Me senté junto a Neteyam, tan cerca que nuestras piernas y brazos estaban pegados el uno al otro. Sus hermanos, a ambos lados, observaban el espectáculo de baile.
Cuando los bailarines terminaron su parte, fue el turno del resto. Los tambores sonaban rítmicamente, mientras las flautas y el tintineo de cristales incitaban al cuerpo a moverse de un lado a otro, meciendose con la música.
Agarré de la mano a Neteyam y le arrastré hasta la hoguera, junto al resto de gente, que bailaba sin prestar atención a su alrededor.
Sus hermanos se unieron a nosotros, haciendo aspavientos y riendo, mientras corríamos alrededor de la hoguera, junto al resto de gente de nuestra edad.
Neteyam me tomaba de la cintura, jugueteaba con mi cola e intentaba bailar conmigo, a pesar de no saberse los pasos.
Mi cuerpo se enrredó en el suyo, mientras movía los brazos y las caderas al ritmo de los tambores. Las flautas de pan hacian de la melodía algo alegre y festivo.
Por un momento me olvidé de dónde estaba y perdí el filtro con Neteyam. Bromeaba con él, le agarraba de la mano para acercarle a mi, le susurraba cosas al oído, le sonreía...
Y Neteyam bebía de ello, sediento. Reía conmigo, colocaba las manos en mis caderas y me sentía moverme debajo de sus manos, me rodeaba el cuerpo en un tierno abrazo, posaba besos en mi mejilla y reía.
Me hacía dar vueltas con él, corría conmigo entre la gente, me atraía hacia él, sin poder soportar que mi piel no estuviera pegada a la suya. Me hablaba en tono susurrante, me lanzaba miradas cómplices, comía conmigo, bromeaba conmigo...
Cuando nos dolieron los pies, nos retiramos a un lado, sonrientes y observamos a la multitud. Sus padres bailaban riendo y sus cuerpos se buscaban el uno al otro. La cola de uno se enrredaba en la pierna del otro, sus manos acariciaban el rostro de su pareja, se sonreían...
Y mientras tanto, Neteyam y yo andábamos en dirección contraria para tomar el aire y contemplar el cielo estrellado.
Las luces de colores rosas y verdes decoraban el cielo, junto a las estrellas. El cántico del bosque llegaba hasta nosotros, acompañado de la brisa veraniega. El olor a bosque y tranquilidad inundó mis pulmones, sentada junto a Neteyam, con las piernas colgando en el vacío.
Los tambores eran un rumor lejano.
Hablamos de todo y de nada en particular, mientras disfrutábamos de la presencia del otro. Las miradas comenzaron a ser distintas, más íntimas y el flirteo cada vez era menos inocente.
Las caricias de Neteyam cada vez eran más seguras y su cuerpo buscaba al mío, desesperado. No podía culparle, pues deseaba que terminara todo aquello para poder quedarme a solas con él.
- La vista es hermosa. - comentó mirando los farolillos que decoraban las chozas.
- Pronto desaparecerán para dejar que el viento los lleve. - comenté. Neteyam miró el cielo y después clavó su mirada en mi.
- Aún recuerdo la noche que te conocí - dijo. No me atreví a mirarle a los ojos, por lo que pudiera encontrar en ellos.
No habíamos hablado de eso nunca, me di cuenta. Éramos como extraños que se conocían por primera vez. Había olvidado el detalle de que me había unido a él tiempo atrás. - La noche era tranquila, como esta. - comento.
Asentí mirando el bosque a nuestros pies.
- Me asusté cuando te vi ahí plantado. - bromeé.
- Suelo tener ese efecto en la gente. - dijo y yo reí, una vez más. Callé de repente, al darme cuenta de que el dolor no había desaparecido. Borré la sonrisa de mi rostro y me abracé a mi misma.
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Guerrero del Viento
FanficUna historia en la que Neith (TN) y Neteyam parecen tener una conexión especial, pero debido a un malentendido se separan para siempre. Los secretos que ambos guardan le llevan a cuestionarse si realmente se conocen. Además, el rechazo de la socied...