Capitulo 29:

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Desastre.

Si había una palabra propicia para definir la vida de Ginny era: «desastre». Pero curiosamente esto no había sido así siempre, solo desde que cumplió los dieciséis años; cuando se dio cuenta de que el mundo que le habían pintado no tenía nada de cierto, que sus padres eran unos psicópatas, su hermano un falso y que el mundo mágico al que decían gobernar se estaba muriendo de hambre.

Claro que tuvo ciertas cosas buenas aquella revelación, pero en un principio, a Ginny se le hacía difícil ver el lado bueno de la situación, y mas esos días que siguieron.

El golpe mas catastrófico sucedió en la tarde —al día siguiente de la repentina llegada de su madre a su lección de «modales»—. Como era costumbre, luego del almuerzo asistía a sus clases con Mcgonagall, y en esa ocasión, como la profesora no había avisado si se verían en algún otro lado, Ginny se dirigió, acompañada de sus mortífagos mas fieles, hacia la Torre Norte, en donde estaba su habitual salón de clases. Todo parecía ir normal, hasta que entró y lo que vio la dejó congelada en su puesto.

Sentadas a la mesa de estudio estaba su madre, Bellatrix Riddle, sonriendo y charlando con otra mujer, muy cómodas como si en aquel lugar fueran bienvenidas. No había rastro de la profesora Mcgonagall, o algún indicio de que había asistido, y por unos momentos Ginny se sintió confundida. ¿Se habría equivocado de salón? Pero eso no podía ser posible...

Entonces, pese a que había guardado silencio los pocos minutos que se tomó para analizar lo que sucedía, Bellatrix y la otra mujer repararon en su presencia, y de inmediato se levantaron. Bellatrix seguía manteniendo su amplia —y espeluznante— sonrisa, mientras que la otra mujer hacía una pequeña reverencia hacia Ginny.

—Hija mía —exclamó con aparente alegría Bellatrix, acercándose a Ginny y tomando sus manos. Ginny no se rehusó, porque seguía confundida—, que bueno que no hayas perdido tu puntualidad. Como miembro de la familia real debes ser un ejemplo para tus súbditos.

—¿Qué... está sucediendo? —preguntó por fin Ginny, frunciendo el entrecejo—. ¿Dónde está la profesora Mcgonagall?

—Lamento decirte que la profesora Mcgonagall ha renunciado a su puesto como tu institutriz —dijo Bellatrix, sin abandonar su sonrisa—. Es una pena, pero puedo entenderla.

—¿Que renunció?

Ginny se apartó de su madre, sintiendo que todos sus sentimientos se aglomeraban en su pecho, casi dejándola sin aliento. Tenía la brusca impresión de que todo lo que pasaba era un sueño, y que en cualquier momento despertaría.

—¿Cómo que renunció?

—Ya sabes que la profesora Mcgonagall da clases también en Hogwarts, y como siempre tuvo que alternar ese trabajo con darte clases a ti, iba a llegar un punto en el que todo se le complicaría, y mas con su edad.

—¿Su edad? —Ginny miró algo aturullada a su madre, aunque al ver esa chispa de alegría en sus ojos oscuros, no pudo evitar sacar conclusiones. El corazón le latía tan rápido que pensó que estallaría—. No... ¿Qué fue lo que le hiciste?

Bellatrix puso cara sorprendida.

—¿Yo? Pero hija mía, ¿cómo puedes creer que yo podría llegar a hacerle algo a alguien inocente?

Era muy obvio el sarcasmo en su voz, pero Ginny sentía que era la única que lo podía notar.

—¡Madre! —exclamó con mas fuerza y respirando de forma irregular—. ¡¿Qué fue lo que le hiciste a la profesora Mcgonagall?!

—Baja la voz...

—¡No! ¡No voy a bajar la maldita voz porque me lo ordenes! ¡Ya no quiero seguir tus órdenes! ¡Dime la verdad! ¡¿Qué le hiciste a la profesora Mcgonagall?! ¡¿Te atreviste a hacerle algo?!

Paredes de Mentira [Harry y Ginny]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora