Capitulo 23:

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—¿Puedes explicarme qué pasó anoche? —preguntó Ginny, cuando cerró la puerta del baño de su habitación tras ella.

Winky, que había estado llenando la bañera, se sobresaltó por la llegada de la pelirroja, y se volvió hacia ella, con la cabeza baja y torciéndose las manos nerviosamente. Por el tono de la chica, Winky podía deducir que tenía urgencia por respuestas, y era claro que tampoco tenía tiempo.

—¿Y bien? —insistió Ginny, intentando no hablar demasiado alto.

—No se enoje con Winky...

—No estoy enojada, Winky. Solo quiero respuestas.

La elfina pareció mas relajada con esa declaración, y suspiró para calmarse.

La noche anterior Ginny no tuvo oportunidad de interrogar a Winky, porque luego de que la Orden se cerciorara que no había ningún dementor en el bosque y de que reforzaran aun mas la barrera, los Weasley, Hermione y Harry no se alejaron de Ginny ni por un segundo, como si temieran que algo repentinamente le pudiera ocurrir. Claro que esto hacía imposible que pudiera llamar a Winky, porque sabía que aun con la barrera mágica rodeándola, un elfo doméstico podría aparecerse; tenían una magia mucho mas diferente que la de los magos. Con la presencia de Harry, Ginny no tenía demasiados problemas, pero no solo había sido él el que la había estado protegiendo, sino todos los Weasley y parte de la Orden.

Incluso, cuando llegó la hora de que Harry la regresara a su casa, ellos se ofrecieron a acompañarlos para mayor seguridad. Estuvieron bastantes minutos discutiendo sobre eso, porque claramente Harry y Ginny estaban negándose. Al final la pareja ganó, y los demás se quedaron angustiados en la madriguera, a la espera de que Harry regresara para afirmar que Ginny —O Adhara, como ellos la conocían— estaba a salvo en su casa.

Una vez en el castillo, Ginny se sintió tan agotada que no pensó en lo de Winky, y prefirió acostarse a dormir. Pero a la mañana siguiente se arrepintió, cuando su madre se presentó como otro obstáculo en su camino, despertándola temprano porque tenían un evento importante al que no podían llegar tarde. Ginny no sabía muy bien de qué se trataba, pero lo único que entendía es que era bastante conveniente, porque su madre estaba afanada en que se diera una buena ducha, mientras ella escogía su vestimenta.

La pelirroja tuvo suerte cuando Winky se ofreció a ayudarla a bañarse, en lugar de los demás elfos domésticos.

—¿Cómo empezó todo? —preguntó Ginny, con suavidad.

—Usted le encargó a Winky que vigilara cada uno de los movimientos de su madre, señorita... —vaciló la elfina, en su natural tono agudo pero en voz baja.

—¿Si?

—Ayer en la noche Winky vio como el señor Mulciber iba a la alcoba de la reina y le avisaba sobre algo, señorita. La reina salió de su habitación y Winky la siguió hasta el despacho de El Rey, señorita. Winky vio que los dos discutían, pero habían otras personas presentes que le informaron a los reyes sobre la posible ubicación de la concentración de la Orden del Fénix, señorita Riddle.

—¿Quienes eran esas otras personas?

—Winky cree que una era Corban Yaxley, señorita.

—¿El jefe del departamento de seguridad mágica?

—Si, señorita.

—¿Y quién mas estaba?

—El auror Montgomery, señorita. Winky sabe que es el mejor auror del Ministerio, señorita.

«¿Montgomery?» pensó Ginny. Había escuchado antes ese apellido... ¡Claro! Se trataba del líder del grupo de aurores que habían atendido el llamado de la alarma en la Mansión Parkinson. Aquel tipo extraño con una ceja cortada. Tal vez por eso último lo recordaba muy bien.

Paredes de Mentira [Harry y Ginny]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora