Capítulo 22

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Al margen del trabajo que tenían que hacer Gustav y Astrid en la Academia de Dragones, el trío sobrante estaba en la casa de Hipo, con Ojo de Serpiente y Desdentao fuera. Kaysa había preparado una comida variada incluyendo frutas que había traído de su aldea, verduras y su plato fuerte, el alimento que todos amaban: su deliciosa mantequilla.

A pesar del ambiente cálido y hogareño que reinaba en la casa, Makia no dejaba de pensar en la conversación que, tarde o temprano, iría a tener con el jefe acerca de su promesa. Pero, ¿por dónde empezaba? No quería hablar del tema así de sopetón con él, teniendo en cuenta que Hipo, por suerte, no estaba furioso con ella. Debía encontrar la manera de iniciar aquella inevitable conversación sin sonar desesperada, no obstante, Makia permanecía ahí sentada, en silencio, sin la fuerza necesaria ni la iniciativa suficiente para sacar el tema.

-Cuánto silencio, ¿no? Y pensar que separados sois como dos cotorras-bromeó la vikinga más mayor al ver que ninguno de los jóvenes decía nada, sirviendo la comida-. Iré un momento al cobertizo, no malgastéis mucha saliva sin mí.

Por parte de Hipo, las palabras tampoco lograban salir de sus labios. Ya no estaba enfadado con Makia por lo de Astrid, pero aún así esperaba una disculpa. Tenía la certeza de que se disculparía, confiaba en Makia, mas lo único que hacía ella era guardar silencio. Si Hipo sacaba el tema... tal vez eso pudiera darle un empujoncito a la joven. De modo que, con toda su fuerza de voluntad, contemplando a Makia una vez más, le formuló la siguiente pregunta: "¿Cómo va tu herida del brazo?", pregunta que hizo que la chica lo mirara directamente a los ojos, con un ápice de culpa.

-Va bien, ya casi no me duele-respondió Makia en voz baja, dándole un bocado a la tostada con mantequilla que tenía en el plato-. ¿Qué tal van las... heridas de Astrid?

-Están cicatrizando bien-dijo Hipo, desviando la mirada hacia el suelo. Luego, bebió agua de un vasito de metal.

Makia se dio cuenta de lo que estaba pasando, Hipo estaba empezando a sacar el tema del duelo poco a poco para echarla una mano. Puede que conociera a Hipo de unos pocos días, pero era fácil deducir sus intenciones a esas alturas de su relación amistosa. Hipo era su amigo, le consideraba como tal. Colaborando un poco, Makia soltó lo que tuvo guardado dentro suya, de forma suave ya que no quería montar una escena allí mismo.

-Quiero que sepas que me arrepiento de haber hecho lo que hice ayer en la academia.-La voz de la chica, a pesar de sonar nerviosa, denotaba sinceridad-. No quise ensañarme tanto con Astrid, te lo juro. Lo único que quería era demostrarle a todo el mundo que era digna de pertenecer a Isla Mema y de ganarme su aceptación. Deseo disculparme con ella, Hipo, sé que lo que hice estuvo mal. Y también sé que tienes todo el derecho a echarme de la isla, al fin y al cabo no tienes por qué ayudarme...

El rostro del castaño la miró con compasión.

-No voy a echarte de la isla-aseguró Hipo finalmente, posando su mano en el hombro cubierto por el poncho peludo de la chica-. Me dolió lo que hiciste, a ella más que a mí sin duda, sin embargo, si estás dispuesta a querer arreglarlo, entonces tienes mi apoyo. Cometiste un error como cualquier ser humano, Makia. Además, te dije que yo no te daría la espalda como los demás, y no lo voy a hacer nunca.

A Makia se le humedecieron los ojos. Todo su temor, sus ganas de irse de allí, su culpa por haber dañado a otra persona y su frustración, se vieron barridas por las palabras tranquilizantes de Hipo. Aquello significaba esperanza para ella, esperanza por ponerse por fin en busca de alguna pista acerca de su padre en aquella isla, con ayuda de Hipo.

-No sé cómo agradecerte tu comprensión, de verdad. No me merezco lo que haces por mí.

En cuanto Hipo estuvo a punto de contestar, la puerta de la cabaña se abrió con tanta fuerza que se desprendió del marco y cayó al suelo. Chusco, el joven de la cabellera rubia y larga, estaba delante de ella, jadeando y tratando de articular palabra. Detrás del muchacho había una gran nube de humo y se oía una fuerte mezcla de gritos y dragones, además de un sonido metálico desconocido. Kaysa volvió del cobertizo lo más rápido que pudo al oír el ruido proveniente del exterior, encontrándose con Chusco en la entrada y a Hipo y Makia de pie.

Elige Tu Propio Destino © (HTTYD)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora