Capítulo 17

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23-02-4074

Encima de la cama, las muñecas de Artemisa están sujetas por cuerdas a la cabecera, mientras Damien, con el rostro al frente, empuña un látigo con fuerza. Lo lanza sobre la piel de la santa una y otra vez, sus alas cubiertas de rasguños superficiales. No hay palabras de resentimiento, solo la repetición de la acción.

—Duele, amor.

—Eres una chica mala. Debo castigarte.

Continúa con su castigo, mientras Artemisa, atrapada en la mente encantada del juego, no sabe si se trata de una tortura o de un deseo compartido. En su mente, lo ve como una seducción, un juego cautivador que transita entre el dolor y el placer, sumiéndola más en su propia confusión.

Pero Damien no ve en ella más que una extensión de su furia interna, un desahogo por la tortura de sus propios sentimientos. Lo hace sin piedad, buscando la emoción, el peligro y la satisfacción que nunca puede encontrar en otra parte.

24-02-4074

La empuja contra el calabozo, donde los esqueletos observan la violencia con que el rey demonio golpea a Artemisa. La atmósfera se llena de desesperación, mientras los huesos caen al suelo, deshechos bajo el peso de la ira de Damien.

Le pone un collar con correa y la obliga a caminar alrededor de él, golpeándola con la fusta. Artemisa cae al suelo, pero sus ojos brillan con una mezcla de sumisión y amor, incapaz de liberarse del control que Damien tiene sobre ella.

—Estaba pensando que podríamos salir juntos...

—Estoy ocupado para eso. Olvídalo.

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De nuevo, Damien la arrastra por la ropa hacia la prisión, dejándola en el centro, casi sin voluntad propia. La sujeta con arneses, ajustándola con cuerdas y esposas, y comienza a golpearla sin detenerse.

—¿Cuándo saldremos a alimentar nuestro amor?

—Nunca. Aún no he cumplido con mi objetivo.

—¿Acaso quieres que me acostumbre? Esto es espléndido.

—No lo es.

—¿Por qué no admites tu sentimiento?

—Esto no funciona. —La empuja y se sienta en el suelo, cubriéndose los ojos con las palmas, intentando olvidar.

—No estás solo. Estoy aquí, contigo. —Se acerca y lo abraza. —Te amo. Eres el único a quien le he entregado mi ser.

—Lo sé.

—¿Qué quieres, Damien? —Lo besa en los labios. Se miran por un momento. —Dímelo.

—Aléjate de mí. —La empuja y cae al suelo. —Hasta mañana.

—Cuéntame, podríamos solucionarlo juntos. Podemos empezar todo de nuevo. —Le agarra la mano, pero Damien, furioso, la suelta y la deja en la prisión.

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Una vez más, la brutalidad de Damien se desata contra Artemisa, pero en ella aún persiste la necesidad de aceptación. Se sienta en el centro de la habitación, esperando que el monstruo entre por las rendijas de su mente. Ella, sumisa y enamorada, busca la manera de complacerlo, de hacerle olvidar el dolor que él siente.

—Tan temprano. Bien.

—Sí, señor.

Damien saca un extractor de pezones y lo coloca en su cuerpo, ajustándolo con fuerza. La quema con las velas, buscando que el dolor sea un castigo que apague lo que queda de su humanidad. Pero Artemisa, entregada a su obsesión, no se detiene.

—Castiga mi cuerpo, mi alma, mi ser, pero jamás vas a olvidarme. —Lo mira, confundida. —Yo te amo. Y quiero entrelazar nuestros mundos.

—No. No quiero.

—Yo quiero amarte, pero no me dejas acercarme a ti. —Toca su mejilla, pero Damien retira su mano. —No me dejas acercarme. ¿Qué hice mal?

—Deja de hablar.

—¿Te gusta esto? Si es así, aceptaré que me castigues y dañes. No me importa. —Gime de dolor al sentir el fuego quemar su piel. —Yo quiero que todo vuelva.

—Olvídalo.

—¿Por qué? ¿Por qué me alejas de ti?

—Déjalo así.

—Yo te amo, pero no hemos avanzado. ¿Cuál fue mi cometido en este dolor interno? —Se voltea, sujetando sus propias manos, intentando comprender el tormento. —¿Cuál fue mi error? ¿Por qué no me dejas recompensarte? —La abraza por la espalda. —Te quiero a ti. Entiéndelo.

—Estoy atormentado, atrapado en mi propio infierno.

—Déjame intentarlo. —Lo besa, entregada a sus emociones. Damien, finalmente, se aparta, saliendo del lugar sin respuesta.

Deja el lugar sin respuesta a las preguntas que rondan en la cabeza de Artemisa, cuya singular obsesión es amarlo, cuidarlo y guiarlo hacia la luz. Ella desea cubrirlo con un amor generoso, un amor inquebrantable que ilumine el camino de ambos. Su anhelo más profundo es unir su corazón blanco con el palpitante latido de la bestia maligna, a pesar de la oscuridad que lo consume.

27-02-4074

—Tenías razón. Debo empezar todo de nuevo. —Saca una daga divina y la muestra frente a Artemisa. —Tengo que acabar con todo esto.

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The Art Of Artemisa (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora