Capítulo 12

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Capítulo XII

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Me abracé a mi misma mientras caminaba hacia el club. Estaba prácticamente segura de que había visto a Bill, no podía estar imaginándolo ¿No?

Negué con un gesto, no podía ser eso.

Miré atrás nuevamente, encontrándome la calle casi vacía. A lo lejos podía distinguirse un grupo pequeño de personas que seguramente iban en busca de otro tipo de diversión. Ni siquiera me detuve a mirarlos, daba por hecho que él no estaría ahí.

Entré al club nuevamente, tenía que encontrar a Benjamín. El ruido en el interior se me hizo insoportable. Me abrí paso entre las personas, buscando la zona en que lo había dejado.

Cuando llegué junto a él, se encontraba de espalda a mí. Lo tomé por el hombro, y lo hice girar. Cuando me vio se inclinó para que le hablara y poder escucharme.

-Tengo que irme -le dije. Él me había traído en su auto.

-¿Pasa algo? -preguntó con cierto tono de preocupación.

Arrugué un poco el ceño. Ni yo misma estaba segura de si pasaba algo, y menos aún de que Benjamín lo entendiera.

-Nada -negué-, cosas del trabajo.

Él alzó ambas cejas en un claro gesto de sorpresa, aunque yo sabía que estaba matizado con cierto sarcasmo.

-¿Otra vez tu paciente? -quiso saber.

Bajé la mirada un segundo, lo suficiente para poder recomponerme y sonreír.

-Seguro no será nada, no te preocupes -intenté disimular.

-¿Quieres que te lleve a alguna parte?

Negué rápidamente.

-Despídeme de los demás -le pedí. Tomé mi chaqueta y salí del lugar.

Una vez en la calle fue cuestión de unos minutos el encontrar un taxi.

El recorrido silencioso y solitario se me estaba haciendo muy largo. Mantenía el teléfono en mi mano, barajando la idea de llamar al encargado del turno de noche y pedirle que fuese a mirar a mi paciente. Pero me contenía, necesitaba ser yo misma la que confirmara o echara por tierra mis sospechas. No quería más involucrados. Si me había equivocado y Bill se encontraba en su habitación, bastaría con que me diese la vuelta y regresara a casa... pero si no estaba.

Prefería no pensar en ello pero mi rol de médico me obligaba a hacerlo.

Detuve mis divagaciones cuando estuvimos en la puerta de centro, las crucé con toda la prisa que los tacones altos que llevaba me permitían.

Intenté calmarme cuando me encontré con el encargado de la sección en la que se hallaba Bill. No quería que él sospechara pero no había pensado en una excusa para estar aquí un sábado de madrugada.

-Buenas noches -le dije, entregándole mi tarjeta para que me autorizara.

-¿Algún problema doctora? -preguntó, observando mi credencial. Luego me miró, probablemente preguntándose qué tanto podía cambiar de aspecto una persona en horario de trabajo y fuera de él, ya que mi apariencia era completamente diferente a la foto. Le sonreí con cierto deje de circunstancia.

-Quiero comprobar si he pedido la dosis adecuada de medicación a un paciente -comencé a explicarme, fingiendo mala memoria-, a veces tienes tanto que hacer durante un día que no recuerdas todo.

-Se ha tomado una gran molestia en venir aquí sólo para eso -se puso en pie, entregándome mi tarjeta.

-En realidad no, andaba cerca -tenía que fingir de la mejor manera pero si no encontrábamos a Bill en su habitación, no sabía cómo iba a fingir que no me lo esperaba.

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