Capitulo 45:

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Bajo la fría y arrolladora noche, el Ejército de Dumbledore avanzaba con sigilo por las calles solitarias de la Villa Riddle. Siempre alertas, y estando completamente invisibles gracias a sus capas de invisibilidad de efecto no perecedero, rodearon el grandioso estadio de Quidditch, escuchando los gritos amortiguados de los fanáticos. Cuando se acercaron más al área en donde se supone estaba oculta la entrada de la bóveda Riddle, Ginny comenzó a mirar hacia atrás, en donde estaba el estadio, deseando poder ver el partido.

El perfil de aquella majestuosa estructura se encontraba muy iluminado, y aun desde donde estaba podía ver a uno que otro jugador volando a una velocidad impresionante, aunque lo que más destacaba eran los dragones mágicos hechos de fuegos artificiales que la selección de Inglaterra tenía como mascotas. Por el momento estaban muy calmados y atentos al partido. Como Ginny hubiera estado de no ser por esa misión casi suicida que estaba llevando a cabo.

Harry, notando su tristeza, tomó su mano y le regaló una sonrisa. Sabía cuan importante se había vuelto el Quidditch para ella, y presenciar la final de la copa mundial era un sueño. Pero también era importante aquella misión, y la final por el momento solo les funcionaba como una gran distracción.

Rodearon un poco el terreno que debía estar resguardado por una barrera mágica, para entrar por detrás como modo de precaución. Estando en el límite, Seamus intentó cruzar pero fue disparado hacia atrás con brusquedad. Entonces, y luego de cerciorarse de que estaría bien, Dean y Harry comenzaron a utilizar sus trucos para debilitar la barrera.

Pudieron abrir una pequeña abertura, y para pasar solo debían agacharse un poco, si no, recibirían un golpe como el de Seamus. De esa forma, pudieron pasar la barrera, y del otro lado se encontraron con una reja de metal, de mas de tres metros de altura, que culminaba a lo largo de toda su extensión con un alambre de púas. Mas allá, se vislumbraba la pequeña entrada del búnker, con la que Ginny estaba bastante familiarizada.

La chica le hizo una seña a Harry, y él, Ernie, Katie y Susan sacaron sus varitas, para también cortar la cerca, esperando ser bastante silenciosos, y así abrir otros agujeros por los que podían pasar.

—No me esperaba tan poca seguridad afuera —comentó Ron, frunciendo el ceño.

—El problema empezará dentro —respondió Hermione con nerviosismo.

—¡Un momento! —gritó Seamus, estirando los brazos y deteniendo el paso de sus compañeros, que ya habían cruzado la reja.

Él miraba espacio libre lleno de césped que los separaba de la parte trasera de la estructura del búnker. Parecía que analizaba algo en la tierra, e incluso se arrodilló para ver mejor el césped. Ginny creyó que estaba escuchando, pues desde la entrada del búnker se escuchaba una radio mágico con un locutor que narraba el partido de la final de Quidditch. Debían ser los mortífagos que custodiaban afuera, intentando entretenerse. De hecho, escuchaba sus murmullos y risitas. Pero no. Seamus estaba mirando fijamente el suelo.

Pasados unos minutos, le hizo una seña a Dean, y este se arrodilló a su lado, observando lo mismo que él, y que los demás no.

—¿Qué sucede? —les preguntó Ginny impaciente.

—¿Ven esos casi imperceptibles montículos de tierra y césped en el suelo? —preguntó Seamus, tan concentrado en ello como lo estaría un joyero frente a un precioso diamante.

—¿Qué tiene? —Harry frunció el ceño.

—Yo no veo nada —dijo Lavender, quien se llevó asentimientos de los demás.

—Ese es el punto —comentó Dean.

—Bajo esos montículos debe haber alguna alarma que se active al toque —explicó Seamus—. En el Callejón Knockturn estaban vendiendo algunas cuando fui a comprar artículos explosivos.

Paredes de Mentira [Harry y Ginny]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora