Todo a mi alrededor eran colores brillantes e imágenes difusas que pasaban frente a mi, zarandeándome entre recuerdos y sensaciones.
La poderosa voz de la Gran Madre me arrebató la mía y tomó mi respiración para alimentar la suya propia. Desechó mi cuerpo y posó mi alma en tantos otros nuevos cuerpos mientras yo me resistía, queriendo recuperar el mío.
Me concentré en mis facciones, en las sensaciones que me provocaba correr descalza por el bosque o nadar en las calas de las cuevas, en el clan de los Shilicateyina. Me concentré en los labios de Neteyam y en su risa, en cómo tocaba mi cuerpo cuando nadie miraba y en como el estómago se me doblaba en dos cuando caía en picado montada en mi toruk.
Recordé el momento en el que nací y tomé mi primera bocanada de aire, cuando mi madre me acunó entre sus brazos y me pegó a su pecho llorando de alegría mientras rezaba a la presencia que ahora estaba conmigo para que mi vida fuera todo lo larga posible.
Vi mi muerte, en paz y sin dolor, rodeada de todo el mundo que me quería. Vi a mis hijos, con sus hijos en brazos y vi a alguien a mi lado, que descansaba con la cabeza pegada a la mía. Me concentré en sus facciones y vi como Neteyam se levantaba en aquel instante para agarrar mi mano y ante el asombro de todos, salir corriendo de allí.
"¿A dónde vamos?" le pregunté yo.
"A casa" dijo él solamente con una amplia sonrisa.
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Antes de abrir los ojos, quise escuchar a mi alrededor. En parte porque temía lo que pudiera encontrarme a continuación y en parte porque estaba muy cómoda en aquel estado de trance en el que mi cuerpo parecía algo etéreo y mi alma limpia de cualquier tipo de mal que pudiera haber cargado durante toda mi vida.
Por un momento casi pude sentir que no había nada de lo que pudiera sentir remordimientos. No había resquicios de muerte o recuerdos traumaticos en mi. No era un bicho raro de cinco dedos, no era un demonio, no era alguien de quien otro se pudiera sentir avergonzado. Era alguien nuevo, completamente limpia y desprovista del mal que sacudía el mundo. Mi cuerpo y alma no había quedado profanado, no había nada.
Cuando me sentí lo suficientemente confiada como para abrir los ojos, dispuesta a comenzar una nueva vida, una voz familiar me sacó completamente del trance. De esa burbuja de meditación tranquila.
- ¿Neith...? - preguntó la voz de Neteyam.
Abrí los ojos, cuando todos los recuerdos vinieron a por mi. Neteyam desvaneciéndose entre mis brazos, toda esa sangre, mi alma anexionada a la suya, la lucha debatiéndome entre la vida y la muerte y mis plegarias por volver allí a donde mi cuerpo había sido depositado.
Mi mirada recorrió rápidamente mi alrededor. Estaba en una choza, que identifiqué enseguida como la de la Tsahik en la que había estado trabajando la mayor parte de mi vida. Había montones de utensilios repartidos por la habitación. La mayoría de ellos protectores y limpiadores.
Oí un suspiro a mis pies y vi a Neteyam con el torso vendado y mi mano entre las suyas. Una de sus manos soltó la mía para colocarla en su frente y frotar su piel, como si quisiera quitarse toda la suciedad que hubiera podido acumular.
- Gran Madre devuelvemela, por favor. Necesito llevarla a casa. - susurró para si mismo, juntando sus manos en signo de plegaria mientras clavaba la vista en el suelo. Mi mano de cinco dedos aún estaba entrelazada entre las suyas. Uno de sus cuatro largos dedos callosos rodeaba mi meñique, apretándolo contra si, rozando sus labios mientras estos susurraban plegarias.
- Neteyam... - intenté. Pero mi voz salió como un quejido lastimero y ronco que se parecía mas a un perro herido.
Él elevó su mirada y se lanzó al camastro en el que estaba postrada para ahogarme contra su pecho, al ver que había despertado. Me aferré a su piel, aspirando su aroma.
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Guerrero del Viento
FanficUna historia en la que Neith (TN) y Neteyam parecen tener una conexión especial, pero debido a un malentendido se separan para siempre. Los secretos que ambos guardan le llevan a cuestionarse si realmente se conocen. Además, el rechazo de la socied...