Narrador.
El señor Foster miró a su juguete sustituto, derribado en el suelo, totalmente ensangrentado, ni siquiera había supuesto una diversión entretenida para él, simplemente no había parado de rogar, llorar y suplicar, cuando no gritaba de dolor, mientras el empresario "jugaba" con ella.
- "No me has durado mucho, ¿de qué sirven estos juegos y el dinero que recibirá tu familia por ti, si apenas ha pasado media hora, y ya estas rota e inservible?"- le dijo mientras la veía agonizar en el suelo.
Tampoco se podía quejar mucho y lo sabía, sólo había sido un juguete sustituto, a la que verdaderamente hubiera querido tener hoy en su patio de juegos, era a la bruja de ojos amarillos y mirada retadora, a la virgen guerrera que se le escapó, en favor, de otro comprador con más dinero que él.
- "No te lo tomes como algo personal preciosa, sólo has sido el resultado, de mi ineptitud por no poder comprar algo que verdaderamente valía la pena, y no se me dio. Alégrate, tu vida ha servido para que tu familia no pase más necesidades, con eso puedes irte tranquila."- le dijo a la mujer ensangrentada, maltratada, golpeada, y humillada, que estaba tirada en el suelo sin poder moverse, aferrándose a un hilo de vida.
Mientras se colocaba la ropa y se limpiaba las manos de restos de sangre, le sonó el teléfono con la banda sonora de "Psicosis", el tono lo reconoció rápido, era el tono que le había puesto a la única persona que él temía, la persona que en el fondo, pensaba él, era la culpable de que el participara estos juegos, la dueña de su vida, de su empresa y de él.
Cogió presuroso el teléfono haciéndole señas a su juguete roto, para que se callara, ya que sus gemidos de dolor y agonía podía ser identificados por la persona, al otro lado del teléfono, como de otra tipo de actividades también físicas pero que se hacían normalmente sobre una cama, y eso, a él, no le convenia.
- "¿Cariño?"- dijo presuroso con una voz dócil, y nerviosa.
- "¿Dónde estás?, ¿sabes la hora que es?, he regresado a casa de mi viaje, y no te he encontrado. ¿No me estarás engañándome maldito? Sabes que de lo que soy capaz..."- la interrumpió entre ruegos y asentimientos débiles, mientras presuroso se añejaba de la habitación, haciendo le una señal a su asistente que le esperaba detrás de la puerta.
- "No, mi amor, estoy en casa, de hecho, salí a dar una vuelta porque te echaba mucho de menos, por el jardín"- tapo el auricular y le dijo a su asistente –"ya sabes lo que tienes que hacer, que quede todo limpio, vuelvo a la casa principal, la señora ya ha llegado"- y volviendo a destapar el auricular continuó tranquilizando a su mujer, mientras se quitaba la camisa manchada de sangre, y se colocaba otra nueva.
Lo último que oyó antes de que se cerrara la puerta de su cueva de juego secretas, fue los gemidos de súplica y los llantos de su ultimo juguete, para al final sólo oir silencio.
Caminó por los jardines regresando a la casa principal, mientras continuaba oyendo las quejas interminables de esa mujer que tanto odiaba, pero que no podía tocar, pues la temía, mientras su mente volvió a traer a sus deseos a esa diosa de ojos amarillos y mirada retadora, que hubiera sido un juguete perfecto, para calmar sus ansias esta noche, el juguete que se le escapó.
Ruyman.
Estaba tan ensimismando en mis sensaciones y en el poder para controlarlas, que ni me di cuenta de que el estúpido y metomentodo de Zipi, estaba en mi casa, sentado en mi salón, hablando y jugando a ese juego de manipulaciones que le gustaba tanto con mi condena a dos años, la diosa esclava.
- "Bueno esos besos y esas caricias que tuvisteis, no fueron, exactamente una tortura. ¿No crees?"- me dijo mi maldita conciencia, que no ayudaba en estos momentos.
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Comprada por la mafia.
Storie d'amoreEmilia Monti nunca ha tenido una vida fácil, rechazada por su madre, la cree responsable de la muerte de su padre ya que el accidente ocurrió mientras el padre y la hija, iban a comprar el helado que Emi le había pedido. Trabaja en varios trabajos...