Capítulo 23

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No estaba soñando, no era su imaginación. Su hermano pequeño estaba allí, mirándola con miedo y curiosidad. Makia recordaba a Briët como un pequeñajo de pelo muy rubio al que le gustaba mucho corretear por el bosque, era un niño activo aunque algo desobediente. Hubo un día en el que Makia y Briët salieron a las puertas de su casa para hilar, teniendo en cuenta que era lo que las mujeres y los niños hacían en aquella sociedad liderada por hombres. El niño pequeño se llevaba a la boca cualquier tipo de planta, mientras que una preadolescente Makia trataba de hacer su trabajo y de cuidar de su hermano a la vez, aunque él no se lo ponía fácil con su comportamiento.

-"No te comas eso, ¿es que quieres ponerte enfermo? "-le regañó la castaña aquel día.

Este niño era de aspecto escuálido, a pesar de llevar la armadura de bronce. Podía ver sus pequeñas manos rojas apoyadas en la nieve y su mirada recorriendo todo su rostro al decir ese nombre.
Había algo que la hizo caer en la cuenta de que se trataba de su hermano; eran los dientes de este, los cuales tenían una pequeña separación y en su mandíbula se situaba un lunar de forma irregular y plano. Era una mancha de nacimiento de la que Makia, siendo niña, se burlaba. Estaba claro y no había duda alguna, era Briët, su pequeño hermanito al que no había visto en años.

-Briët, soy yo. ¿No me recuerdas? Soy Makia-dijo ella soltando su hacha y agachándose en el suelo con sumo cuidado, pues el chiquillo estaba asustado. No podía ocultar su emoción al verlo.

-Imposible...-dijo él con la voz quebradiza. Recordaba a su hermana de manera muy distinta a cómo Makia lucía en ese momento, incluso creía que estaba muerta. Habían pasado muchos años desde que la vio por última vez y no confiaba en que su hermana mayor siguiera con vida, por lo que no creyó a la castaña.

-Estoy viva, estoy delante de ti.-Lo sujetó por los hombros e intentó abrazarlo, pero él forcejeaba ante el desconocido agarre de, para él, una mujer extraña.

-¡Suéltame!

No vio el momento en el que una mujer robusta la apartó con fuerza del niño y la cogió por el cuello del vestido y poncho, casi levantándola del suelo mientras articulaba un "Aléjate de mi hijo" con furia.

Ojo de Serpiente, aún presente en la escena, acompañando a Makia, había intentado defenderla, mas el dragón fue apartado de la muchacha a causa de una explosión cercana que no le dio directamente a él, pero sí que consiguió apartarlo unos cuantos metros lejos.

La mujer en cuestión no era para nada anciana, tendría unos cincuenta años. Su pelo era grisáceo con algunos mechones blancos, sus ojos eran azules y el rostro se veía lleno de arrugas alrededor de estos y nariz. A pesar de esto, la señora estaba perfecta para su edad. Algo hizo que ella abriese la boca viendo a la castaña, su pequeño lunar en la mejilla de esta y sus ojos verdosos como esmeraldas hicieron que la señora la soltase.

-¿Makia?-No daba crédito a lo que veía. ¿Era ella la misma jovencita de catorce años a la que dejó marchar en busca de su verdadero padre?

Makia la reconoció al instante, era su madre, Ingrid. No supo cómo reaccionar, había pasado mucho tiempo desde la última vez que oyó su voz. Por un lado quiso llorar de alegría, ya que no sabía cuándo iría a volver a ver a su familia y, con la situación que acontecía en Mema, ni siquiera sabía si lograría salir con vida. Sin embargo, por otro lado, la presencia de ambas personas la hizo cuestionarse el por qué de su aparición justo ese día, ¿qué hacían allí, en esa isla de dragones, a miles de kilómetros de Garnes?

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Hipo y Gustav luchaban contra los soldados de bronce con cierta habilidad, sin embargo, hubo uno que era más grande que los otros y que portaba una gigantesca espada de lo que parecía ser acero.

Elige Tu Propio Destino © (HTTYD)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora