Capítulo 16

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Todos allí en Isla Mema habían vuelto a sus quéhaceres después del duro combate. Aquel evento había tenido a toda la tribu en vilo durante los últimos días, y no veían el momento de felicitar personalmente a Makia por su esfuerzo en la arena. Al principio el pueblo no la aceptaba, pero visto lo visto en aquel duelo, todos sentían un gran alivio y entusiasmo por ver que esta chica misteriosa se había convertido en una integrante más de la isla. Tal y como dijo Hipo, estaban seguros de que Makia traería un buen futuro para el lugar.

Ya por la tarde, Hipo y Astrid se encontraban en la cabaña de Gothi, con la curandera de cabello albino limpiando los arañazos de la rubia con un algodón empapado de alcohol, con ella sentada en un tronco ancho. Tenía cuatro arañazos en la sien y parte de su mejilla y tres más en un rincón de su barbilla y cuello. No eran unos arañazos profundos, pero corrían el riesgo de infectarse y más aún si habían sido provocados con las uñas.

-¿Se me cicatrizarán?-preguntó Astrid ligeramente preocupada mientras la mujer mayor limpiaba su arañazo más grande.

La señora sonrió y asintió con la cabeza. Luego procedió a untarle un ungüento color verde en las heridas, posiblemente un agente antibacteriano.

-Nada grave, menos mal-comentó Hipo, que estaba de pie al lado de Astrid.

Cuando Gothi acabó de untarle aquel ungüento, Astrid se levantó del tronco para examinar las líneas color vino de su sien y barbilla, con la pasta verde traslúcida sobre ellas, reflejándose en un viejo escudo de hierro pulido.

-Lo soportaré.

En aquel momento la puerta de la sala se abrió de golpe, provocando el susto de las tres personas. Entró una mujer de cabello muy corto, era rubia y tenía los ojos marrones. Sus cejas eran arqueadas y, a pesar de tener una muy pequeña cantidad de arrugas en el extremo exterior de sus ojos, lucía perfecta bajo la luz suave del atardecer.

-¿¡Kaysa!?-exclamó llena de sorpresa la chica de los ojos azules.

-Sí, Kaysa-le contestó la mujer, soltando una risilla-. No estábais ni en la Academia de Dragones ni en vuestra casa, así que he tenido que preguntar vikingo a vikingo dónde diantres estábais. Encima con lo grande que es esta isla me ha llevado horas encontraros.

Astrid sonrió mostrando los dientes. Se aproximó a la mujer y la abrazó con ternura. Casi nunca veía a su prima ya que ella vivía en otra aldea, lejos de la isla. La había intentado convencer muchas veces de quedarse a vivir en Mema, pero Kaysa siempre la rechazaba. Solía decir que "dos Hofferson en un mismo sitio eran multitud". No lo decía a malas, simplemente quería que su prima pequeña hiciera su vida sin su ayuda.

Hipo esbozó una cálida sonrisa. No conocía mucho a Kaysa, pero por lo poco que lo hacía, esta le caía bien. Le resultaba raro que estuviera en la isla después de varios meses sin venir, pero qué podía decir, ella era una Hofferson. Era impredecible.

Ambas se apartaron y se quedaron mirándose entre sí con perplejidad.

-Pero, ¿qué te has hecho en el pelo?

-¿Qué le ha pasado a tu cara?

Rieron al ver que acababan de preguntar a la vez. Kaysa fue la que respondió primero.

-El pelo largo era un rollo. Me hartaba el tener que peinarlo, trenzarlo y eso, de modo que un día no aguanté más y ¡zas!, lo corté.

Astrid acarició el pelo de su prima, con curiosidad, sintiendo las hebras de su cabello cortito. Honestamente, Kaysa estaba guapa con su nuevo corte de pelo, aunque el pelo largo también le quedaba muy bien.

-Te confieso que jamás he visto a una mujer con el pelo tan corto-dijo la más joven-. Me parece que marcarás tendencia. A lo mejor Hipo está dispuesto a seguir tus pasos.

Elige Tu Propio Destino © (HTTYD)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora