Capitulo 13:

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Perdon te antemano por el cliché. Pero se resuelve en este mismo cap.

Dos semanas habían pasado tan rápido como el viento para Ginny, y en un parpadeo ya se encontraba pisando septiembre. No se podía decir que la mañana de todos esos días hacía algo productivo, porque su madre, lejos de ceder, la había presionado más para que se comportara como la princesa perfecta. Aun debía usar corsé todo el tiempo, llevar la tiara real, usar vestidos que Bellatrix seleccionaba, asistir a aburridas reuniones con damas de la alta sociedad, llevar una dieta estricta para no engordar, entre otras cosas más que resultaban opresivas y atosigantes para Ginny.

Por mucho que se había esforzado en darle a entender a su madre que había cambiado y que ya no se comportaría rebelde nunca más, Bellatrix seguía reacia a creerle o si quiera darle un voto de confianza, lo que también daba como resultado para la pelirroja interminables días que eran cada vez más tortuosos. Se la pasaba a cada momento pensando en que llegara la tarde, o si quiera la noche, para poder salir con Harry del castillo.

En las tardes, de lunes a viernes seguía viéndose con la Profesora Mcgonagall para sus clases particulares. Bellatrix aún no sospechaba ni un poco, que Ginny estaba viendo con su profesora otros temas que no eran modales de una señorita o charlas capciosas en la alta sociedad. Pero sí, la profesora Mcgonagall había abierto mucho su repertorio de enseñanza en cuanto a Ginny. Ya no solo veían hechizos mágicos, sino transformaciones —que eran la especialidad de la profesora—, un poco de Herbología, cuidado de las Criaturas Mágicas, idiomas mágicos e internacionales —en los cuales Ginny se destacaba bastante—, ciencias sociales, encantamientos y hasta se habían quedado largo rato hablando y compartiendo opiniones sobre la política y lo que debería cambiar en el mundo mágico.

Ginny se sentía muy orgullosa de sí misma por todo lo que estaba progresando. Con lo que le interesaba tan fervientemente, podía ser muy feroz y sagaz para aprendérselo. Además de que ahora, daba rienda suelta a esa curiosidad que solo había tenido cuando era una simple niña, y que su madre se había encargado de erradicar para que fuera una Princesa sumisa.

En lo que sí no le había ido tan bien, era en las clases particulares con el señor Snape, que eran en la última mitad de la tarde. Snape era un maestro severo, exigente y que casi nunca —por no decir que nunca—, le hacía un buen cumplido a Ginny por su esfuerzo o por haber hecho bien un hechizo. Simplemente se limitaba a seguir con otro hechizo, diciendo que un esfuerzo tan mediocre requeriría años de práctica para que evolucionara.

Ginny se sentía cansada y harta de él. Casi había llegado al punto en el que se arrepentía de haberle pedido ayuda para aprender hechizos de defensa. En sus lecciones, para no sentirse tan estresada, se imaginaba a si misma llegando a su habitación en donde la esperaba Harry, para que tuvieran una aventura más, aunque fuera disfrazada con su peluca y vistiendo ropas diferentes.

Estas últimas salidas se habían mantenido todas las noches, sin falta —para Ginny era un misterio cómo lograba mantener sus horas de sueño—. El azabache había cumplido cada palabra de lo que había prometido, y durante sus encuentros furtivos hacia Londres, le proporcionaba a Ginny todo tipo de comidas y postres que ella deseara —la mayoría conseguidos de forma no tan legal—. Según sus propias palabras: "Yo seré tu caballero de brillante armadura que logrará salvarte de las garras del dragón, que este caso, es tu madre matándote de hambre".

Ginny la mayoría del tiempo reía cuando él afirmaba ser su caballero, pero por dentro, su corazón latía con más rapidez y creía saber perfectamente por qué.

Durante todos esos días y encuentros que habían tenido, Ginny se fue dando cuenta que se estaba enamorando de Harry cada vez. Intentaba, por supuesto, no delatarse frente a él, aunque resultaba imposible por las muchas veces que Harry coqueteaba con ella, le decía algo lindo o intentaba protegerla, ya fuera del frio o de algunos Aurores que los habían descubierto y les preguntaron sus apellidos —esto casi siempre hacía que terminaran en una misión imposible de escape, pero nunca los habían atrapado porque Harry tenía algunos trucos bajo su manga—.

Paredes de Mentira [Harry y Ginny]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora