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- Podría haber empeorado. - dijo la Tshaik. Mi mano aferrada al borde de la cama, evitando soltar algún que otro quejido. Los puntos se habían saltado y ahora estaba sintiendo la aguja perforar mi piel y juntar ambas partes. - Se te podría haber infectado con toda esa tierra. - dijo, desviando la mirada hacia el chico a mi lado. Neteyam.

Había sido recibido entre exclamaciones y palabras de adoración, pero todo eso había quedado a un lado. Su mano rodeando mi brazo, pegandome a él, mientras buscaba a la Tshaik. Ella nos recibió sorprendida por el dejá vu.

- Estoy... - me interrumpí para morderme la lengua y evitar soltar otro grito. - Estoy bien - logré balbucear. 

El alivio fue enorme cuando la Tshaik fue a dejar la aguja en otro sitio y se lavó las manos en la tina. Neteyam se acercó a mi, observando aquella técnica.

Igualmente, su mirada preocupada volvía a mis ojos de vez en cuando. Al final clavó su mirada en mi, mientras sentía a la Tshaik volver hasta nosotros.

Volvió a tenderme otro tarro con aquel ungüento fresquito que regenaraba la piel.

- ¿Alguien va a explicarme por qué hay un toruk ahí fuera?- suspiró mirándome a mi y luego al chico a mi lado.

Intercambie una rápida mirada con Neteyam antes de comenzar a hablar.

- Estaba entrenando a Neteyam, cuando...

- ¿Entrenando? - repitió la Tshaik. Después sacudió la cabeza y elevó una mano, cuando me disponía a responder. - ¿Sabes qué? Mejor no quiero saberlo. - dijo por fin.

- Oí al toruk y corrimos hacia el corazón del bosque, para evitar que nos alcanzará. Pretendía ralentizarle para ganar tiempo. Nos perseguía. - maticé. El silencio de tensión parecía cada vez más creciente, presionándome en el pecho. - Intenté luchar pero mi pie se había enredado en unas ramas - dije desviando mi mirada hacia el tobillo herido con algunos raspones. - y cuando por fin logré librarme de ellos, intenté desviar la atención del toruk. Fue entonces cuando me di cuenta de que no nos perseguía por estar en su territorio, fue porque le perseguía a él. - dije.

La Tshaik escuchaba atentamente mientras Neteyam parecía cada vez más sorprendido.

- Por eso insistí en que hiciera el vínculo. Por eso le pedí a Kovu que le entrenara pero como no quiso, me vi obligada a hacerlo yo. - expliqué. La Tshaik desvío la mirada hacia el chico y después me miró a mi otra vez.

- Puedes irte. - me dijo. Me levanté y caminé hacia la cortina de cuentas, con Neteyam pasándome los talones. - Tu no. - dijo entonces la Tshaik. Nos giramos en redondo, sorprendidos. La mirada de la mujer estaba clavada en Neteyam. - Quiero hacerte algunas preguntas. - intento restarle importancia, pero sonó más bien como una amenazada.

Intercambié una rápida mirada con él y salí de allí, con sentimientos encontrados.

La gente seguía apelotonada alrededor del toruk, admirándolo, mientras esté los ignoraba deliberadamente. Dormitaba acaparando el hueco en donde cabrían cuatro o cinco ikrans juntos. 

Yo decidí hacer lo mismo. Estaba cansada y me dolía el brazo, así que quería descansar un poco. Por desgracia, una figura corrió hacia mi, mientras paseaba por las esterillas suspendidas en el aire hasta mi choza.

- Neith - sonó la voz de Kovu. Me giré, sorprendida y sin que lo esperara, me envolvió en sus brazos. Solté una maldición cuando presiono su cuerpo contra mi herida.

- Perdón, lo siento. Se me había olvidado. - balbuceó.

Esquive su mirada, sintiendo como el silencio calaba entre nosotros. Aquello se hacia más incómodo por momentos.

- Neith, yo... Siento mucho lo que dije - comenzó - en realidad no quería...

- ¡Eh! - dijo una voz a su espalda. Incliné la cabeza para comprobar que no me lo había imaginado.

Neteyam caminaba hacia nosotros, todavía con las heridas abiertas y la tierra por todo el cuerpo.

- Déjala en paz. - dijo cuando llegó hasta nosotros. Kovu parpadeó un par de veces sorprendido. Luego le enseñó los dientes.

- ¿Y a ti que te importa? - escupió. Abrí la boca para intervenir pero Neteyam fue más rápido.

Se interpuso entre Kovu y yo y le miró de mala manera, a juzgar por la expresión furiosa de Kovu. Juraría ver que incluso llegaba a mostrarle sus caninls, ligeramente más largos que los de Kovu. La gente del bosque tendía a llevar una dieta basada en carne, mientras que la gente de las montañas solía hacerlo en frutos y presas pequeñas que no requisieran un gran esfuerzo en despedazar.

- Déjala - dijo Neteyam - en paz. - prolongó el silencio entre palabra y palabra, matizando su enfado creciente.

- ¿Quién te crees que eres? - escupió Kovu, su rostro pegado al de Neteyam.

Mi mano agarró el brazo de Neteyam, intentando apartarlo, pero él no se movió ni un centímetro.

- Neteyam... - susurré pero fue inútil.

- Te atreves a venir aquí y quitarme a mi mujer. - dijo Kovu. Me quedé helada ante sus palabras. Yo no era su mujer, por la Gran Madre.

- Ella no es tu mujer. - escupió Neteyam leyéndome el pensamiento. Aún así, titubeó.

Kovu sonrió, de forma pedante y aparto su mirada para clavarla en mi.

- ¿Crees que ella va a elegirte a ti? - dijo. Y sus ojos brillaron, en forma de victoria.

Tiré de Neteyam hacia mi, para ver su expresión dolida.

- No eres un guerrero, trepa arboles. - le dijo, mientras hacia un ademán de marcharse. - No eres nada. - le susurró antes de irse.

Neteyam se quedó muy quieto, en su sitio. Mi mano se enredó en su brazo, con mi mirada clavada en la nuca de aquel que yo creía mi amigo.

- Vamos - le dije tirando de él hacía las chozas. - Vamos a curarte las heridas, se te infectaran. - trate de desviar su atención.

Neteyam me siguió, con la cabeza gacha. Nunca le había visto tan afectado por unas simples palabras. Supongo que todo el mundo, hasta los más fuertes, se venían abajo de vez en cuando.

Removía el cuenco con hierbas y sales, mientras veía por el rabillo del ojo a Neteyam, cabizbajo.

Con el cuenco entre mis manos, me arrodillé a su lado y tome un paño limpio para limpiar sus heridas.

Lo mojé en el agua y comencé a limpiar sus heridas, cuidadosamente. Neteyam soltaba alguna que otra maldición, pero a parte de eso, no había pronunciado palabra.

Su familia entró al poco tiempo, asegurándose de que su hijo estaba en perfectas condiciones.

Neytiri me dio las gracias y se ofreció a ayudarme con las heridas, mientras Kiri y yo preparábamos los vendajes. Neteyam respondía a las preguntas de forma mecánica, sin prestar demasiada atención al diálogo.

Tuk, le tomaba de la mano y observaba como su madre limpiaba las heridas. Kiri y yo ayudamos a verdarlo mientras Neytiri recogía los cuenquitos y organizaba todo lo demás.

Jake se limitaba a mirar, preocupado, mientras Lo'ak le acribillaba con preguntas. Neteyam pareció animarse un poco mas con la compañía de su hermano, que no podía evitar bromear con el parecido entre su padre y él. Jake no parecía demasiado entusiasmado con el hecho de que ahora fuera toruk makto. Entre la gente de la montaña era más frecuente que en la gente del bosque, pues la única forma de moverse era bien por la nieve o bien con un ikran. O un toruk.

Me disponía a irme, cuando el Olo'eyktan se presentó en la cabaña, con intención de hablar con Jake, suponía.

Me despedí de ellos y me alejé hasta mi cabaña, con la esperanza de dormir un poco. Estaba realmente agotada. Quise despedirme de Neteyam, pero al verle tan ocupado con las felicitaciones, simplemente le sonreí y agité la mano a modo de despedida. Él hizo un movimiento de cabeza con la mirada aún triste. 

Guerrero del VientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora