Artemisa le dio cada año, sin esperar nada a cambio.

Él se castiga en un infierno que construyó con sus propias manos, y sin darse cuenta de las consecuencias de sus actos, su único enemigo es su propia sombra.

Frente a él, los muros de vidrio reflejan un universo de placeres imposibles. El tormento lo consume, atrapado entre deseos irrealizables. Pero en medio de ese sufrimiento, su más profundo anhelo se materializa, una imagen de Artemisa aparece frente a él.

—¿Cómo es posible?

—Te dije que siempre tendrías todo de mí.

—¡Por fin lo conseguí! —Exclama con una sonrisa amarga, acercándose al vidrio. —Todo lo podemos tener, juntos. Yo lideraré estos reinos, y tú serás mi esposa. Eso será suficiente para mí.

—Ven a mí. Roba mis anhelos y conviértelos en un poema de amor.

—Mi amor... —Se acerca, pero no puede tocarla. Sus anhelos están más allá de su alcance. —¿Por qué me hacen esto?

—Tu tormento siempre será alejar a todos de sus sueños y deseos. Te castigarás a ti mismo por toda la eternidad. Lo que hiciste con la Reina Artemisa... —Musita, una voz desconocida —fue crueldad. —Pausa, luego la voz cambia de tono— Te enseñaré lo que es padecer.

Dentro del cristal, Artemisa llora y suplica por salvar el corazón de su amado. El rostro de Damien se refleja en la pena de ella, pero no logra ver que él mismo fue el causante de su sufrimiento.

—Perdona mi corazón y fortalece nuestra confianza. No puedo permitir que vea más dolor. —Seca sus lágrimas y entrelaza sus manos en oración. —Ha sufrido tanto tiempo. Su conciencia se corroe con la realidad, pero acabemos con su sufrimiento para unir nuestros corazones.

El lamento de Damien se vuelve palpable al ver el daño que ha causado, no solo en el mundo de Artemisa, sino también en el Reino Humano. Los pecadores se agrupan con él, estancándose en la laguna de su propia conciencia, mientras las cicatrices de sus acciones lo corroen por dentro. Se ha convertido en un monstruo que ya no puede confiar ni en él mismo, alejado de la bondad.

—Tienes tantos pecados que será imposible limpiarte de ellos. —Ríen burlonamente— Un Punished no entiende que su destino nunca cambiará. Son criaturas llenas de emociones, eso es lo que los hace patéticos.

—Yo castigo a los corruptos, a los mentirosos, a los asesinos. Es mi trabajo, lo que he hecho toda mi existencia. —Se arrodilla, derrotado— Nunca pedí convertirme en este Rey Castigador.

—Solo tenías que proteger a tu reina. Pero te negaste a casarte con ella porque en el fondo querías destruirnos, ¿no es así? O tal vez, deseabas que nuestra reina te amara para poder dominarla. —Se ríen cruelmente— Un Punished es un pecador por naturaleza. Siempre se deja llevar por los instintos y jamás por la razón.

—¿Ustedes jamás se dejaron llevar por el amor o por la ira?

—Eso es un chiste absurdo, Rey Demonio. Nosotros no creemos en el deseo, ni en el afecto, ni en el cariño. Si lo hiciéramos, seríamos como ustedes, unos impacientes que se dejan llevar por lo que sienten, cometiendo errores. Nosotros somos perfectos siendo razonables.

—Prefiero ser un Punished que siente emociones, comete errores y nunca anhela ser un Dazzling que jamás disfrutó de su existencia.

De repente, vitrinas cubiertas de vidrio emergen del suelo, exhibiendo manjares tentadores. Pero cuando Damien se acerca, una descarga eléctrica lo paraliza. Sin embargo, la visión de su Reina Divinidad lo mantiene enfocado en su tormento.

—No... —Susurra —no puedo... —Cae al suelo, exhausto, su alma desgarrada por la culpa.

—Está bien, Rey Demonio. Creo que finalmente le afectó. Después de todo, ustedes no pueden soportar esto. —La puerta se abre— Hay que llevarlo de nuevo al Reino del Infierno. Ayúdenme.

Damien se levanta, con un esfuerzo sobrehumano, empuja al Dazzling que lo sostiene, y lo manda a volar contra la pared.

—No voy a permitir que esto nos venza. No es vivir en este Reino... —Musita, enfurecido —Vamos a escapar juntos, Artemisa. —Sale corriendo, decidido a liberar su corazón del destino impuesto.

Corriendo, la visión de nubes blancas y paredes de oro y plata lo rodean. La arquitectura le deslumbra, pero más aún lo deslumbran los recuerdos que lo regresan a tiempos de paz, a tiempos que nunca pudo disfrutar.

***

Pensamiento de Artemisa 

Jamás pienses que tú eres el único que necesita navegar, porque en el fondo del mar, alguien necesita volver a flotar. Mientras tú surcas las olas, hay alguien que se ahoga en sus propios pensamientos, buscando aire donde solo hay agua. Quizá tu fuerza sea la que impulse a otro a mantenerse a flote, y viceversa, en un mar infinito donde todos estamos conectados, navegando en silencio en busca de un puerto que nos devuelva la calma.


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The Art Of Artemisa (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora