Capítulo XIV. Andrómeda conoce a la familia Bencomo I.

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Ruyman.

Mientras me duchaba, con agua fría por segunda vez hoy, más frustrado me sentía, tenía que hacer algo para que mi familia no se entrometiera, ¿les habría parecido poco lo que habían hecho, para intentar que yo buscara mujer?

Ahora que la tenía no pararían hasta que yo no le pusiera un anillo en su dedo anular y firmara un certificado de matrimonio, lógicamente ya mi madre se encargaría de realizar una gran celebración de boda para que toda la sociedad supiera que la manipuladora Diane Pelayo, también conocida como señora Bencomo, se había salido con la suya.

Luego emprendería otro tipo de acoso, el que recibiría Andrómeda, para que le diera nietos pronto. Mi hermano y yo teníamos una teoría, ya que no entendíamos la obsesión de mi madre en que dejáramos embarazadas en seguida a nuestras esposas en cuanto las tuviéramos, o en el caso de mi hermana, que se realizara como mujer trayendo descendientes de su atractivo, y prodigioso marido, a este mundo.

Estos últimos adjetivos dedicados a su yerno son palabras textuales de la reina Diane cada vez que se refiere a él. Viene desde una foto que mi hermana le pasó a su madre para convencerla de que Duff Sinclair, era el hombre perfecto para ella, y debió convencerla porque a día de hoy mi madre tiene esa foto guardada en el móvil. Y se la enseña a todas las mujeres conocidas o no, que quieran escuchar la batallita de la maravillosa familia que tiene.

La teoría que tenemos mi hermano y yo es que mi madre tiene la intención de invadir La Tierra con sus descendientes, ya va por cinco, y así expandir la semilla Bencomo por el mundo, pero eso por ahora es sólo una teoría, quien sabe si es verdad, pero lo que si tenemos claro es que el día que mi madre decida apoderarse de La Tierra, mi padre se pone al frente de las fuerzas invasoras, y se van con todo.

En fin, al menos, mientras pienso en mi agobiante familia, puedo controlar las ganas de romper algo, porque si pienso en lo que podría haber estado haciendo a estas horas en la cama con cierta preciosa italiana de ojos dorados, que gemía de deseo igual que las sirenas que te llevan a las rocas para destruirte, destrozaría medio ático, esa mujer es pura tentación para cualquier hombre que desea morir devorado por el deseo.

Todavía tenía grabado en mi mente la suavidad de su piel, el olor de su pelo y de su cuerpo, el sabor de sus senos y de su cuello, y sobre todo el sonido de los gemidos desinhibidos y descontrolados, que me volvían loco tan sólo con recordarlo.

Y al parecer mi cuerpo también lo tenía grabado, y con sólo recordarlo, ya se activaba. Mire la erección que, de nuevo, comenzaba a formarse por sólo recordar a la diosa esclava.

- "¿Qué pasa? ¿Es qué hoy no me vas a dar tregua?"- le dije a mi imagen reflejada en el cristal de la mampara de la ducha.

La voz de mi hermano entrando dentro del baño por la puerta del pasillo contesto a mi pregunta.

- "Al parecer Zape, hoy no va a ser tu día."- me giré para que mi hermano no detectase lo que me había pasado, por pensar en esa guerrera que ahora se estaba vistiendo en el otro cuarto de baño.

- "¿No tienes que ir a molestar a tu mujer?, Zipi, eres casino de verdad"- le dije cambiando de nuevo el agua a agua fría para por tercera vez en menos de doce horas, dar una rápida solución al problema en que me encontraba, con un curioso Benearo tocando las narices.

- "No sé de qué te ocultas, todo lo que tú tienes lo veo a diario cuando me desnudo, o veo a mi preciosa mujer. Con eso, lo que me dice, es que la futura señora Bencomo cumple con la expectativas de mamá, sin tan sólo con tenerla una noche en tu cama estas así, ... de animado...aunque aún no hayan hecho nada."- lo mire mientras acerraba el grifo del agua y me envolvía en una toalla para secarme.

Comprada por la mafia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora