Guerrero del Viento

29

Ayudé a una chica de mi edad a levantarse para que se reuniera con su familia y pudieran montarse en sus respectivos ikrans para que pudieran irse cuanto antes. 

Tosí, sintiendo como el fuego comenzaba a repercutir en mis pulmones, cuando vi a uno de esos demonios disparar fuego a los banshees que intentaban volar. 

Con la sangre hirviendo en las venas, corrí hacia él, con el puñal por delante. Antes de que pudiera gritar le rajé el cuello y le arrebaté aquella pistola, para lanzarla a uno de los pozos interminables que formaban la orogenia de la cueva. 

Subí rápidamente por las escalerillas y comencé a liberar a los ikrans. Asistí a los heridos, haciéndoles apaños momentáneos y cuando todos ellos habían escapado, me di cuenta de que solo uno había quedado gravemente atrapado entre las llamas. 

Una cría de ikran.

Escalé por la roca para meterme en el interior del anillo de fuego y poder ver que es lo que ocurría. Tosiendo, y comenzando a ver las cosas doble, me acerqué hasta ella, con cuidado. 

La cría se dejó, elevando ligeramente sus alas para descubrir que está estaba doblada en un ángulo extraño. Estaba asustada y desorientada, pues probablemente hubiera perdido a su madre hacia rato. Intentaba que la pequeña cría se dejara hacer, cuando un nuevo ataque de tos me hizo comenzar a toser. Esta vez, fue peor que todas las anteriores. Me hizo arrodillarme y mi abdomen comenzó a contraerse en espasmos, al igual que mis pulmones. No importaba cuan hondo respirara, no podía hacer que el aire circulara a través de mis pulmones. 

Comenzaba a ver doble cuando un rugido me hizo elevar la vista.

Una figura borrosa me levantó y de alguna manera logré montar en lo que creía que era un ikran. Lo último que recordaba era el cielo azulado, borroso.