Paredes de Mentira [Harry y Ginny]

Capitulo 36:

—¿Está segura de querer usar eso, señorita? —preguntó Winky nerviosa, observando el vestido que Ginny le señaló en conjunto con los zapatos.

—Son un regalo muy especial, Winky, y me gustaría usarlos esta noche. Añadiendo la corona, por supuesto —respondió Ginny con tranquilidad y hasta cierto toque de diversión.

Los elfos domésticos presentes, entre ellos Winky, que estaban encargados de ayudar a Ginny a prepararse para la fiesta de navidad, intercambiaron miradas y se podía vislumbrar en sus grandes ojos la preocupación. Todos estaban al tanto de las reglas que debían seguir aquella noche, por órdenes de Bellatrix, pues ella también le había indicado ciertas cosas a los elfos, pero ellos, al contrario de Ginny, estaban dispuestos a cumplir todo al pie de la letra, por lo que les resultaba bastante preocupante las consecuencias que le traería a la pelirroja.

Pero Ginny estaba confiada. Quería deslumbrar esa noche y lo haría, sin importar nada ni nadie.

Era el día de la fiesta de navidad, y desde la mañana todos en el castillo permanecieron bastante ajetreados, ocupándose de los últimos detalles para la fiesta. Ginny, en especial, se tomó bastante tiempo para ver si todo estaba perfecto, pues ella era la encargada de organizarla y seguramente su madre estaba esperando que cometiera algún error para reprochárselo. Aunque era muy claro que Ginny no se dejaría ganar.

Por suerte, todo parecía estar yendo de maravilla, tanto en la preparación de la fiesta, como con las personas que asistirían e incluso el clima, ya que era un milagro que en esa temporada no estuviera nevando. Ginny miró varias veces por la ventana hacia la Villa y la encontró también bastante inquieta, y supuso que era la emoción del momento pues por fin el pueblo entraría libremente al maravilloso castillo Riddle, y asistiría a una de sus maravillosas fiestas.

La noticia había sido aprovechada a lo grande por Rita Skeeter, quien le había dado aun mas publicidad, y Ginny vaticinaba que mas personas fuera de la Villa se animarían a asistir. Esperaba que aun así todo saliera bien y la mayoría se sintieran cómodos. Menos mal que había comprado regalos extras para los niños, y en conjunto con el elfo Walt, organizaron una bolsa de recuerdos para todos los invitados, incluyendo las maravillosas decoraciones de madera que hacía el mismo elfo. Vaya que era una artista, y Ginny quería tomar esa oportunidad para mostrarle a los magos que ya no debían despreciar a los elfos domésticos o lo que ellos hicieran.

«Hermione me pasó sus ansias de justicia por los elfos» pensó la pelirroja con diversión, mientras estaba arreglando con Walt y otros elfos las bolsas con recuerdos navideños. Su amiga le había conversado varias veces sobre la injusta vida que llevaban los elfos domésticos, y aunque Ginny no estaba de acuerdo y creía que era horrible, jamás sintió verdadera necesidad de cambiarlo hasta que vio la forma en la que Hermione hablaba de ello.

Ginny, como princesa y posible heredera, consideraba que era su deber marcar la diferencia, y por eso había querido darle mas relevancia a los elfos domésticos en sus proyectos. Ya después se encargaría de que su padre y el Ministerio aceptara una ley para que los elfos domésticos recibieran un sueldo y demás beneficios como un trabajador mágico. Costaría, pero como Ginny había aprendido, nada era demasiado fácil.

Volviendo a la historia...

Como por ahora los elfos domésticos estaban bajo las órdenes de Ginny, no tuvieron mas opción que empezar con el baño, luego la ropa y demás. Ginny disfrutó bastante de todo el proceso, y en sus labios se notó un asomo de sonrisa que jamás la abandonó. Decidió no ver el resultado hasta que estuvo completamente lista, pese al nerviosismo en su estómago que le provocaba saber como iba quedando su transformación.

Sin embargo, resistió hasta que los elfos terminaron y por fin pudo mirarse en el espejo. Sintió de inmediato que le faltaba el aliento.

No podía creer que la chica en el reflejo se trataba de ella, aunque claramente lo era.