Elige Tu Propio Destino © (HTTYD)

Capítulo 21

Más tarde, las dos personas estaban sentadas en el sofá, con Makia relatándole su historia al moreno como si de un cuento se tratara. Le había contado cosas que ni siquiera Hipo sabía, alguien del que se olvidó por completo al estar en compañía de Gustav. Le habló incluso de su madre, llamada Ingrid y de su pequeño hermanito Briët, que pertenecían a la tribu de un archipiélago llamado Garnes, su hogar, muy lejos de Isla Mema. Se podría decir que Makia, en los casi ocho años que llevaba buscando a su padre, se había recorrido el mundo entero, aunque pareciera poco creíble. Su última parada habían sido las islas vecinas de Mema, para seguir preguntando por Estoico el Vasto, y todo la había conducido hasta aquí.

Gustav escuchaba atentamente su relato, le encantaba saber más acerca de esta chica. Sabía que cuando ella entrara en confianza, sería mucho mejor para ambos, y quién sabe, tal vez la chica estaría dispuesta a ver en él un amigo.

-Pero, Makia-dijo el chico cuando Makia terminó de relatar-. Si lo de tu padre es tan urgente como dices, será mejor que bajemos ya a la aldea. A estas horas Hipo estará más que despierto, tienes que hablar con él y poneros cuanto antes con la búsqueda, ahora que ya tenéis más tiempo.

La joven se quedó en silencio y desvió la mirada. En efecto, tenía que hablar con Hipo sobre su promesa, sobre su ayuda con lo de su padre, pero, ¿querría Hipo ayudarla después de lo del sábado? Gustav notó sus dudas, básicamente porque Makia le había contado lo que le hizo a Astrid en la arena y cómo se lo había tomado Hipo. No obstante, a él pareció no afectarle en absoluto nada de lo que había dicho, sabiendo que conocía de toda la vida a Astrid. En realidad, se centró más en lo que la Hofferson le había hecho a Makia y su desaprobación para con ella, de hecho, ni siquiera le importaba el que Hipo y Astrid estuvieran peleados. Respetaba su matrimonio igual que se respeta una familia de líderes, eso era todo.

-Te lo prometió. Hipo es un hombre de palabra, sé que te ayudará-le dijo el azabache después de un rato, intentando callar los pensamientos negativos que sabía que la chica tenía.

-Primero tengo que disculparme con su esposa, aunque estoy segura de que ella no aceptará mis disculpas porque no le caigo bien.

-Si no le caes bien es su problema, al menos serás educada y es algo que te habrás quitado de encima-aseguró Gustav, con firmeza-. No dejes que te intimide lo que pueda pensar o no, de verdad. Debemos irnos.

Makia decidió no darle más vueltas al asunto, con lo cual se levantó, despertó a Ojo de Serpiente y ambos jóvenes montaron en sus respectivos dragones, justo después de salir de la cabaña. Se dirigieron a los desfiladeros de aquellas cumbres, planeando por el terreno nevado, destacable por su belleza blanca y el sol de la media mañana que lo hacía relucir.

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Al llegar a la plaza de la aldea, Hipo en seguida los divisó, ya que pasaba por allí. Sabía que Gustav y Fargios aterrizaban siempre en esa zona, pero realmente se sorprendió al ver un Leñador en la plaza, cuando estos normalmente preferían la tranquilidad de los bosques. Sin embargo, para su mayor sorpresa, vio a cierta joven castaña de ojos verdes a la que tanto había estado buscando el día anterior. Allí estaba ella, sin un rasguño salvo el que tenía en su brazo vendado, con un poncho blanco y su cabello suelto y limpio. Se alegró tanto de verla que fue corriendo de inmediato a donde ella estaba.

-¡Makia!-exclamó el joven jefe mientras ella se bajaba de Ojo de Serpiente, aún a unos metros de él.

-Hipo, yo...

No continuó ya que Hipo, cuando por fin la tuvo cerca, la estrechó en sus brazos con fuerza.

-Makia, ¿dónde estabas? Te he buscado por todas partes. ¿Estás bien?-preguntó el chico tomando a Makia por los hombros con suavidad. Había estado preocupado por ella más de lo que se imaginaba.