Capítulo XXI
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2007
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El sonido de la música me envolvía. Las luces en tonos azules que ambientaban el recinto, creaban sombras persistentes en el rostro de las personas. Algunas bailaban, otras compartían como nosotros en un rincón un poco más apartado. Con el tiempo fui comprendiendo que incluso en una simple fiesta, posterior a la entrega de algún premio, los premiados y los postulantes ocupaban lugares diferentes, como en una pirámide. La banda y yo habíamos sorteado las categorías en muy poco tiempo. Creo que desde los comet a los que asistimos hacía cerca de un año hasta ahora, habíamos cambiado de posición en la pirámide, pasando de las gradas a la pista central.
A la distancia, en otra de las zonas apartadas y reservadas, se veía a una chica que me miraba insistentemente. Yo intentaba que mi propio interés no resultara obvio.
—Mira a Georg —se acercó hasta mi oído Tom, que permanecía a mi lado.
—¿Dónde? —hablé fuerte, pero mis palabras parecían susurros en medio de la música.
—A la derecha, parece que está noche alarga la fiesta —rió, refiriéndose a lo que parecía una conquista hecha por nuestro amigo.
—No siempre te va a tocar a ti —me mofé. Tom se había calmado un poco en el último tiempo. Desde que habían salido unas fotos suyas tocándole el trasero a una chica en una fiesta, se había vuelto más cauto.
Volví a mirar en dirección a aquella chica, me sorprendí y retiré la mirada cuando me sonrío.
—Pues a mí me da que no sólo Georg se empareja esta noche —dijo con un tono burlón que ya le conocía bien.
—¡¿Qué dices?! —le reclamé entre risas, bebiendo un poco de mi copa. Esta noche bebíamos champagne, un lujo que nos dábamos siempre que podíamos.
—Lo que veo —dio un pequeño toque con su hombro en el mío.
Sólo me reí, sin quitarle razón. No era una mala idea. Con algo de confidencialidad quizás podía irme acompañado.
—¿Qué tal todo por aquí? —preguntó David, acercándose a Tom y a mí.
Ambos le dimos un 'bien' por respuesta.
—Luther nos invita a compartir con él —nos dijo—, está ahí —indicó la zona en la que antes estaba la chica que me observaba. David hizo un gesto con la mano y Luther lo respondió. La chica ya no se veía.
—¿Qué quiere? —pregunté, con cierto tono de ironía.
—¿Tú qué crees? —rió David— Insistir un poco más para que se conviertan en su nueva inversión.
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Cápsulas de Oro
Fanfiction"El de la locura y el de la cordura son dos países limítrofes, de fronteras tan imperceptibles, que nunca puedes saber con seguridad si te encuentras en el territorio de la una o en el territorio de la otra." Arturo Graf