39.

10 0 0
                                    

La Tsahik me despertó horas después, con una dulce sonrisa y decirme que fuera a darme un baño a alguna de las calas en la cueva para acicalarme. 

Esa misma mañana pondríamos rumbo a la aldea Metcayina, en donde nos esperaban. Neteyam me ayudó a atar el bonito tocado de mi torso mientras desenrredaba mi pelo, quitando todas las rastas y trenzas que había llevado hasta ahora para hacerme un peinado totalmente distinto. 

Lo denserredó con un delgado peine de hueso mientras tarareaba una canción. Quise trenzarlo yo, pero ahora que Neteyam formaba parte de nuestro pueblo, sabía lo que significaba trenzarle el pelo a alguien. Un vínculo sagrado y profundo que representaba la unión del respeto y la confianza entre dos personas. 

Nova, Kovu y yo solíamos hacerlo constantemente solo para llevar una cuenta mental de quien trenzaba mas veces el pelo. "¿Puedes retocarme las trenzas?" me decía siempre Kovu para que ganara la apuesta que Nova había hecho contra mi. Yo siempre sonreía y negaba con la cabeza para tomar un hueso y comenzar a desenrredarlo. 

Ahora, los ágiles dedos de Neteyam seccionaban mi pelo para comenzar a trenzarlo en un bonito combo de trenzas que recorría mi cabeza en siete secciones de trenzas que a su vez, se dividían en otras mas pequeñas. Por si no fuera ya lo suficientemente difícil lo trenzó con cuentas de colorines a juego con mi collar de canciones y añadió una de las plumas que llevaba él en su pelo. 

Cuando pude mirarme en el reflejo de uno de los pocos espejos que nos había cedido Jake en su llegada, comprobé que el intricado peinado era tan hermoso como había imaginado mientras sus dedos trenzaban pelo. 

- Neteyam es... - no se me ocurría la palabra perfecta para describir aquella muestra de su amor. Era tan grande y pura que se me llenaron los ojos de lágrimas al comprobar que había imitado collares y pulseras con los colores de las cuentas en mi pelo, que habíamos intercambiado a lo largo de los años. Algunas las recordaba de niña.

Hundió la mano entre el amasijo de cuentas para extraer una única trenza, llena de pequeñas cuentas, que había quedado separada del resto del recogido. Y comenzó a relatar el significado de cada una. 

"Una por tu primer aliento, una por tu conexión con Eywa en el bosque, otra por habernos encontrado en el bosque, otra por habernos unido la primera vez, esta por habernos encontrado otra vez, esta por haberme enseñado a caminar entre tu gente, esta blanca representa tu voluntad pura a la hora de enseñarme el idioma de la Gran Madre, estas dos por haber luchado junto a mi y en una de ellas haber perdido la vida y... y esta granate para indicar que te has hecho con todo el amor del que dispongo y que tanto mi cuerpo como mi alma siempre serán tuyos, Neith" 

Le abracé, dándole una y otra vez las gracias por sus sinceras palabras. Neteyam insistió en que era lo mínimo que podía hacer y accedió a que yo también lo intentara. Por lo que, después fue su turno. 

Desenrredé su pelo, sorprendentemente liso para haber estado trenzado durante tanto tiempo y rehice todo su cabello en diminutas trenzas que decoré con distintas cuentas estratégicamente para después unirlas todas en un tocado vertical que recorría su espalda en un arcoiris de colores vivos. Al igual que él, dejé suelta una trenza que cardé hasta hacerla una rasta para después decolarla con diferentes hilos y cuentas, a juego con su collar de canciones. Le expliqué también lo que simbolizaba cada una de ellas antes de añadirle plumas rojas, amarillas, verdes, azules... que contrastaran con la negrura de su cabello y sobresalieran del peinado, otorgándole un aire guerrillero. 

Para cuando terminé, era hora de irnos. 

La Tsahik nos encargó recoger todo lo que nos fuera a ser útil durante nuestra estancia en el poblado Metcayina. Mientras la ayudaba a recoger todos los utensilios y pelear con ella al saber que quería cederme muchas de sus túnicas sagradas y no querer aceptarlas; Kiri nos interrumpió. 

Su rostro estaba decorado con una sonrisa y sostenía un farolillo iluminado ténuamente entre sus brazos. Lo reconocí enseguida por la decisión en el trazo de los bordados. Era de Kovu. Lo acaricié con la punta de mis dedos, al ver la ráfaga de viento que sacudía el Árbol Madre en una de las caras del farolillo. 

"Por la familia."decía siempre él."Por nuestros hermanos" rezaba antes de colgarlo, como todos los años en la choza de su familia. De nuestra familia. Madre lo tomó entre sus brazos para apagar la vela con un leve suspiro que revolvió nuestra melena.

Una brisa llena de amor y melancolía que me puso los pelos de punta. 

Juntas, cargamos a nuestras monturas con lo necesario antes de que un Neteyam con las mejillas ligeramente mas azuladas que el resto de su rostro apareciera, con la respiración agitada. También traía un farorillo entre sus manos, del que pendía una única cuenta. Se había rajado y estaba maltrecho. Su tela color crema se había ensuciado y muchos de los bordados se habían soltado, pero la llama seguía luciendo, después de tanto tiempo. 

No fue casualidad que a pesar de estar tan maltrecho, el farolillo que había hecho Neteyam para "la hembra con la que se había unido" siguiera luciendo, vivídamente. 

Lo apagamos, juntos, al igual que lo habíamos encendido y lo doblamos con cuidado para evitar romperlo mas de lo que ya estaba antes de guardarlo en el zurrón y poner rumbo a la aldea de los Metcayina. 


Guerrero del VientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora