Capítulo 10

336 32 8
                                    

Capítulo X

.

Me despertó el sonido de mi teléfono móvil. Al principio pensé que se trataba de la alarma, pero casi de inmediato corregí ese pensamiento y le di a "responder". Era mi madre.

—¿Sí? —contesté adormecida— ... estaré —la comida familiar de los domingos era algo que no podía saltarme por mucho que quisiera—...sí —continué respondiendo a su interrogatorio de madre, ese que al menos había dejado de ser diario—...ok—me di vuelta en la cama, y dejé que mi brazo colgara por el costado hasta tocar la alfombra. Me pesaban los parpados—...mmm... no, iré sola... yo también te quiero...

Corté la llamada, pero no me levanté de inmediato. Dejé que mis pensamientos vagaran por ideas inconclusas.

Benjamín había estado muy extraño la noche anterior. Salimos a comer una pizza con algunos de sus amigos, y cuando quise contarle los avances con mi paciente, cortó la conversación con un: "ahora no es el momento".

Nunca había evitado un tema de esa manera.

Miré la hora en mi teléfono, pasaban de las diez. Busqué una canción en el reproductor de música, y me acomodé con los ojos cerrados cuando ésta comenzó a sonar. No dormiría más, pero tenía derecho a disfrutar de la única mañana en la que podía regodearme en la cama.

'That Day' comenzó a sonar.

.

.

Caminaba por el pasillo hacia el parque. Era domingo, y Tom había venido a verme como siempre. El enfermero abrió la puerta y me dejó salir, a poca distancia me esperaba mi hermano.

—Hola —dijo. Lo miré pero no detuve mi andar. Ambos comenzamos a recorrer el lugar.

Sabía que no podría mantener mucho más el silencio. Tom se esforzaba por que le hablara cada vez que venía. A veces maldecía cuando se frustraba, otras simplemente se iba inmerso en el mutismo que yo le imponía.

—La doctora Lausen dice que vas progresando —me contó—, dice que estás colaborando.

Miré a la distancia. Me encontré a Michael que estaba junto a un amigo que parecía muy interesando en mantener su atención. Probablemente sería quién le proveía de recursos. Él le sonreía, y luego me miraba.

Me detuve frente a un banco del parque, y me senté en el respaldo.

—Quisiera que nuestra relación mejorara también —continuó. Yo miré a mi espalda, Michael no me quitaba los ojos de encima.

Hacia dos noches desde la escapada que habíamos tenido, finalmente todo había salido bien. Ni él ni yo nos volvimos a dirigir la palabra después de ello, pero en el aire se había quedado una invitación para volver a escapar.

—Todo se está volviendo muy complicado —continuaba Tom.

Yo seguía observando a Michael, y considerando su oferta. Quizás era la angustia tan asfixiante que había sentido la que me llevaba a seguir buscando un escape. Escuchaba a mi hermano hablar pero no quería prestarle atención. Ahora mismo necesitaba evadirme. El dolor y la culpa estaban muy cerca.

—Tendré que negociar un nuevo contrato con Luther.

Las palabras de Tom me obligaron a mirarlo. Sentí como se me heló la sangre en un segundo.

—¿Qué dijiste? —le pregunté.

Tom me miró asombrado. No le había dirigido la palabra desde que me ingresara aquí.

—Que... me están presionando...

El corazón se me agitó. No podía permitir que él se mezclara en toda esa inmundicia.

Cápsulas de OroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora