El día había comenzado gris como el de antes de ayer.
Astrid despertó dolorida en una mesa de piedra. Por suerte aún no había nadie en la herrería, lo que significaba que era temprano.
Masajeó su nuca y se tronó la espalda. Estaba acostumbrada a dormir en la mullida cama matrimonial que compartía con Hipo, no en una mesa dura y fría.
Bajó la cabeza para ponerse las botas de piel peluda y recordó la noche anterior. Al final, Hipo se largó de allí sin decir una sola palabra más y la dejó sola. Ella se quedó durmiendo allí ya que tampoco quiso dormir con su marido esa noche, al menos no después de todo lo que hablaron. Quería mucho a Hipo, pero no le gustaba que no la creyera.
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-¿Dónde se habrá metido esta niña?-preguntaba Valka mirando la cama individual perfectamente arreglada en donde Makia había dormido-. Ni siquiera ha desayunado-añadió.
Salió de la habitación y se dispuso a ir al salón, pero para su sorpresa, encontró a la castaña de espaldas a ella, sosteniendo algo por el mango.
-Buenos días, señora-saludó la joven con una cálida sonrisa, volteándose para ver el rostro patidifuso de la señora.
-Creía que...
-¿Qué? ¿Que me iba a ir sin antes preparar al menos el desayuno? Qué mala fama tengo, ¿no?-dijo depositando dos huevos fritos en un plato de cerámica con ayuda de una paleta pequeña.
-Gracias.-La mujer mayor se sentó en una silla y comenzó a comer.
-No hay de qué.-Makia le tendió una jarra de cerveza. Valka la aceptó y dio un trago.
En ese momento llamaron a la puerta.
Makia la abrió y vio a Hipo mirando a otra dirección, pero este rápidamente posó su mirada en la chica. Ella estaba diferente y guapa. Con el pelo suelto y limpio se veía que el tono de cabello era más claro de lo que aparentaba.
-Hola, Hipo.
-Buenos días, Makia-saludó él.
-¿Y yo qué?-exclamó Valka con exagerada indignación desde dentro.
-Ay, mamá-Rodó los ojos y se fue a darle un fuerte abrazo.
Makia se rió de la situación.
Después de un rato de bromas, Hipo le dijo a la castaña:
-¿Lista para entrenar?
-Sí.
-Entonces no se hable más. Mamá, ¿te vienes con nosotros?
-¡Uy no, hijo!-dijo la mujer terminando de beber la bebida alcohólica-. Tengo que ir con Bocón a arreglar la dentadura del Náder Mortífero de la señora Somontano.
-¿La madre de Delina?
-Sí. En fin, debes entrenar muy duro, Makia. Mi nuera es dura de roer-rió al terminar-. Iros ya, anda.
-Luego nos vemos, mamá-se despidió Hipo con la mano. Makia imitó su gesto.
-¡Hasta luego!
A pesar del día gris, todo el mundo parecía estar de muy buen humor.
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Ambos jóvenes caminaban por la aldea. Estaban hablando acerca de qué harían cuando llegaran a la academia, pero Makia sólo podía pensar en lo que podrían encontrar que les pudiera llevar a su padre desaparecido. Debía tener paciencia, ganarse la confianza de la isla y luego trabajar con la ayuda de Hipo.
-Buenos días, Hipo-saludó la rasposa voz de un anciano que se cruzó en el camino de los chicos-. Tienes que hacer apuestas para el día de mañana, no lo olvides.
-Lo tendré en cuenta, Mohoso.-Con esas palabras, el jefe se despidió.
-¿Qué es eso de las apuestas?-Makia frunció el ceño confundida.
-La gente se juega pequeñas parcelas, ganado, objetos de valor y esas cosas por ti o por Astrid. Todo depende de quién gane.
-Y... ¿cómo se gana exactamente?-preguntó ella con cierto tono preocupado.
-Ganará la que consiga que su oponente no vuelva a levantarse del suelo...-respondió Hipo, pero al ver la expresión angustiada de la chica, añadió-... del cansancio, quiero decir.
-¿Vas a hacer apuestas?
-Qué va, yo no apuesto. Y no creo que a la gente le apetezca, lo que pasa es que Mohoso es un fanático de las apuestas. Como siempre solía ganar más cosas de las que apostaba en las carreras de dragones... En fin, entremos.-La chica recién se daba cuenta de que ya habían llegado a la academia. Había estado absorta en la conversación.
Ambos entraron accionando dos palancas que abrían una gran reja.
Contemplaron a varias personas en el terreno. Un chico de aparentemente veinte años, con el pelo negro y de ojos con tonalidades verdes y azuladas estaba practicando con una espada larga, dando cortes en el aire.
A unos metros, una niña de cabellos rubios y rizados trataba de utilizar debidamente el arco, lanzando flechas a una diana que nunca tocaba.
En el centro, un grupo de hombres de mediana edad luchaban entre sí con hachas y escudos.
Lejos de ellos, en el punto más lejano, tres adolescentes cuidaban de sus pesadillas monstruosas, incluso uno llegó a besar el hocico del dragón. Era imposible no querer a esos animales tan salvajes y a la vez tan mansos.
Y a la izquierda de los castaños, alejada, se encontraba la inconfundible cabellera rubia y trenzada de Astrid, la cual lanzaba su potente hacha a una gran diana lejos de ella.
Siempre acertaba en el blanco, tenía buena puntería y fuerza.
Makia frunció el ceño ante su presencia. ¿Iba a estar ella en el momento del entrenamiento? Le resultaba muy incómodo, tanto que pensó en irse inmediatamente de allí.
Los ojos de Hipo y Astrid se encontraron a lo lejos, pero ella desvió la mirada y le dio la espalda. No quería verle, y menos aún cuando Makia estaba con él.
-Vamos a sacar el saco de arena, Makia-dijo sin dejar de mirar a su mujer. Quería que todo fuera bien entre los dos, pero si ella no ponía de su parte para que todo se arreglara, Hipo no podía hacer nada.
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-¡Ahora por la izquierda!-exclamaba el jefe viendo a la chica darle una patada voladora al saco de arena, haciendo que este se soltase de la cuerda con la que estaba sujeto.
Parecía que Makia era más fuerte de lo que aparentaba, pues Astrid la contemplaba seriamente, observando cada movimiento.
Podrían pasar muchas cosas en el duelo.
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Elige Tu Propio Destino © (HTTYD)
FanfictionHan pasado dos años desde que Drago fue derrotado e Hipo nombrado nuevo jefe de Isla Mema. Todo iba bien hasta que una misteriosa chica llega a la isla. Esto cambiará por completo la vida del jefe y de su tribu. ¿Quién será esta chica? ¿Por qué ha v...