XI

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Ya en su habitación JunMyeon llamo a SeHun.

—SeHun, soy JunMyeon...

Con gesto perentorio, SeHun pidió a sus trabajadores que se fueran. Se formó una sonrisa en su atractivo rostro, ya que había estado esperando su llamada. Se apoyó en la mesa de granito pulimentado con una relajada actitud que hubiera enfurecido a JunMyeon si éste lo hubiera visto.

—¿Cómo estás? —preguntó SeHun.

—No demasiado bien, la verdad. —le confió JunMyeon con sinceridad—. Estaré en Seúl esta tarde. ¿Podemos vernos y hablar?

—A las cuatro en punto en mi apartamento. —propuso SeHun con un tono de satisfacción plena—. Tengo muchas ganas de verte conejito.

JunMyeon había tenido dos semanas para pensar las cosas detenidamente, reflexionó SeHun. Ahora JunMyeon sabía que le sería imposible obtener el divorcio a corto plazo. Así que, ¿por qué iba JunMyeon a intentar echar por tierra la buena relación que ellos dos siempre habían tenido? Con toda seguridad ahora estaría más dispuesto a apreciar lo buen marido que él podía llegar a ser. Si elegía serlo, claro está. Y si, como le había echado en cara, JunMyeon había querido que él lo hubiese sido hacía siete años, ¡que se hubiera comportado entonces como un esposo de verdad en lugar do echar a correr en cuanto encontraba la mínima oportunidad!

Para SeHun había sido un suplicio seguir una estrategia de espera con JunMyeon durante dos semanas. Cuando encontraba algún obstáculo, le gustaba actuar rápidamente y devolver los golpes con fuerza. No quería el divorcio. Ya se lo había dicho, pero JunMyeon no quería escucharlo. Estaba reprimiendo su instinto agresivo natural en un paciente y caballeroso intento de hacerle ver a JunMyeon que estaba equivocado. No creía que pudiera salir victorioso.

SeHun tenía que reconocer que, en general, la gente no le creía demasiado cuando tocaba el tema del matrimonio. Sus propios abogados apenas habían podido ocultar su sorpresa cuando SeHun les informó que utilizaría cualquier medio para impedir el divorcio que le solicitaba su esposo. Y cuando Sooman le había visitado para compadecerle por la estupidez de JunMyeon. A SeHun le había disgustado tanto la insultante manera que Sooman tenía de hablar de su nieto, que le dijo por fin lo que pensaba de él. Como resultado de ese exceso de confianza, SeHun esperaba que Sooman le declarara la guerra, puesto que Sooman no era un hombre al que le gustara recibir golpes sin devolverlos.

Cuando, por la tarde, JunMyeon subió al confortable coche Chanyeol, éste se encontraba hablando por el celular. JunMyeon se comportó pacientemente mientras Chanyeol hablaba con Kyungsoo, el viudo de un amigo. Estaba explicándole qué era lo que tenía que hacer para arreglar un escape en un radiador. Habían pasado cuatro años desde que el mejor amigo de Chanyeol muriera de cáncer, dejando solo a Kyungsoo con dos hijos. Chanyeol visitaba su casa con regularidad. JunMyeon nunca le había preguntado a Chanyeol si algún día se atrevería a decirle a Kyungsoo lo locamente enamorado que estaba de él. El gran secreto de Chanyeol era que ya estaba enamorado de Kyungsoo mucho antes de que su amigo muriese.

—Iba a llamarte después... Ah, de acuerdo. —estaba diciendo Chanyeol con un tono forzadamente jovial—. No, por supuesto que no te lo reprocho. Me parece fantástico que estés empezando a salir de nuevo.

Chanyeol colgó y arrancó el coche.

—Kyungsoo va a salir esta noche con unos amigos. —anuncio Chanyeol con la mirada triste.

—Ya lo he oído. —JunMyeon estiro la mano para tocar el hombro de Chanyeol.

—Es sólo el principio... Es un chico muy atractivo, tiene unos ojos hermosos y unos labios de enseño. —Chanyeol suspiró—. En nada de tiempo se echará un novio.

ENTRE DINASTIAS -SEHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora