PROLOGO

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Las constelaciones se dibujan en el firmamento, exploradas por un amor enfermizo que se ancla con cuerdas invisibles sujetando las muñecas enrojecidas por el sufrimiento divino. En su calabozo, Artemisa revive la estaca del tormento, profundizando en los confines de su conciencia, alcanzando horizontes nunca antes descubiertos. El embrujo maldito de su corazón infalible se convierte en su única verdad, un sueño cumplido entre la unión de un murciélago del infierno y un pájaro celestial, mezclándose en una sola especie.

La cama del Rey Demonio se ha transformado en el altar de Artemisa, envuelta en un ambiente carmesí iluminado por las antorchas ardientes.

El Rey Demonio entra a la habitación, sus ojos ardiendo de lujuria. Artemisa yace en la cama, serena, pero atrapada en el fuego de su mirada.

—Ha sido mi pacto maldito lo que me ha atormentado en esta prisión. Me falta el aliento para respirar. Y, aun así, me has logrado enamorar —Menciona Artemisa mientras se incorpora lentamente, camina hacia el suelo, y se recuesta, su mirada fija en el Rey Demonio.

—Desde el principio, este pacto nos unió. Tú y yo... —Suspira, excitado —¿acaso no lo recuerdas? —responde él, avanzando con pasos decididos.

—Me has desnudado con tus ojos, atándome a este lugar de lujuria. Las paredes, teñidas de deseo, laten con cada uno de tus pasos hacia mí —susurra Artemisa, su voz cargada de pasión.

—Mi ángel divino, te he llamado... —Murmura, excitado —pero aún no he oído tu gozo rendido ante mí —replica el Rey, su tono cargado de posesión.

Artemisa, con un gesto decidido, deja caer sus prendas.

—¿Intentas convencerme de ceder mi pacto y huir contigo? —pregunta, su tono desafiante.

—Anhelo verte arrodillada, entregada por completo. Mis deseos se funden en cada jadeo que nace de tu ser —responde él, cada palabra impregnada de deseo.

—Tus sueños lúbricos jamás han estado en mis términos. Sin este pacto, me habrías negado mi libertad.

—Tus condiciones han desafiado mi liderazgo, pero los términos han cambiado, y el final ya no nos pertenece —responde Artemisa con firmeza mientras recoge sus prendas y se dirige a la puerta.

El Rey Demonio, lleno de furia y obsesión, la alcanza antes de que pueda salir. La empuja contra la pared, sus manos sujetando con fuerza las muñecas de Artemisa.

—Liberarte de mí no será tan sencillo. Tus placeres han sido mi adicción, y tu cuerpo mi templo. ¿Crees que escaparás de mí sin consecuencias? —gruñe el Rey.

—¿Qué oscuros pensamientos rondan tu mente? —replica Artemisa, su voz cargada de desafío.

—Una última ronda... —Susurra —explorar hasta el límite el placer que ocultas. Al final, suplicarás por este pecado que compartimos.

Con una fuerza inesperada, Artemisa lo empuja.

—No tan rápido. Conozco tu verdad, Rey Demonio. Me mentiste

The Art Of Artemisa (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora