Capítulo 7

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-¿Entonces hago eso?-dijo Astrid mordiéndose el labio.

-Sí, supongo que esa tal Makia no tendrá ni idea de lo que es la lucha. Es lo mejor que puedes hacer si quieres deshacerte de ella-afirmó Brusca cruzándose de brazos.

-¿Hipo estará de acuerdo?

-Lo más normal es que sí, recuerda que los duelos son necesarios para comprobar si una persona es útil o no. Y, en caso de que esa mujer que quede en Isla Mema más de la cuenta, un duelo seguro que logrará sacarla de aquí. Eres la guerrera más hábil de toda la aldea así que... da ese duelo por ganado.

-Está bien, lo haré. Gracias por tu consejo.

▪︎ ▪︎ ▪︎

Rápidamente, los jóvenes se soltaron de los meñiques.

-Te enseñaré la isla antes de que el sol se haya ido por completo y luego nos pondremos a buscar alguna pista entre las pertenencias de mi padre-dijo Hipo-. Pero antes debo pedirte una última cosa.

-Claro, puede pedirme lo que sea.

-Deja de tratarme de usted, por favor-dijo entre risitas el hombre-. Estoy seguro de que tenemos la misma edad.

Makia sonrió con vergüenza.

-Está bien, como quieras. Veremos la isla y luego nos pondremos manos a la obra. Espero que todo salga bien.

Los dos se encaminaron nuevamente hacia la tribu. No se dijeron nada en el trayecto hasta que un Pesadilla Monstruosa se les atravesó en el camino. Tras el dragón, un hombre de pelo azabache los estudiaba con la mirada.

-¡Patán! ¡Casi nos matas del susto!-exclamó el jefe mirando sobresaltado al jinete y a su dragón.

-¡Hipo! ¿Qué haces aquí tan tarde?

-¿Que qué hago aquí? ¡Vivo aquí! ¿Hola?-gesticuló el castaño.

-Me refería a qué haces que no estás trabajando...-rió y enseguida dirigió su mirada a la joven que estaba al lado de Hipo-. ¿Y... esa quién es?

-Soy Makia-dijo la chica esbozando su mejor sonrisa.

-¿Makia? Caray, no me suenas de nada-se rascó la cabeza.

-¿Y qué te parece si digo "gata"? ¿Ahora te suena?-la chica entrecerró los ojos.

-¡Ah, sí, sí! ¡La chica desaliñada que vino ayer!

Hipo rodó los ojos.

-Sí-suspiró ella-. Por cierto, bonito Pesadilla Monstruosa. ¿Es tuyo?

-Lo es, sí-dijo dando unos golpecitos en el cuerno del animal-. Veo que sabes de qué  especie es.

-¿Ya lo sabías de antes?-preguntó extrañado Hipo, más relajado ahora.

-Lo leí en un libro hace muchos años.

Ambos hombres miraron a Makia. Ahora ella estaba siendo estudiada por ellos. ¿Qué libro? ¿Acaso de la tierra de dónde venía ella también había dragones? De ser así, ¿convivían de igual manera con ellos que en Isla Mema?

-¿Qué pasa?-los sacó de su especie de trance.

-Nada, nada. Esto..., tengo que ir con Garfios a... a hacer una cosa-mintió el azabache-. Luego nos vemos, Hipo.

Y el dragón emprendió el vuelo hacia un gran bosque. Makia hizo una mueca.

-¿Pero qué le pasa a su... quiero decir, a tu amigo? Sólo le he dicho que conozco su especie de dragón y luego me ha mirado como si...

-No le prestes mucha atención, Makia-la interrumpió el castaño, quitándole impirtancia-. Patán tiene fama de hacer creer a todos que es un hombre muy ocupado y muy misterioso. En fin, sigamos.

▪︎ ▪︎ ▪︎

Astrid se despidió de Brusca y empezó a buscar a Makia por toda la isla.

Respiró profundamente al ver una cabellera castaña trenzada al principio y suelta al final acompañada de otra cabellera del mismo tono. Se dirigió hacia ellos con decisión.

-Se te ha caído-dijo la castaña señalando al suelo un pequeño tornillo metalizado.

El chico se agachó a recoger dicho objeto y volvió a encajarlo en su sitio con una llave escondida bajo su pectoral de cuero.

-Hipo-se oyó una voz femenina detrás de ambos.

Se giraron y encontraron a Astrid cruzada de brazos y con una sonrisa ¿amable?

-Astrid, mi lady-Hipo también sonrió al verla, se acercó a ella y la abrazó-. Te estaba buscando por todas partes.

-Sí, ya lo veo-dirigió su azulada mirada hacia la chica de ojos verdes cuando se separó de Hipo.

-Buenas tardes, señora-saludó Makia sonriendo, aunque su sonrisa no alcanzaba sus ojos.

-¿Al final qué pasa con lo de tu padre, Makia?

-Le he propuesto vivir aquí hasta que reúna fuerzas para emprender nuevamente su viaje-Hipo respondió mintiendo por ella. No le gustaba mentir, menos a Astrid, pero si le decía la verdad, sabiendo lo susceptible que estaba la mujer, ¿cómo se lo llegaría a tomar?

-¿Se va a quedar? Pero, Hipo... no me has consultado nada-dijo extrañada la mujer-. Ni siquiera se lo has comunicado al pueblo.

-Fue algo improvisado, querida. Pensaba decírtelo tan pronto como te viera, y lo acabo de hacer. ¿No te parece bien?

-Si le parece mal, puedo irme...-dijo Makia con incomodidad.

-No, tranquila. No es por mí, pero creo que sabrás que tampoco pudes quedarte así como así aquí.

Hipo se sorprendió un poco.

-¿Ah, no?

-Claro que no, Hipo, recuerda que antes hay que ver si es de utilidad. Puede que solo se quede unos días pero ya sabes cómo está ultimamente la cosecha. Los alimentos escasean y, si ella no puede ofrecernos nada, comprenderás que no podrá quedarse...-comentó la mujer rubia. Ella tenía razón-. Escucha, Makia. Si quieres quedarte tendrás que hacer algo antes. Te propongo un duelo, así sabremos si tienes aptitudes de guerrero, todos lo somos.

-¡Un duelo!-exclamó sorprendido el joven jefe-. Pero un duelo es... algo muy difícil para una chica de su talla, ni siquiera sabemos si sabe pelear o coger un arma.

-En ese caso me temo que tendrá que irse-dijo Astrid sin muchas opciones, mirando a la castaña que ahora parecía estar con la postura más firme que antes.

-No, espere... Cuente conmigo para aquel duelo, haré lo que pueda, y le demostraré que soy de utilidad.

A pesar de que Makia no era para nada una experta en el combate, confiaba en que sus años de soledad la hubieran endurecido. Además, tenía que hacer lo posible para conseguir más tiempo en esta isla de dragones y así poder encontrar aquello que tanto deseaba.

-Entonces trato hecho, Makia-Astrid sonrió satisfecha y le extendió la mano para que se la estrechase-. Te enfrentarás a mí dentro de tres días, ¿entendido? Tres días.

Makia asintió y escupió en su mano, estrechando la mano de la rubia, creando un húmedo apretón de manos. Puede que Hipo fuera algo infantil en su manera de sellar promesas, pero desde luego Makia tampoco se quedaba atrás.

Elige Tu Propio Destino © (HTTYD)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora