Capitulo 7:

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Ginny abrió de golpe la puerta de su habitación, y lo que vio en el interior, fue la escena más extraña que había visto en toda su vida. Winky se arrinconaba en una esquina de la habitación, lanzando por los aires cualquier objeto que se encontrara, mientras chillaba por ayuda porque había un intruso. Harry estaba oculto detrás de la cama, agachándose lo más que podía para que ninguno de los objetos voladores lo alcanzaran.

—¡SEÑORITA RIDDLE! —chilló con más fuerza Winky, sin dejar de lanzar objetos—. ¡WINKY DETUVO A UN INTRUSO, SEÑORITA! ¡WINKY NECESITA AYUDA, SEÑORITA!

—¡ESTÁ LOCA! —gritaba en cambio Harry, muy alarmado.

—¡Winky ya basta!

Ginny dejó caer rápidamente sus libros al suelo y se interpuso entre Winky y Harry, justo antes de que Winky lanzara también una almohada, porque se le habían acabado los objetos para lanzar. La pelirroja extendió las manos hacia la elfina, para darle a entender que se calmara. Winky la miró con sus ojos grandes muy abiertos.

—Winky —empezó Ginny, con voz tranquila—, baja esa almohada ahora mismo, y guarda silencio.

—Winky quería, señorita...

—Él no es un intruso —Ginny miró a Harry para que se levantara. El azabache le hizo caso, pero sin dejar de mirar con nerviosismo a la elfina, que lo miraba amenazante—. Él es mi amigo, Harry Potter. Harry, ella es Winky, una elfina doméstica que me ha cuidado desde que tengo memoria. Winky, Harry no es un intruso, y quiero que dejes de atacarlo.

—¡Pero Winky lo vio entrar por la ventana, señorita! —volvió a chillar Winky, muy desconcertada—. ¡Entró volando, señorita!

—Ya se está volviendo costumbre, Winky —sonrió Ginny, para que la elfina no se sintiera intranquila—. Entiende que Harry es mi amigo, y no es ningún intruso. Pero no puedes decirle a nadie que viene a visitarme. A los ojos de los demás, tú nunca lo has visto.

Winky miró con nerviosismo a Ginny, mientras se encogía en su puesto. Su cuerpo temblaba ligeramente cuando miró de nuevo a Harry.

—¿Entiendes lo que te digo? —preguntó Ginny, ahora con voz más firme—. ¿Entiendes lo que te digo, Winky? No puedes decirle a nadie que lo has visto, ni a mi familia ni a los Mortífagos. Si alguien te pregunta, tienes que mentirle.

—Pero Winky...

—¡Es una orden!

Winky tembló ante la exclamación, e hizo una torpe reverencia mientras asentía con la cabeza, haciendo que sus orejas puntiagudas se agitaran a la par.

—¡Si, señorita! Winky guardará el secreto de la señorita. Winky no ha visto a ningún hombre llamado Harry Potter —murmuró, con un hilo de voz.

—Está bien, te creo. Ahora sal de mi habitación y regresa a tus tareas habituales. Procura no actuar extraño para que nadie sospeche nada. Si dices algo, tendré que decirles a mis padres que te den la prenda...

—¡NO LA PRENDA NO, SEÑORITA! ¡NO LA PRENDA! —gritó Winky de nuevo, lanzándose hacia el suelo para tomar la falda de Ginny y rogarle—: ¡NO LE DE A WINKY LA PRENDA!

Ginny retrocedió, haciendo que Winky la soltara. Al verla así, con los ojos tan cristalizados y echada en el suelo suplicando, la hizo sentirse muy culpable, aunque mantuvo su rostro serio.

—Entonces sal y guarda muy bien el secreto —dijo, con voz firme.

Winky se levantó de un salto, se limpió algunas delgadas lágrimas con la sucia túnica que vestía, e hizo una reverencia.

—Winky guardará su secreto, señorita.

Sin siquiera volver a mirar a Harry, Winky salió de la habitación y cerró la puerta.

Paredes de Mentira [Harry y Ginny]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora