Capítulo XXV. La boda de Perseo y Andrómeda parte I.

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Ruyman.

- "¿No estarás nervioso?"- me preguntó mi hermano por tercera vez en menos de una hora.

- "¿Quieres dejar de preguntar? estas siendo cansino, No estoy nervioso, o al menos no lo estaba hasta que mamá metió mano en esta boda, ¿se puede saber por qué ha montado todo esto? Ha traído a la abuela de noventa años desde Canarias, la abuela que no había salido de Tenerife desde que hace más de treinta años. Eso ahí fuera parece una reunión familiar de los Bencomo. Si añadimos que papá, gracias a Duff ha invitado a todos los empresarios influyentes en los cinco continentes, una boda rápida y sencilla se ha convertido, en una boda real por lo menos. Maldita sea."- le dije moviéndome nervioso de un lado a otro.

- "No si se te ve tranquilo, si muy tranquilo"- dijo irónicamente Zipi burlándose de mí. Lo miré con una mirada de advertencia, y como siempre el idiota me ignoró.

Es ese momento entró Mary y Ranita, para ponerme aún más nervioso.

- "¡Eh!, tú, Zape, me debes una cena, como pago a la apuesta que hicimos hace dos años."- me dijo mi pesada hermana, sino la quisiera tanto, y porque mi padre y mi cuñado me desollarían vivo, la hubiera enviado a las antípodas con los canguros, hace tiempo que le hubiera comprado él pasaje.

- "¿Quién es esta? y ¿Por qué dejan entrar a todo el mundo aquí?"- Le pregunte a mi hermano gemelo, para continuar la broma que le hacíamos de pequeño, cuando los hermano del terror queríamos torturar a nuestra pequeña hermana.

Nunca salía bien porque siempre fue más inteligente que nosotros, y en seguida usaba la técnica de la protección paterna, después de algunas lagrimitas falsas, con los cual los gemelos del terror terminaban siempre castigados barriendo el patio de la mansión, que era como dos campos de futbol entre pasillos y escaleras, por todo el jardín. Y ella desde la ventana de la mansión, nos miraba muerta de risa.

-"No sé, tendremos que hablar con el personal de seguridad, hasta los anfibios se cuelan en las bodas."- me dijo mi hermano siguiéndome la broma. Cuando había que luchar contra Ranita, siempre uníamos fuerzas, porque sencillamente siempre ganaba ella. Jugaba sucio.

- "Haber Ranita, ¿sabes que es sólo un cuento, eso de que las ranas se transforman en princesas en las bodas?"- le dije burlándome de ella.

- "Imposible, yo ya tengo un príncipe escoces, que es como una montaña, si no recuerdo mal... ¿No acabó con los dos a la una vez, pese a que lo atacasteis juntos? ..."- nunca nos dejaba olvidar la humillación que sufrimos de mano de mi cuñado.

- "Zipi llama a seguridad se ha colado, una terrorista intrigante en la boda. Que se la lleven a Guantánamo"- le dije y mi hermano cogió el móvil, mi hermana ni se inmutó se acercó a mí y abrazándome.

No podía evitarlo, adoraba a mi ranita, era mi hermana pequeña, y aunque todo un incordio, y una experta delatora de todas las tratadas que hacíamos de pequeños, daría mi vida por ella.

- "Has sabido elegir Zape, es una mujer alucinante, ha sufrido mucho, pero es fuerte, y, sobre todo, ha llegado hasta donde ninguna otra había llegado, y con esto me vale, hermanito."- no quise analizar su frase ya bastante tenía con mi madre dándome la vara con lo feliz que le había hecho por sentar la cabeza.

Una cosa que había aprendido de mi familia, cuanto más te mostraras en desacuerdo con lo que ellos opinaban, más difícil era quitártelos de encima, por eso me llamaban rebelde, porque yo parecía que los escuchaba, y luego me hacía lo que me daba la gana.

Le correspondí al abrazó, mientras mi hermano nos miraba, con un brazo sobre el hombro de su mujer.

- "Pero igualmente me debes una comida, según tú nunca te casarías, por lo menos en diez años."- es que no podías bajar la guardia con Cathaysa Sinclair Bencomo.

Comprada por la mafia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora