Capitulo 37:

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«Esto se está volviendo costumbre» pensó Ginny, leyendo por tercera vez el mensaje escrito con sangre en la pared del salón principal, en donde ella aún se encontraba.

Todos los presentes se habían quedado por completo en silencio, pasmados por la simple pero entendible amenaza, y no había que pensar demasiado para darse cuenta que iba dirigida hacia Ginny. Claro que la pelirroja tenía sus opiniones, las cuales pudo aclarar cuando el susto del momento se esfumó un poco.

Una cosa era muy sencilla de adivinar para ella. Ni la Orden ni el Ejército de Dumbledore fueron los culpables. Primero que nada porque eso no tenía sentido, además de que los integrantes de esos dos grupos rebeldes debían estar en sus respectivas casas disfrutando de las cenas navideñas, al igual que Ginny había hecho hacía pocos minutos. Y eso sin mencionar que Ginny era la líder del Ejército de Dumbledore, y estaba consciente de que ninguno de sus compañeros iba a hacer semejante atrocidad sin al menos haberle preguntado —o eso pensaba—. Ella, Harry, Ron y Hermione eran las mentes maestras del ED.

Todas estas suposiciones que aparecían por si solas con solo analizar la situación un poco, dejaban una posibilidad, que incrementaba credibilidad al momento de analizar otros factores en cuanto al momento y el estilo del atentado.

Lo peor para ella, era que le habían robado la vida a uno de sus hipogrifos, aquellos a los que había cuidado desde pequeña. Además, amenazando con hacerle lo mismo o peor a su adorado Maurus. Eso la enojó, y se dio cuenta de que no estaría tranquila hasta haber encontrado al o los culpables. Ya tenía suposiciones, pero necesitaba pruebas.

—¿Severus? —intervino Dolohov, rompiendo el silencio de ultratumba que los había invadido—. ¿Cómo quieres que procedamos?

Ginny observó a Snape. Este apenas le había puesto atención a Dolohov, pues estaba mas concentrado en analizar la amenaza con el ceño levemente fruncido, pasando su varita por encima de la pared, esperando encontrar otra señal.

—¿Severus? —preguntó esta vez Rosier—. ¿Quieres que...?

—¡Señor Rosier! —intervino Ginny con un tono serio y rostro indiferente, dispuesta a tomar el puesto de Snape como líder, ya que este se encontraba en su propio mundo.

—Si, princesa —respondió Rosier, bajando la cabeza a modo de reverencia sumisa.

—Necesito que organice un grupo de mortífagos para que cierren el castillo y la Villa. Nadie entra y nadie sale a menos que nosotros lo permitamos, y si alguien quiere salir de forma legal deberá pasar cierto registro. Esto incluye a los visitantes de la fiesta que en este mismo instante abandonan la Villa. Encárguese que salgan bien y que no se vean sospechosos. De igual forma quiero que el castillo no quede sin vigilancia, y trate de poner a los mortífagos mas ágiles y experimentados en esta tarea. ¿Entendió todo?

—Perfectamente, princesa —asintió Rosier, y de inmediato le hizo una seña a otros mortífagos que estaban presentes, para que lo acompañaran a cumplir las órdenes.

—Señor Dolohov —continuó Ginny.

—¿Si, princesa? —El mencionado dio unos pasos hacia ella—. ¿Qué necesita que haga? ¿Superviso a Rosier?

—No, él sabe lo que hace. Confío en que lo hará bien. Usted cumplirá para mi una tarea diferente. Necesito que investigue, con ayuda de Winky, quiénes son los mortífagos fieles a mi madre. Empiece por Mulciber, que él le dará la información que quiere.

—¿Mulciber? —Dolohov frunció el ceño—. ¿Qué tiene que ver él con...?

—Por favor, señor Dolohov. —Ginny soltó una fría y nada agradable risita—. No creerá en verdad que dos grupos de la rebelión hicieron esto, ¿verdad? Esto tiene el sello de mi madre en todos lados. Y eso me hace entender la amenaza que ella misma me hizo durante la cena.

Paredes de Mentira [Harry y Ginny]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora