Comprada por la mafia.

Capítulo XX. La vendetta de Andrómeda parte 1

Emi.

- "Buenas tardes, madre, veo que el tiempo sin mí, no te ha mejorado el carácter, sigues siendo la misma, "adorable, abnegada y entregada" madre, la de siempre"- le dije sonriendo burlona, demostrando que su forma de tratarme no me afectaba.

- "¡Eres una descarada!, ¿Qué haces aquí? Te has escapado, ¿verdad? Como le ocurra algo a tu hermano por tu culpa..."- la interrumpió el histérico de mi hermano.

- "¡No, mamá me ha vendido!, ¡esa maldita me ha vendido! Han venido a buscarme, para que usar mis órganos, ha vendido mis órganos."- dijo el estúpido de mi hermano, señalando a la limusina que se veía en la calle. No pude evitar soltar una carcajada.

Mi madre me miro aterrorizada, y del terror, pasó a la furia, intentando golpearme mientras me gritaba en italiano.

- "Che tu sia maledetto! Avrei dovuto ucciderti alla nascita, non solo mi hai portato via l'uomo che amavo, ma vuoi anche portarmi via il mio caro figlio, ti meriti quello che ti è successo, di essere venduto e maltrattato come la puttana che sei, ti maledico maledetto, la donna che ti ha dato la vita ti maledice, avresti dovuto morire quel giorno, al posto di tuo padre, saremmo stati più felici, senza di te."- mientras esquivaba sus golpes gracias a mi practica del Wing Chun en mi mente graba esas palabras a fuego en mi alma.

- "¡Maldita! Debí matarte al nacer, no sólo me quitaste al hombre que amaba, sino que también me quieres quitar a mi querido hijo, mereces lo que te ha pasado, ser vendida y maltratada como la puta que eres. ¡Te maldigo maldita!, la mujer que te dio la vida te maldice, deberías haber muerto ese día, en vez de tu padre, hubiéramos sido más felices, sin ti."- me lo repetí una y otra vez para que mi alma de niña recordarse, a partir de hoy nunca llamaría a Dalila Monti, madre, nunca.

Estaba tan concentrada en esquivar los golpes de ese ser, mientras Daniele jaleaba a su madre para que me golpease, que no nos dimos cuenta que ya no estábamos solos, varios escoltas, nos rodearon, haciendo que mi histérico hermano intentara huir, pero que fuera sujetado por uno de ellos sin apenas esfuerzos, su amigos había huido hacía rato, dejándolo vendido a su suerte, por lo visto no hay honor y hermandad entre los ludópatas y buenos para nada.

Mi madre fue arrastrada lejos de mí, mientras ella asustada miraba alrededor, sabía que pensaban que eran gente de Marchetti, su terror era evidente.

- "¡No, por favor! no os lo llevéis, llevaros a ella, sus órganos son buenos, ella servirá."- comenzó a rogar y suplicar Dalila. Mientras su hijo sujeto, por un escolta de la familia Bencomo, suplicaba a su madre que lo salvara, que no quería morir.

Yo miraba todo, entre la realidad, la incredulidad, el asombro, y un poco, la satisfacción de verlos tan desesperados como yo estuve, aunque mi maldito corazón, aun sentía dolor y pena, por ellos.

En un momento los escoltas se abrieron formando un pasillo, y de la escalara que ascendía al primer piso, el hombre mas atractivo, que había visto nunca, vestido con traje chaqueta de Armani, y unas gafas de sol de Dior, apareció y todo se paralizo, hasta mi madre y mi hermano se silenciaron, mirando como ese hombre se acercaba a nosotros, como a cámara lenta.

Me recordó a esos anuncios que ponen en la televisión, para que las mujeres acaben babeando por el modelo super sexy, atractivo, y enloquecedor de hormonas femeninas, que como locas acaban comprado todo lo que él les ofrece, o no les ofrece, si se presenta la oportunidad de tenerlo cerca. Aunque no necesiten nada de lo que se les han ofrecido, lo compran igual.

Mi mente viajo, me imaginé a Perseo, vendiéndome algo, vestido, así como estaba ahora, y el calor se apoderó de mí, una cosa tenía clara sabía, no era mejor que el resto de la población femenina de este mundo, ya que lo compraría todo, incluido él.