Narrador.
Mientras Ruyman intentaba recuperase de la metedura de pata que había cometido, justamente en ese momento, en el palco seis, un frustrado Jack Foster, la emprendía contra una de las pantallas de su palco, rompiéndola en mil pedazos.- "Tenía que ser mía, era perfecta, esos ojos retadores, ese aura de valor, lo que me hubiera gustado doblegarlo, y terminar con ella, hasta que se convirtiera en un juguete roto."- tuvo que calmarse cuando varios hombres de Marchetti entraron en la habitación, sabía que su jefe no era cualquier persona, era mucho más poderoso que él, y buscarse su enemistad, le generaría muchos problemas para el cobarde millonario, que no estaba dispuesto afrontar. Entregó su tarjeta platino, al camarero, para que se cobrara la pantalla que había destrozado, y agachando la cabeza, salió de la habitación.
Pero antes de subirse al coche, preguntó al mozo del aparcamiento, tras darle una generosa propina, si sabía quién había alquilado el palco tres, el mozo presuroso cogió los generosos billetes, y dijo en un susurro:
- "El señor Lamond, el señor Mark Lamond, y sus acompañantes, pero a esos no los conozco, es la primera vez en estos eventos"-
Jack arrugo su ceño, tendría que buscar alguna sustituta para pagar su frustración, una que nadie echará de menos. Se metió en el coche, y le dijo a su chofer:
- "Vamos a donde ya sabes Oswald, hoy no ha habido suerte."-
- "Si señor Foster, sin problemas."- le respondió su chofer.
En ese mismo momento, en las oficinas del club, Humberto Marchetti, se lamentaba haber perdido ante el heredero niñato de la familia Bencomo, desde el palco siete, Humberto estuvo pujando por la mercancía llamada Andrómeda, pero perdió, en favor del palco tres.
Normalmente antes de dar las insignias que permitían la entrada al recinto, como medida de seguridad, estudiaba todos los invitados que solicitaban asistir, en el caso de Ruyman Bencomo y Rayco Vieira, su solicitud había sido una invitación de un cliente asiduo, Mark Lamond.
Sus comprobaciones eran correctas, ambos CEOs, pertenecían a familias adineradas europeas, e incluso eran dueños de la parte que gestionaban de su herencia familiar. Rayco, era uno de los restauradores más conocidos, y millonarios de varios continentes, y Ruyman, era aún más millonario que su amigo, sus empresas cubrían, muchos estados de Estados Unidos, y parte de Asia. Tenía hoteles, clubs nocturnos, restaurantes, hasta un campo de golf y un club en la Florida, así que los ocho millones que pago por Emilia era nimiedades para él.
Nunca una mujer le había salido tan rentable, había pagado su deuda con creces es más había ganado casi un ochenta y cinco más de ganancias comparado con la inversión inicial, entonces:
- "¿Por qué no estaba feliz por todo lo que había ganado? ¿Por qué lo único que deseaba era ir a ese retador hombre, devolverle el dinero y quedarse con esa tigresa de ojos amarillos? ¿Por qué la idea de que ese hombre la tocara, lo volvía loco? Y, por último, ¿Por qué había pujado por ella, sabiendo que así perdería más dinero?"- Todas estas preguntas no dejaban de hacérselas a sí mismo.
En un arrebato cogió el teléfono y llamo al encargado de los palcos, para saber si el pago de la subasta del palco tres se había realizado.
- "Correctamente además de insistir en pagar la botella de Macallan Premium, y todo lo que se consumió durante el evento en ese palco."- la ira por la altanera acción del CEO del Grupo C.P.A., Ruyman Bencomo, alteró más la personalidad tranquila y controlada del jefe de la familia Marchetti.
- "Que se le devuelvan los diez mil dólares que dio como garantía y gastos del todo incluido de ese palco."- dijo Humberto apenas conteniendo la furia ante la arrogancia del maldito español.
Justo en ese momento su segundo, entró en el despacho.
- "Señor confirmado el abono de todas las subastas, y la sala de entrega ya está preparada para que los clientes recojan sus mercancías."- Una sensación de derrota y perdida, junto a otra de inconformismo se adueñó de él.
Y por primera vez dijo algo que hasta a su subordinado y mano derecha, lo miró sorprendido, al darse cuenta de que su jefe, iba hacer algo, que nunca había hecho.
- "Asistiré a la entrega de la mercancía del palco tres, y por favor prepara doce millones de dólares en una cartera de ejecutivo."- sin más el jefe se dirigió a servirse una copa, necesitaba algo de alcohol, para calmar sus instintos, y volver a ser el empresario serio y frío, e inalterable que todos conocían, y así seguir con las apariencias cara a la galería del mundo empresarial, ocultando así las raíces de sus verdaderos negocios.
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Comprada por la mafia.
RomansaEmilia Monti nunca ha tenido una vida fácil, rechazada por su madre, la cree responsable de la muerte de su padre ya que el accidente ocurrió mientras el padre y la hija, iban a comprar el helado que Emi le había pedido. Trabaja en varios trabajos...