A la mañana siguiente, el domingo, la montaña estaba cubierta de nieve. Había dejado de nevar y el suelo ahora parecía un manto blanco, al igual que la hierba sepultada por el agua congelada.
Makia se despertó poco a poco en aquel alargado banco cubierto de pieles, con la chimenea apagada en la que todavía unas brasas rojas permanecían allí, testigos de que hubo fuego. A pesar de ello, la casa seguía estando cálida y la joven había dormido muy bien. La chica estiró los brazos y bostezó, dirigiendo su mirada hacia la mesa que estaba justo frente a ella, bajita y alargada, al igual que el banco en donde había dormido. Allí habían un par de zapatos negros escamosos y un peludo poncho blanco.
Se levantó del banco y fue a mirar los objetos, percatándose de que dentro de uno de los zapatos había una notita escrita con una caligrafía peculiar, como si la hubieran escrito con un trozo de carbón en vez de una pluma.
Como he visto que no tenías zapatos, te he dejado estos míos y un poncho, que te hacían falta. He salido con Fargios, volveré antes de que despiertes.
Gustav.-Llegas tarde.-Sonrió dejando a un lado el papel. Se puso los zapatos hechos de piel de caimán, que le quedaron perfectos, y el poncho blanco, hecho con lana de oveja.
Makia fue entrando en calor progresivamente, mientras recorría la habitación para ver a Ojo de Serpiente, que aún se encontraba durmiendo en un rincón de la gran sala. Lo observó dormir durante largo rato, mirando cada escama de la cabeza del dragón. Aquel animal ya la había protegido dos veces el mismo día, como si la conociera de toda la vida, como si Makia fuera la única familia que tuviera. Tal vez era esto, ya que los Leñadores solían ir en manada y no en solitario; de otro modo, seguramente el dragón no la habría prestado atención. Si no tenía familia, la chica se encargaría de darle una con su cariño y lealtad, porque después de lo que Ojo de Serpiente había hecho por ella, estaba convencida de que no lo abandonaría por nada del mundo.
Con cuidado, Makia se deshizo la coleta que llevaba del día anterior, encontrándose con su pelo sucio otra vez. Ya había pasado tiempo desde que se dio un baño en la casa de Valka, era hora de volver a asearse. Caminó por la casa, inspeccionando las habitaciones a ver si encontraba alguna que tuviera una bañera y algo de jabón. No pensaba bañarse sin el consentimiento de Gustav, pero echó un vistazo por si acaso.
En el momento en el que la chica divisó unas escaleras que daban al piso de arriba, que no era más que un pequeño ático, la puerta de la entrada se abrió de golpe. Fargios entró despertando a Ojo de Serpiente con sus gruñidos y pisadas; tras él, Gustav traía consigo una bolsa abultada.
-Vaya, ya estás despierta-saludó el moreno entrando en la cabaña, dejando la bolsa llena de bayas en una mesa. Luego, se detuvo delante de la chica-. ¿Qué tal has dormido?
-Muy bien, gracias-dijo ella-. La verdad es que... un "gracias" no es suficiente para agradecerte todo lo que has hecho por mí, Gustav. Me has dado cobijo y compañía cuando más lo necesitaba y...
-No te preocupes, en serio, recuerda que tú me diste de cenar.-Gustav la interrumpió, acercándose a ella-. Además, tú también me has dado cierta compañía, no vive mucha gente en la montaña y esta casa llevaba mucho tiempo sin ver caras nuevas.
En ese momento, el Leñador se acercó a Makia y restregó su cabeza con la de ella, saludándola. La joven le acarició el hocico, devolviéndole el saludo.
-Supongo que ambos querréis desayunar después de haber dormido largo y tendido-dijo Gustav alegre, cogiendo la bolsa abultada y sacando de ella dos pescados. Se los tiró a Ojo de Serpiente y este empezó a comer-. Tranquila, no me he olvidado de ti.
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Elige Tu Propio Destino © (HTTYD)
FanfictionHan pasado dos años desde que Drago fue derrotado e Hipo nombrado nuevo jefe de Isla Mema. Todo iba bien hasta que una misteriosa chica llega a la isla. Esto cambiará por completo la vida del jefe y de su tribu. ¿Quién será esta chica? ¿Por qué ha v...