Capítulo XXIV. Cumpliendo lo pactado.

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Emi.

Tras la ducharme, vestirme, con una camisa de botones blanca y una falda larga y suelta a juego, me dirigí al salón donde el servicio de habitaciones había dejado un buffet completo. Había de todo un poco, las carnes más deliciosas, verduras, frutas, diferentes aperitivos, y una buena selección de dulces y tartas. También había diferentes bebidas con alcohol o sin él, zumos de fruta, champan, vinos distintos, ninguno bajaba de dos mil dólares la botella, lo sabía por mi tiempo que trabajé como camarera en un restaurante de dos estrellas Michelin, a tiempo parcial.

- "Pero ¿cuántas personas vamos a cenar?"- me pregunté en alto, pensando que estaba sola.

- "Tú y yo, ¿o no te parece suficiente?"- dijo Perseo entrando por la puerta provocando que casi se me salta el corazón del pecho, por lo inesperado de su aparición, iba vestido también con una camiseta de algodón blanca y unos vaqueros negros ajustados, estaba deseable, con el pelo aun húmedo, peinado hacia atrás.

- "¡Por dios, Perseo! te podrías poner un cascabel o algo, tienes la manía de entrar sin anunciarte."- dije llevándome una mano a mi pecho, para ver si tenía el corazón por fuera.

- "¿Y por qué iba hacerlo?, me gusta ver como pegas esos saltitos tan graciosos, cuando te sorprendo."- dijo acercándose a mí y, sin yo esperármelo, me cogió de la cintura y me atrajo hasta su cuerpo, dejándome totalmente pegada a él.

- "¿Se puede saber que pretende, señor Ruyman Bencomo?."- le pregunté sin poder evitar que una sonrisa se me escapase de los labios.

- "Vaya debo de está perdiendo facultades, porque pensé que era bastante obvio."- me dijo antes de besar mis labios, y dejarme sin aliento. Sus besos, al contrario que los de esta mañana, eran más apasionados como queriendo no dejar dudas sobre sus intenciones. - "Llevo queriendo hacer esto desde que te vi acabar de destrozar, una obra de arte de la música rock de los ochenta."- me dijo al oído mientras volvía a besarme.

Yo casi ni podía responderle, sus caricias sobre mi cuerpo, por encima de mi ropa, y sus besos, me estaba anulando el juicio.

- "Pero también tendrás que alimentarme, llevo horas sin comer, ni siquiera he almorzado, me tuviste... "ocupada" en el jet y no almorzamos, además no me has dicho que le has hecho a tu fiel, y celosa empleada."- le pregunté intentado recobrar algo de cordura.

Mis palabras parecían que habían causado su efecto, ya que se detuvo, pero sólo fue momentáneo, de repente, me vi alzada del suelo, para colocarme sentada, sobre la sobre la gran mesa del comedor, donde estaban colocado exquisitamente los dos servicios bellamente adornados, con platos de porcelana, copas de bohemia, y cubiertos de pala con decoraciones de oro.

- "¿Qué pretendes?... ¿no crees que...?"- me puso un dedo en la boca, para silenciarme.

- "Tranquila diosa esclava, sólo voy a alimentarte como ya me has exigido, tan dulcemente. Así que te voy a pedir, preciosa Andrómeda, que cierres tus ojos y dejes que yo estimule tus sentidos."- me dijo al oído, mientras me acariciaba la cintura.

No sé por qué, pero ni pensé en no hacer caso, obedecí su petición de inmediato. Confiaba en él, me había dado muestras de que podía hacerlo, y eso en mí, era muy difícil, ya que a lo largo de mi vida me habían enseñado a no creer, sino en mí misma, ya que hasta tu familia te podía fallar.

Una vez cerré los ojos, le oir decirme, de nuevo, cerca del oído.

- "Las reglas son las siguientes, no puedes abrir los ojos bajo ningún concepto, mientras yo te alimenté, prométemelo, Andrómeda."- me dijo mordiendo mi lóbulo con delicadeza.

- "De...acuerdo"- murmuré, no podía casi hablar, el oxígeno apenas me llegaba a los pulmones, ese hombre me robaba la respiración.

Lo sentí alejarse de mí y como se movía por la zona del buffet, sonidos de copas y de cubiertos, además de sonidos de botellas al abrirse y recipientes metálicos al abrirse. Pronto lo sentí delante de mí, su cercanía la detectaba rápidamente, mi cuerpo, su olor, el calor que desprendía, y la tensión de expectación que se generaba en mí cuando lo tenía cerca.

Comprada por la mafia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora