Narrador
Mientras Andrómeda dormía en los brazos de su Perseo, el señor Marchetti, estaba ya en su despacho, en Chicago, comprobado en su programa si las especificaciones de la mercancía vendida hoy se estaban cumpliendo, en especial estaba interesado en la ubicación de su mercancía estrella del evento.
Miró la pantalla, y sin poder evitarlo, arrojó su copa bourbon contra la chimenea haciendo que se estrellase en millones de partes, los cristales cayeron por totas partes, el suelo, la alfombra y dentro de la chimenea encendida, una llamarada flotó en el aire cuando el licor, hizo contacto con el fuego, que se extinguió rápidamente.
No podía mirar hacia otro lado, mientras veía que los dos iconos que representaban la tigresa y su comprador, el altanero de Ruyman Bencomo, estaban unidas casi una encima de la otra, no había que ser un genio para saber que significaba eso, pensaba el jefe mafioso, el muy maldito de Bencomo, le estaba robando la virginidad a la que mujer, que era suya, y ese estúpido le había arrebatado. Ruyman era el primero, y durante mucho tiempo el único hombre para ella.
Por primera vez se arrepintió de haberle cambiado las especificaciones relacionada con su compra, la verdad era que lo había hecho para poder comprarla él, y tenerla atada lo suficiente, para domesticarla, y volverla su gatita dócil.
Pero no contaba con que se interpusiera el maldito Bencomo. Sabía que el otro comprador interesado en ella era el loco de Foster, pero no tenía el dinero suficiente para comprarla, además, ese maldito psicópata, ya me había hecho perder dinero en dos ocasiones, haciendo desaparecer a la mercancía que había entregado, no le iba permitir que me quitara a su tigresa.
Pero no contaba con que unos de los CEOs del grupo C.P.A. apareciera y barriera a todos con su soberbia y altanería. Cada minuto que pasaba y miraba esa pantalla más enfadado se sentía, y más se obsesionaba por recuperarla, pero lo peor era que no podía evitar apartar la mirada de la pantalla por si conseguía un resquicio de esperanza, para volver a traer a la tigresa a su lado.
De esa obsesión que comenzaba a demostrar por esa mujer, no se dio cuenta Humberto Marchetti, aunque no pasó desapercibido para su número dos, que llevaba observándolo hacía horas, y había visto como su jefe había cambiado desde que Emilia Monti había aparecido en su vida, eso el segundo lo veía como una oportunidad, por fin al gran Humberto Marchetti tenía una debilidad.
Emi.
Cuando abrí los ojos, me sentí extraña, no estaba en mi casa, un peso en mi cadera que me aprisionaba contra un cuerpo cálido que me hizo recordar todo, me encontraba en los brazos de Ruyman Bencomo, el hombre que me compró, el hombre al que me ofrecí y me rechazó, el hombre que con toda claridad demostró que me deseaba, el recuerdo de Perseo desnudo ante mí, dentro de la ducha, con toda su magnificencia en alto, mientras me decía que me daba tres segundo para huir, o sus buenas intenciones podían cambiar, me llegó a la mente como una tren que descarrila, fuerte, violento e inevitable.
Mientras su brazo me rodeaba con fuerza noté que no me disgustaba estar allí, al contrario, me hacía sentirme muy femenina, sin poder evitarlo sonreí. Eso era algo nuevo para mí, toda mi vida había sido ninguneada por las personas que se supone te deben amar, que un desconocido mostrase más respeto por mí, y atracción que tu propia familia era todo muy nuevo en mi mundo.
- "No paras quieta, Andrómeda, ¿es que alguna de tus cadenas se ha soltado?"- me dijo un voz ronca y seductora en mi oído, haciendo que se me erizara la piel.
- "Yo... lo siento... me encontré desorientada y ..."- intente explicarme quedándome totalmente quieta, eso no evito que cierta parte del cuerpo de mi acompañante quedará pegada a mis glúteos, intente no moverme para no dañar esa parte, más de lo que ya le había dañado, pero mi maldita curiosidad femenina no paraba de hacerse preguntas si la longitud que había visto ayer era en estado de relajación o yo...
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Comprada por la mafia.
RomanceEmilia Monti nunca ha tenido una vida fácil, rechazada por su madre, la cree responsable de la muerte de su padre ya que el accidente ocurrió mientras el padre y la hija, iban a comprar el helado que Emi le había pedido. Trabaja en varios trabajos...