No podía respirar. La oscuridad me ahogaba. Se metía en mi garganta y me cerraba los pulmones con sus garras.
Intenté nadar, pateleé, rugí, siseé y luché con garras y dientes, tratando de encontrar una salida. Y siempre que parecía que la había encontrado -un punto de luz a lo lejos- una mano se aferraba a mi tobillo y me arrastraba con ella hacia dentro. Hacia la oscuridad.
Sentía mis uñas desgarrarse contra lo que fuera mientras intentaba frenar. Evitar que me chupara otra vez hacia ese sueño que cada vez me dejaba con menos fuerzas. A cada día que despertaba, entre oscuridad, con la única compañía de mi misma, miraba a mi alrededor y después me levantaba.
Caminaba y caminaba hasta ver un punto de luz que parpadeaba y después, con las piernas temblando, corría hacía allí con la energía que sacaba de la Madre sabía de donde.
Corría y corría hasta que el punto de luz se hacia mas grande.
A veces conseguía que mis manos atravesaran la luz y se aferraran a lo que encontraran antes de que aquella mano se cerrara sobre mi tobillo y me arrastrara con ella. Otras, me quedaba a escasos centímetros del punto de luz e intentaba arañar la oscuridad, con tal de aferrarme a algo. Nunca funcionaba, pero no dejé de luchar.
Cuando ya apenas distinguía si mis ojos estaban abiertos o cerrados ante aquella oscuridad, comprendí que solo un milagro me sacaría de allí.
Cualquier otro pensamiento que no fuera salir de aquella oscuridad quedó reducido a un parpadeo en cuanto mis fuerzas comenzaron a flaquear. Apenas podía sostenerme en pie o entreabrir los labios para respirar el mismo aire turbio de siempre. Respirar oscuridad.
Intenté escuchar a la Gran Madre mas de una vez, pero allí no soplaba ni la mas mínima ráfaga de viento. Tenía que recordarme que tenía que respirar porque ni siquiera ese aire parecía ya necesario.
Estaba tendida entre aquel manto de oscuridad eterna e infinita cuando se me ocurrió entreabrir los ojos para enfrentar aquella oscuridad sin inicio ni final. Oía mi respiración, cada vez mas pesada y silbante. Intenté moverme para acurrucarme sobre mi misma, plegarme de aquella misma manera que había hecho la primera vez. La vez que había entrado allí.
Tal vez si me envolvía en la oscuridad podría volver a seguir esos recuerdos. Esas manos acariciando mi rostro, esos brazos fuertes estrechándome contra un cuerpo duro, un cuerpo que encajaba perfectamente con el mío. Y por un momento juré, que entre toda aquella oscuridad, noté como las sombras se moldeaban en esas manos callosas para envolver una de mis manos y estrecharla. Algo suave se posó en mi quinto dedo, una caricia.
La sensación se fue igual de repentinamente que había llegado.
De un instante a otro, aquella sensación se desvaneció y de nuevo, me enfrenté a la oscuridad fría e infinita.
Volví a cerrar los ojos y me acurruqué con mis últimas fuerzas, recordando aquello que me había prometido no olvidar. Piel con piel, su aroma mezclándose con el mío, el viento meciéndonos en un cálido abrazo, su mano en mi mejilla, acariciando mis labios...
Y el cansancio me invadió una vez mas. La oscuridad me ahogó y entró en mis pulmones, arrebatándome el último aliento. Y no luché contra ella. La recibí como una vieja amiga y me dejé envolver con ella, dejando mi cuerpo atrás y pasando a ser algo mucho mas etéreo. Algo sin límites físicos. Simplemente quedó mi ser, limpio y puro flotando en una oscuridad que ya no parecía tan densa ni tan agresiva.
Era infinita si, pero estaba llena de tranquilidad. Era como un remanso de paz.

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Guerrero del Viento
FanfictionUna historia en la que Neith (TN) y Neteyam parecen tener una conexión especial, pero debido a un malentendido se separan para siempre. Los secretos que ambos guardan le llevan a cuestionarse si realmente se conocen. Además, el rechazo de la socied...