Capítulo 27

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Pronunciar aquel nombre le resultó ácido a Ingrid, como saborear el jugo de un limón. Valka la miraba con confusión, no teniendo ni idea de por qué aquella mujer extraña pero, de alguna manera, de aspecto familiar, sabía su nombre.

-¿Qué has dicho...?-Los ojos del jefe se entrecerraron y se quedaron mirando la expresión de Ingrid. Hipo aún tenía a su madre en brazos, la cual nuevamente iba recobrando poco a poco el equilibrio. Deconocía la razón del dolor de cabeza que sufría Valka.

La líder respiraba profundamente, tratando de procesar lo que iría a decir a continuación, aunque a decir verdad ni siquiera tenía palabra alguna para continuar. Reconocía a Valka, una mujer a la que no había visto desde que Ingrid tenía treinta años, cuando Makia aún era un bebé.

Tras un minuto de pausa, la puerta se abrió nuevamente; esta vez los que aparecieron fueron Makia y Briët, que respiraban de manera entrecortada. No habían reparado en que la luz amarilla de la puesta de sol había recaído sobre la isla. A los jóvenes, aún fuera, les resultó muy extraña la situación. Valka en brazos de Hipo y su madre con la expresión de haber visto un fantasma. Incluso Desdentao, que se encontraba a las afueras de las puertas del Gran Salón, se había asomado un poco para contemplar a las personas y asegurarse de que Hipo estaba bien. Las tres personas observaron a los hermanos, claramente no se esperaban su aparición ahí.

-Makia-dijeron a la vez los líderes. La madre de Hipo aún se encontraba algo indispuesta para articular palabra. Ingrid, en cambio, la miraba desconcertada, a ella y a su hermano. Algo había pasado hace mucho tiempo, algo de lo que sin duda la líder se había arrepentido durante toda su vida. Y ahora... su realidad la había golpeado en la cara.

-Oh, Hipo, menos mal que está contigo-dijo aliviada la chica, acercándose a Valka y al jefe-. No se encuentra bien, no sé cómo ha podido llegar tan rápido.

-Tenemos que llevarla con Gothi-sugirió Hipo-. Yo tampoco sé qué le ocurre.

La intocable Ingrid, la mandamás de Garnes, estaba llena de pavor ante el grupito que se había formado en el Gran Salón. Su enemigo, la mujer de su pasado, sus dos hijos y ella. Quería salir de allí cuanto antes, ya ni siquiera tenía ganas ni intención de tomar por completo Isla Mema. Lo único que quería en ese preciso instante era largarse de allí con sus hijos y sus soldados, volver a Garnes para escapar de la cruda realidad que estaba viviendo, limitarse solo a recuperar el tiempo perdido con su querida hija.

-Makia, vámonos...-dijo finalmente Ingrid, recobrando un poco la compostura, aunque no lo suficiente, pues su voz destilaba nerviosismo-. Coge a Briët, nos iremos de aquí ahora mismo.

Las tres personas se sorprendieron ante las palabras de la señora, en especial Makia. ¿Qué había pasado con sus deseos por destruir Isla Mema? ¿Acaso... acaso Hipo ya la había convencido de no hacerlo, de que los dragones eran seres con alma? Ingrid apartó la mirada de Valka, que casi ya se había recompuesto por completo de su pequeño ataque. Se dirigió aceleradamente hacia la puerta del Gran Salón para agarrar de la mano a sus dos hijos, mas la castaña la detuvo.

-Espera, espera.-Makia la paró en seco, jamás había visto a su madre tan nerviosa y desesperada como en aquel instante-. ¿Estás... bien?

-¡Sí!-Ingrid levantó la voz-. Es lo que querías, ¿no? Que dejara en paz esta isla llena de monstruos. ¡Pues hagámoslo! Larguémonos de aquí, los tres, volvamos a Garnes.

A Makia no le cuadraba este cambio tan repentino de parecer, porque si hubiera sido a causa de Hipo, estaría plenamente segura de que su madre estaría en paz y no tan desesperada ni tan llena de miedo como lo estaba en ese momento. No pensó en alguna especie de amenaza por parte de Hipo porque, bueno, sabía que él no era así. Desconocía el motivo, pero tarde o temprano lo averiguaría.

-De eso ni hablar-intervino Hipo, poniéndose delante de la puerta antes que la familia Haugen, con Desdentao detrás suya a modo de "muralla" doble. Recordó las palabras de hace un momento que aquella mujer había soltado, el nombre de su madre, un nombre que no tendría por qué conocer-. No os iréis de aquí, no te irás sin antes decirme por qué conoces el nombre de mi madre, Ingrid.

La joven de ojos verdes no pudo evitar fruncir el ceño ante esa afirmación. ¿Su madre conocía a Valka? Makia y Briët se separaron de Ingrid, alejándose un poco de ella, pues no sabían lo que estaba pasando. La madre de Hipo, por fin recompuesta, observó a Ingrid recordando a una mujer rubia, de aparentemente unos treinta años, con los ojos azules. Aquella mujer sin duda era la mujer más hermosa que podría haber visto en todos sus años de vida, sin embargo, aún no sabía qué relación podrían tener ambas ya que no recordaba nada. Sabía quién era, sabía su nombre, pero no sabía qué tenía que ver Ingrid con ella, qué impacto provocó en su vida que hizo marcarla con la imagen de aquella sádica líder pudiendo reconocerla incluso cuando ambas ya no eran las jóvenes de antaño.

-¿Cómo...?

-No tengo nada más que decir. Apártate-ordenó Ingrid, apretando las manos, ignorando la confusión de su hija-. Apártate o te apartaré yo, Abadejo.

-¡No!-exclamó Valka, posicionándose al lado de su hijo, protegiéndolo ante Ingrid, que había sacado una espada larga y se encontraba apuntando a Hipo. Makia sofocó un grito de horror y se apresuró a sujetar la espada que blandía su madre, clavándose un poco la parte afilada de la hoja.

-¡No lo hagas!-gritó la chica, apartando la espada con un rápido movimiento, haciéndose un corte en la palma de su mano. Hipo estaba sujetando el mango de su propia espada de fuego, esperando a sacarla si Ingrid acometía contra Makia-. Por favor...

Briët empezó a ponerse nervioso también, no le agradaba ver a su hermana poniéndose en contra de su madre, realmente le partía el corazón. Se dirigió a donde estaba Ingrid y, alargando el brazo hasta el hombro de su alta madre, la tocó, mascullando un "mamá..." que hizo que la líder le mirara a los ojos, observando en él su deseo de que todo acabara, de que no se derramara más sangre en su presencia. Había tenido una infancia muy dura tras la partida de Makia, obligado a unirse al ejército de su madre a una edad temprana. No soportaba más la situación, quería volver a tener a su familia.

Ingrid bajó la espada, viendo cómo Makia agarraba con fuerza la mano de Hipo, y este a su vez agarraba la mano de Valka, y justo encima de ellos, la cabeza de Desdentao se erguía amenazante. Soltó una pequeña lágrima al ver la imagen que tenía delante, parecía una especie de corona humana, con las dos mujeres a los lados, Hipo en medio y Desdentao justo encima de él, a modo de joya principal. Pronto comenzaron a brotar más lágrimas de los azules ojos de la jefa. Una vocecita interior le decía que no debía contar nada acerca de por qué conocía el nombre de Valka, qué pasó con ella hace más de veinte años, qué fue lo que hizo que la líder sufriera en silencio día tras día, qué fue lo que hizo que se hundiera en el arrepentimiento, lo que la hizo mandar a su hijita de catorce años a buscar a su verdadero padre. Sin embargo, su corazón le imploraba que contara la verdad, que ya no escondiera más su secreto, que se enfrentara de una vez a Makia, ahora que ya era mayor, diciéndole todo cuanto sabía con respecto a su pasado y a ella misma.

En esta encrucijada, el remordimiento había ganado y la espada había sido soltada por la líder, proclamando su rendición ante lo que más amaba en este mundo: sus hijos.

-Lo siento mucho, Makia-dijo Ingrid entre lágrimas, llevándose una mano a la boca-. Perdóname.

Elige Tu Propio Destino © (HTTYD)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora