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- Eleva el brazo. - le dije a Lo'ak una vez en el bosque. Su postura para disparar era buena, pero tendía a relajar el brazo a la hora de tensar la cuerda. 

Lo'ak acomodó los pies y tensó el arco hasta que su mano quedó pegada a su mejilla. 

- Coge una bocanada de aire antes de disparar. - le recordé. Mis manos se hundieron en su abdomen. - Respira con el diafragma. Si lo haces con el pecho, tus brazos se moverán. - expliqué. 

Lo'ak asintió antes de tomar una bocanada de aire y antes de pensarlo mucho, disparar. La flecha silbó y agitó algunas ramas antes de clavarse en el objetivo. 

El animal quedó derribado. Lo'ak corrió hacia allí y tras una plegaria a Eywa, clavó el cuchillo entre las carnes del animalillo, impidiendo que siguiera sufriendo. 

- Bien hecho - le felicité con una sonrisa. 

Lo'ak me la devolvió y tomó al animal para reunirnos con los demás en el claro. Kiri discutía con su hermano mientras Nova intentaba mediar entre ellos. Tuk suspiraba mientras apilaba algunas piedras. 

- ...tienes que intentarlo Kiri. - le decía. 

Ella se negaba a coger el arco. 

- No pienso hacerlo. Yo no mato. - dijo. 

- Y si alguien te dispara, ¿tampoco vas a defenderte? - razonó Neteyam. Kiri suspiró mientras se disponía a darle la espalda. 

Ella se fue hacia el bosque, pasando a nuestro lado sin tan siquiera mirarnos. Lo'ak intentó hablar con ella, pero lo único que obtuvo fue un golpe contra el hombro por parte de su hermana. 

Entré al claro, mirando a Nova y Neteyam. Tuk nos ignoraba, jugueteando con palos y piedras, a un lado. 

- ¿Qué ha pasado? - pregunté, clavando mi mirada en Nova. Sabía que Neteyam no me contestaría y de todas formas, no estaba segura de poder aguantar su mirada. 

Nova abrió la boca pero fue Neteyam quien respondió, ante mi asombro. 

- Nada importante. - dijo solamente. Su mandíbula apretada me indicó que estaba lo suficientemente cabreado como para darle la espalda a todo y a todos. 

Rodé los ojos, preguntándome por qué la gente podría llegar a tener un comportamiento tan infantil. 

- A juzgar por el tono de Kiri no parecía algo banal, Neteyam. - insistí. Su cabeza giró como si acabara de recibir un latigazo ante su nombre. Su nombre en mis labios. 

Y cuando sus ojos se clavaron en los míos, ya no había enfado. No sabría decir lo que había, pero el brillo de sus ojos me puso los pelos de punta. 

De nuevo, pareció que el bosque se quedara en silencio para escucharnos. No había una misera ráfaga de aire cruzando el claro en aquel momento. 

Escuché con atención mi alrededor. Mis sentidos se agudizaron y pude oír el susurro de su respiración. De la respiración de Neteyam. El aire entrando por sus pulmones, circular por su cuerpo y salir de forma entrecortada por sus labios entreabiertos. El latido de su corazón, acelerado, como el aire entraba a sus pulmones cada vez mas rápido, con mas dificultad. Como si no fuera suficiente para apaciguar su acelerado corazón. 

Como si me hubieran empujado, parecí regresar a mi cuerpo físico, mareada. Nunca... nunca había oído a alguien respirar.  Había oído el viento y había oído brisas de viento. La había oído a Ella y había oído brisas de aire provenientes de las montañas o el mar. Pero nunca el aire de alguien, era algo muy personal, como si respirara con él. Como si fuera uno. 

Antes de que pudiera cuestionarme lo que acababa de hacer, sentí un cambio en nuestro entorno. Un presentimiento, mas bien. 

Acto seguido, se oyeron las hélices de una nave rasgar el aire. Alterando la respiración de la Gran Madre, de lo que nos rodeaba. 

Todas las miradas se dirigieron al cielo a la vez para observar como varios ikran aullaban, despavoridos antes de que una enorme nave demonio nublara el cielo, sumiéndonos en las sombras. 

Las copas de los árboles se agitaron, debidos al aire que expulsaban los reactores de la nave. El aire torrido que expulsaba llegó hasta nosotros. Anonada por la inmensidad de aquella cosa, no reaccioné inmediatamente. 

Una mano de cuatro dedos se envolvió en mi brazo y me arrastró hacia la espesura del bosque, mientras gritaban. Elevé la mirada para ver quién era el portador de aquella mano y me faltó el aire cuando vi a Neteyam, tan cerca. 

Gritaba algo mientras su mano apretaba un botón en su cuello. Su mirada era frenética mientras miraba a su alrededor. Lo'ak miraba entre los árboles, intentando vislumbrar algo. 

- Están bajando, hay mas naves. - dijo Lo'ak, arco en mano. 

- Kiri. - dije entonces. Estaba sola, ella no se había enterado. 

Neteyam pareció entrar en colapso cuando oyó las turbinas de aquellas máquinas zumbar cada vez mas cerca. Era imposible que nos hubieran encontrado. Era imposible ver algo con aquellos árboles tan espesos. 

- Vete a la aldea. - me dijo, su tono no aceptaba replicas. Sus ojos clavados en los míos con... preocupación me atrevería a decir. No le oresté demasiada atención, pues oí el aterrizar de una nave a unos kilómetros. 

- Han aterrizado. - balbuceé. El horror en mis venas, el horror al comprender que esta tierra ya había sido profanada por la Gente del Cielo. Que eran una amenaza real y que buscaban a los Sully. Que buscaban a Neteyam. 

- Ve. - me dijo y su mano se soltó de mi brazo. Me sentí de repente, completamente desamparada. No había sido consciente de su contacto hasta ahora. - Iros, yo buscaré a Kiri. - dijo. 

Mi mano tomó su brazo antes de que diera un paso mas. 

- Voy contigo, no conoces el bosque. - dije. 

- Alguien tiene que avisar sobre lo ocurrido. - me dijo. No era el mejor momento para pensar en ello, pero era la primera vez que estábamos manteniendo una conversación como personas. 

- Yo lo haré. Lo'ak avisará a tu padre. - dijo la voz de Nova. Me había olvidado de ella, extrañamente. Era como si hubiera desaparecido durante unos instantes. 

La mirada de Neteyam se desvió hacia su hermano y este asintió rápidamente. Después, su mirada resbaló hacia mi y con tan solo eso, bastó para que nos despidiéramos de los chicos y corriéramos hacia el bosque, en busca de Kiri. 

Guerrero del VientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora