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Giré en el aire en el último momento para evitar chocarme contra una enorme piedra. Oí la voz de Neteyam, su llamada detrás mía. La repetí y miré por encima de mi hombro, para encontrarme con que él ya no estaba allí. Fruncí el ceño y miré a mi alrededor, confundida. 

Otra vez el mismo sonido, esta vez desde arriba.

Elevé la mirada, para encontrarme a Neteyam, haciendo una voltereta justo encima mía. Sus ojos se encontraron con los míos una vez más antes de extender un brazo y acariciar mi rostro en una fugaz pero suave caricia. Sonreí, sin poder evitarlo. 

Acto seguido, me dejé caer en el aire, hacia abajo, sabiendo que Neteyam me seguía. Haciendo florituras a mi lado. Reía mientras caíamos al vacío, entre las nubes. El contraste de los esponjosos algodones contra mi cuerpo ardiendo debido al esfuerzo de montar en mi ikran, me hizo temblar en un escalofrío mientras descendíamos a toda velocidad. 

Miré al macho a mi lado, que se negaba a elevar el vuelo a pesar de que el suelo estaba cada vez mas cerca. Retándonos con la mirada y a punto de estrellarnos, nos elevábamos a la vez, con un grito de victoria. Sin embargo, nos encontramos con que, una vez mas, habíamos empatado. 

"Algún día te ganaré" había dicho él. Yo reí. 

"Quisiera verte intentarlo" respondí yo. 

Nos alejamos de las lindes de la aldea, sin apenas darnos cuenta para zambullirnos en una noche que era nuestra y un bosque que era nuestro segundo útero a pesar de los peligros que habitaban en él entre la oscuridad. Habíamos dejado el poblado atrás, entre risas y miradas cómplices hacía ya un rato. Nos había costado más de un susto, pues habíamos tenido que escondernos varias veces para evitar que nos pillaran.

Nos encontramos a más de uno dándose el lote en sus respectivas cabañas y nos alejamos entre risas y burlas. No obstante, ambos con la cara encendida, al saber que era lo mismo que habíamos hecho nosotros hacía unos minutos. 

Dejé a un lado esos pensamiento para aterrizar en el bosque de una forma algo apresurada y correr entre la hierba y el lodo a hacer cualquier cosa. Neteyam me alcanzó apenas unos pasos después de que me hubiera bajado de mi montura. Trasteó con mi cola antes de regalarme una sonrisa. 

Trepamos a los árboles y bailamos bajo la luz de la luna, riendo. Nos bañamos en las lagunas, saltando desde las rocas gritando tonterías, nos hinchamos a comer bayas y contar viejas historias. Me reía como si nunca lo hubiera hecho. Estaba eufórica y la emoción del momento me impedía pensar con claridad. Probablemente si aquella noche algo nos hubiera estado vigilando, ninguno de los dos nos hubiéramos dado cuenta de ello. Estábamos demasiado ocupados nadando en la mirada del otro.  

Un rato después de habernos bañado en una pequeña cala, volvimos a los ikrans para volar durante el resto de la noche.

Volaba junto a Neteyam, cuando oí en la distancia, el leve rumor de las olas. No sabía que nos habíamos alejado tanto de casa. Neteyam volvió a hacer ese ruidito que pretendía ser una llamada entre nosotros para indicarme que descendería hasta la playa. Probablemente, sería nuestra llamada a partir de ahora. 

Allí, corrió al agua y me arrastró con él hasta la arena y la sal. Le seguí, preguntándole qué tramaba. Sin proferir palabra, comenzó a hacer ruiditos extraños. Su mano descansaba entrelazada con la mía, mientras su vista seguía clavada en el agua.

Reí, mientras le oía reproducir aquellos extraños soniditos. Parecía una de esas criaturillas marinas que saltaban por el mar mientras nadaban libres en la vastedad del mar. 

- Neteyam que...

Me interrumpí para admirar a la extraña criatura que nadó hasta nosotros. El agua nos llegaba por la cintura y la criatura se restregaba contra la palma mojada de Neteyam, como si le conociera. 

Guerrero del VientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora