Capitulo 15:

681 59 35
                                    

—Buenos días —dijo Ginny, entrando al comedor junto con su madre y tomando asiento.

—¿Que tienen de buenos? —murmuró Tommy con enfado, bebiendo un poco de jugo.

—Buenos días, peque... —Su padre fue interrumpido por su propio ataque de tos, mientras se tapaba la boca con un pañuelo.

Ginny lo miró preocupada.

—Papá, ¿aun estás enfermo?

—...Estoy... bien —contestó con dificultad, intentando dejar de toser—. Estoy bien, pequeña.

—No parece que estés bien.

—Papá no ha querido que regrese el sanador —resaltó Tommy, aun disgustado—. Dice que no lo necesita.

—¿Por qué no dejas que te vea un sanador? —cuestionó Ginny, mirando a su padre.

—Tu hermano exagera. No necesito un sanador —afirmó Tom, aclarándose la garganta—. Estoy bien.

—Pero...

—Tranquila, hija —la interrumpió Bellatrix con calma—. Tu padre es muy fuerte y se recuperará pronto. —Sirvió un poco de té en una tacita y se la pasó a su marido, quien le agradeció y tomó un trago de la bebida.

—Deberías tomarte unos días de descanso —comentó Ginny, aun preocupada.

—Estoy bien, pequeña, no necesito ningún descanso. Además, los asuntos del reino no se resolverán solos. Hoy tengo una muy importante reunión con mis socios y no puedo faltar.

—Seguramente ellos entenderán que te encuentras enfermo.

—El mundo no puede ver a su rey enfermo —declaró Tom con tanta rotundidad, que Ginny dejó hasta allí la conversación.

—¿Pudiste arreglar con Barty el problema de El Profeta? —preguntó Bellatrix, cuando hubo transcurrido unos minutos de silencio en la mesa, mientras comían.

—Sí, no fue difícil hacerle entender la situación. Al menos él podrá mantener al margen a esta reporterucha de Skeeter —contestó Tom, que parecía hacer un gran esfuerzo para comer y no toser—. Debimos habernos desecho de ella hace mucho.

—Ningún otro reportero quería el puesto de documentar nuestras más importantes noticias.

Tom soltó un bufido de disgusto y cuando bebió otro poco de té, miró a su hija esbozando una sonrisa.

—Hoy hace un bonito día, pequeña, ¿te gustaría pasear por los jardines conmigo? Ya sabes, como en los viejos tiempos.

Ginny sonrió emocionada y estuvo a punto de responder, pero su madre la interrumpió.

—Nuestra hija no puede, cariño, ya he preparado su horario de hoy y no tiene tiempo para paseos. De hecho, dará un pequeño recorrido conmigo después de comer.

—¿A dónde irán? —preguntó Tom, frunciendo ligeramente el ceño.

—Vamos a la biblioteca.

—Pero Ginny se va a aburrir demasiado en la biblioteca.

—Recuerda nuestro convenio —Bellatrix le lanzó a su marido una mirada aparentemente dulce, llena de intensidad—: yo planearía todo el horario de Ginny para que se convirtiera en esa perfecta princesa que el mundo mágico de Gran Bretaña necesita. Tal vez mañana puede abrir un poco de espacio libre y pueda pasear contigo.

Bellatrix le había puesto bastante énfasis al «tal vez», por lo que Ginny, desilusionándose, entendió que probablemente no tendría ni un solo rato libre. Creyó por unos instantes que su padre objetaría o si quiera se quejaría, pero no fue así, él contuvo su rabia y se quedó callado.

Paredes de Mentira [Harry y Ginny]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora