IX

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SeHun llevó a JunMyeon al dormitorio y ambos se acostaron en la cama. Desabrochó los botones de la camisa de JunMyeon y enterró su lengua en el precipicio formado por sus pezones. JunMyeon emitió un gemido como respuesta. Una fuerte palpitación de deseo hizo que su pelvis se estremeciera. JunMyeon se apoyó en el brazo de SeHun, con los dedos hundidos en las profundidades de su cabello de ébano. SeHun desató la correa y el botón del pantalón de JunMyeon con astucia.

—Eres maravilloso. —dijo SeHun mientras exploraba sus pezones con respetuoso interés y deteniendo las manos de JunMyeon, con las que éste intentaba cubrirse el pecho—. No intentes esconderte.

El agradecimiento que JunMyeon sentía por el deseo de SeHun lo hizo consentir y retiró las manos. SeHun masajeó los rosados pináculos que coronaban su pecho y JunMyeon quedó al instante sin aliento. De repente, todas las partes de su cuerpo rebosaban sensibilidad. SeHun inclinó la cabeza para besarle los pezones. JunMyeon dejó escapar un jadeo. Desfalleció bajo el ardor que sentía en el vientre y el martirizante dolor alojado entre sus muslos.

—SeHun... —sollozó JunMyeon abrumado por el torrente de sensaciones que envolvía su inexperto cuerpo.

—Lo sé. —jadeo SeHun—. También yo lo estoy sintiendo.

SeHun lo tumbó en cama. Se desprendió de su chaqueta y lo dejó caer a sus pies. Sin apartar los ojos de JunMyeon, se soltó la corbata y desabrochó la camisa, dejando al descubierto su broncíneo y musculoso pecho.

—Teníamos que haber hecho esto hace mucho, mucho tiempo. —gimió SeHun.

A JunMyeon se le nubló la vista. Una serie de pensamientos delirantes lo consumían y tiraban de él, a ratos, en direcciones opuestas. «¿Qué demonios estaba haciendo? ¿Cómo había podido dejar que las cosas llegaran tan lejos?» Pero JunMyeon sabía por qué lo había hecho. Tenía muy claro que lo deseaba. Después de todo, lo había deseado durante mucho tiempo incluso aunque sabía que no tenía ningún sentido. Dudaba que cualquier otro hombre pudiera hacerle sentir lo que SeHun le hacía sentir. Así que, ¿por qué no iba a acostarse con su esposo? ¿Por qué no averiguar lo que era el sexo antes de divorciarse? Una pequeña voz en el fondo de su mente le pedía que siguiera adelante y que se embarcase de lleno en su fantasía. Se trataba de una aventura sin riesgos, que, como mucho, le costaría tan sólo un pedazo de orgullo.

—JunMyeon... —murmuró SeHun con su voz recortada cuidadosamente cada sílaba—. No te preocupes, conejito. No hay problema que no pueda solucionarse.

SeHun se inclinó sobre JunMyeon y liberó sus labios con un beso explosivo. Fue como si un estallido de energía se hubiera desatado en el interior de JunMyeon. Le latía el corazón como si quisiera salir de su pecho. JunMyeon se estremeció al notar cómo subía la marea de su deseo, haciéndolo sentir cada centímetro de su cuerpo. Cuando las manos de SeHun se posaron sobre sus pezones. JunMyeon arqueó la espalda para sentir mejor la presión que las palmas de su esposo ejercían sobre sus rosados pezones. SeHun los rozó con la lengua y JunMyeon jadeó con apasionado abandono mientras SeHun se disponía a quitarle la ropa que todavía llevaba puesta.

SeHun palpó el delicado miembro rosado que yacía bajo el nido de rizos de la entrepierna de JunMyeon. JunMyeon por su parte tembló, atormentado por el calor que abrasaba aquella parte de su receptivo cuerpo. El feroz estallido de excitación que vino después superó todas sus expectativas. De repente, JunMyeon era incapaz de seguir pensando. Sus caderas se retorcían al tiempo que SeHun flirteaba con los dedos alrededor de la raja de su culo, uno de los punto más sensible de su cuerpo.

—¿Voy a ser el primero? —preguntó SeHun, separándose de JunMyeon para quitarse los pantalones.

A duras penas JunMyeon consiguió centrar en SeHun su atención. Quería decirle que no, que él no era el primero, aunque se tratara de una mentira.

ENTRE DINASTIAS -SEHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora