Capítulo 25

242 13 1
                                    

Ya en el Gran Salón, que se trataba de un lugar espacioso aunque lleno de muebles, Ingrid y este se sentaron en una mesa redonda, cara a cara.

-Bien, hablemos acerca de...

-Vaya, veo que ha recibido mis cartas-le interrumpió la señora, cogiendo del montón de la mesa y sosteniendo en su mano una de ellas.

-No hemos venido para hablar de cartas.-Hipo intentó arrebatársela, pero ella la alejó y la abrió con rapidez, aunque en realidad la carta ya había sido abierta desde hace mucho, pues el sello con el escudo de Garnes estaba roto.

-Es evidente que usted hizo caso omiso de mi propuesta-dijo leyendo el pergamino que había dentro de la carta-. Parece que ni siquiera la leyó.

-Para su información, leí la carta nada más llegar a mis manos. Como sabrá, no tengo necesidad de pactar nada con nadie, y mucho menos con una cazadora de dragones como usted, porque así lo estipulaba en la carta. Quise devolverla cuanto antes, pero no tuve oportunidad.

En efecto, Hipo había recibido, de entre tantas ofertas de alianza, aquella oferta por parte de la tierra garniense, pero ni siquiera se molestó en meditar la propuesta que Ingrid le había ofrecido. No renunciaría a sus dragones por una alianza, eso jamás.

-Mi pacto era simple-replicó ella, dando un golpe en la mesa con el puño derecho-y usted sólo tenía que aceptar mis condiciones. Se lo había puesto muy fácil, Hipo, ¿por qué no aceptó? Si hubiera aceptado, ahora mismo usted estaría tranquilo.

-Sus condiciones eran inviables en mis tierras y en mi persona.-El joven jefe se levantó del asiento y apoyó ambas manos en la mesa-. Escúcheme bien, jamás expulsaría a mis dragones a cambio de su protección y sus presentes. Yo no soy así.

-Agradezca que no he destruido por completo su intoxicada isla y he accedido a hablar con usted.-Ingrid también se puso de pie-. Otra persona seguramente no habría estado abierta al diálogo, ¿no cree?

-Diálogo es el que tendría que haber usado desde el principio en vez de atacar tan gratuitamente Isla Mema-declaró Hipo, apretando los puños-. Sé que no lo ha hecho por mí, sino por su hija. De no ser porque Makia está aquí, estoy seguro de que sí la habría destruido.

-La verdad es que sí que me hubiera gustado que Makia no estuviera aquí. Ella no es más que una chiquilla y parece ser que su estancia aquí la ha vuelto más rebelde.

-Su chiquilla tiene prácticamente mi edad, nos llevamos nueve meses de diferencia-le dijo el castaño, haciendo que Ingrid levantara las cejas. En una de sus charlas con Makia, ella le había confirmado que se llevaban solo nueve meses-. Ya no es una niña.

-Me trae sin cuidado la edad que tenga, hace años no era tan insolente como ahora, dándoselas de amiguita de los dragones y negándose a obedecerme-contestó la mujer, torciendo la boca-. Puede que hubiera intentado convencer a su abuelo acerca de esas bestias cuando aún vivía en Garnes, incluso lo intentó conmigo, pero no había llegado a tal extremo de anteponer su lealtad hacia ellos antes que a su propia familia. ¡Vosotros le habéis comido la cabeza animándola aún más a defender a esas infernales criaturas! Makia sólo buscaba a su padre, nada más.

-¿Y no le parece un poco estúpido dejar que su hija tan joven se fuera sola durante casi ocho años en busca de ese hombre?-dijo el castaño, haciendo que la líder se pusiera tensa.

-¡Tú no sabes nada, muchacho! No te atrevas a decir una sola palabra más acerca de esto, no es asunto tuyo.-Ingrid había perdido la compostura, no le gustaba tener conversaciones respecto a ese tema. Había incluso dejado el trato educado con Hipo.

-¡La que no sabe nada eres tú y tu pueblo! La pobre Makia, cuando apareció en Isla Mema, estaba débil y asustada. Sólo Odín sabe por todo lo que habrá pasado tu hija, y encima dejaste que se largara sin más. De hecho, estuvo a punto de ahogarse. De no ser por mí, el mar se la habría tragado y tú y yo no estaríamos teniendo esta conversación-le reprochó Hipo con toda la rabia que se había estado reservando desde que Makia le contó su historia. Él también había dejado de tratarla de usted, no se lo merecía-. ¡Eres una madre irresponsable!

Elige Tu Propio Destino © (HTTYD)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora