Emi.
Cuando me desperté, me encontraba desorientada, lo último que recordaba era estar llorando como una niña pequeña en los brazos de Perseo, después de que su familia me barriera con muestras de amor y cariño que yo no había sentido en mi vida.
Estaba preparada para sentir desprecio, violencia, maltrato psicológico, pero no para que se me escuchara, se me atendiera, y desde luego que no estaba preparada para que me dijeran que formaba parte de una familia tan espectacular como la familia Bencomo, una familia que, aunque agobiante e intimidatoria, lo hacían porque se querían unos a otros, para todos, y cada uno de ellos, incluido, el independiente Ruyman Bencomo, la unidad familiar lo era todo.
Al pensar en ellos, casi me hace volviera a llorar, pero me contuve, miré a mi alrededor, y me di cuenta de que no estábamos en la casa de Perseo, de hecho, en la habitación, en la que me hallaba tumbada sobre una enorme cama, era totalmente desconocida para mí.
El lujo era la tónica destacable en ese espacio, que no era muy grande , había una enorme cama donde yo estaba tumbada tapada por una mantita de terciopelo negra, bajo mi había un edredón muy bonito de color azul, se notaba por el tacto que la tela, que era de primera calidad, las luces discretamente colocadas en los laterales del techo estaban difuminadas para procurar el descanso, y por unos pequeños ventanales colocados en las paredes laterales a ambos lados de la cama, se podía ver que entraba luz del día, por la cantidad de luz que entraba, debía de ser por lo menos medio día.
Toda la habitación estaba decorada en tonos crema y azul. Las paredes estaban acolchadas, con una especie de cuero color crema, había dos puertas, una de ellas estaba abierta y se veía un pequeño baño con ducha también muy lujoso, pero por la forma de los sanitarios algo me dijo que no estaba en una casa muy grande quizás fuera un bungalow o algo así.
Me levanté y tras pasar por el aseo, para mirarme la cara y retocarme un poco, decidí salir a buscar a Perseo. Estaba avergonzada por mi actitud, necesitaba pedirle perdón, a como fuera lugar, no deseaba que me viera como una mujer débil y llorona, que cae derribada porque su familia, porque la acogen, o le dan cariño.
Es más cuando tuviera ocasión también me disculparía con la madre de Ruyman, la pobre se tuvo que haber llevado una susto de muerte al tener en sus brazos, a una histérica llorona, que no sabía controlar sus emociones.
La sorpresa que me llevé al abrir la puerta fue mayúscula, pensaba encontrarme ante un salón, pero lo que me encontré fue una sala, pero de un jet privado, y justo en estos momentos estábamos volando. Había varios sillones colocados estratégicamente mientras la moqueta beis, el lujo del salón te golpeaba de lleno en la retina, dos azafatas estaban de pie en espera que se le solicitara algo, y en un lateral junto a una mesa y un sillón muy cómodo, se encontraba Perseo sentado, me chocó que llevaba puestas una gafas de metal, estaba trabajando en su ordenador.
Fue en ese momento que comprendí porque las azafatas estaba tan ruborizadas, y distraídas, porque en ningún momento habían detectado mi presencia, su atención estaba centrada en ese espécimen de hombre, que estaba sin la chaqueta ejecutiva puesta, la camisa estaba arremangada hasta casi el codo, dejando ver los musculosos brazos, que me había rodeado en más de una ocasión, las gafas daban un toque de misterio y tras ellas esos ojos azules que podía llevar a una mujer, si le se lo proponía, a una vida de pecado, sin mostrar resistencia. El traje le sentaba muy bien, seguramente porque estaba hecho a medida, para ajustarse a ese cuerpo musculado, que yo ya había visto y sabía que había debajo de tanta ropa. Lo más rebelde, era su pelo, que había decidido caerse sobre su frente de forma desordenada, como desafiando a tanta perfección, pero sin darse cuenta de que eso lo hacía más atractivo, sin querer, le daba un aspecto peligro y rebelde, que ni las azafatas, ni yo, podíamos resistir.
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Comprada por la mafia.
Lãng mạnEmilia Monti nunca ha tenido una vida fácil, rechazada por su madre, la cree responsable de la muerte de su padre ya que el accidente ocurrió mientras el padre y la hija, iban a comprar el helado que Emi le había pedido. Trabaja en varios trabajos...